🐺CAPÍTULO VEINTINUEVE🐺

179 54 10
                                    

El ajetreo de las olas sobre la costa conmueve a sobremanera a mi bello Omega, que desembarcando los pocos objetos que tenía sobre sus brazos corrió a observar el agraciado mar mientras inspira profundo y pausado.

Lo observo detallar su cuerpo entre sus brazos. Rodeándose de la gélida brisa de la costa y entonces, con una seña le indico a nuestro peque (que se encuentra a mi costado) que deje un segundo la arena y vaya al interior de la cabaña en busca de una campera para su api.

Y apoyado sobre una columna que forma parte del descanso de la salida de nuestro hogar, escucho los rezongos de mi cachorro mientras revuelve entre gruñidos por lo bajo un par de bolsas con las mudas para tener más al alcance de la mano, o así debía de ser mientras se pregunta una y otra vez  "¿Por qué es él, el que tiene que hacer los mandados?"

Decido ignorar los reclamos entre refunfuños de mi peque para así disponer de la dicha de observar la imágen del disfrute de mi amado y magnífico cachorro.

Su cuerpo ensoñado en la orilla del mar mientras se inclina -levemente- para pasar su mano con gracia sobre el agua, parece la digna postal de una obra de arte pintada a mano.

Observar el aura provocada por la iluminación de los rayos del sol sobre su bello rostro, deja reflotando el hermoso paisaje de su agraciado perfil resplandeciendo a contra tono.

Ver cómo le brillan sus orbes con contenidas emociones ante cada efímero momento que se permite disfrutar sin impedimentos, es una maravilla para mi visión.

Y solo puedo querer velar, una y otra vez, para que siga haciendo todo lo que ame. Amándolo aún más si se pudiera, a través de cada una de sus emociones.

Porque su felicidad forma parte de mi legado que va más allá de todo lo que pueda haber querido en esta vida, porque nada podría igualar a las malditas sensaciones que percibo adentro mío cuando lo observo ser feliz por estar aquí, conmigo a su lado.

Un pequeño quejido me saca de mis emociones. Y al virar, me encuentro con la princesa del hogar durmiendo plácidamente en su sillita a mi costado.

Luego de haber llorado desgarrándose en gran parte del trayecto final, finalmente, se ha adormecido. Es que los gases la tienen bastante inquieta por momentos, así que me tuve que detener a un costado de la carretera, para que su api se pueda trasladar a la parte posterior del carro y así realizar  con suma paciencia y destreza; sus masajes.

Así que al cabo de un rato de eructos y  algunos gases, emprendimos la parte final del recorrido, llegando sobre el atardecer a nuestra bella y ansiada cabaña.

Y luego de tirar las cajas por doquier, los del camión de mudanza, mi familia se digno a disfrutar de cada  sensación del lugar. Y no me puedo quejar, porque amo como forman parte del paisaje.

Me sorprenden, mientras perdido estaba en mi princesa, las pequeñas manos frías de mi Omega rodeando con firmeza mi cintura.

—Amor ¿En qué piensas? —dicta sobre mi pecho.

Inspiro profundamente cerrando mis ojos, el dulce aroma de sus cabellos que me recuerdan a mis días de niñez jugueteando entre las flores del jardín de mi madre.

—En nada cariño, solo disfrutando del momento, de tenerte aquí conmigo.

Regalo un suave roce de mis labios a su frente, observando como su cuerpo responde de inmediato ante mi toque.

—No vi cuando el peque te ha llevado la campera —anuncio mientras procedo a cerrarla suavemente, ya que un leve viento se levanta de a momentos.

—Me la ha tirado diciendo que él, no es el mandadero, y que no ve las horas de que por fin crezca su hermana.

—Decile que tiene mandado para rato el enano gruñón ese —suelto entre risas mientras mi Omega se me queda observando.

—¿Te he dicho que te amo? —suelta observando directo a mis renegridos ojos que dilatan de inmediato sus pupilas, completamente enamorado.

—Cada día de la semana cariño, pero como que se me antoja a cada segundo ¿Me darías el gusto?

Él, me regala su más bella sonrisa provocando la algarabía de mi lobo que da vueltas y se enreda de gozo y dicha. Y yo, simplemente congelado, contemplo al hombre que amo con cada célula de mi ser.

—Te amo mi Alfa —suelta rozando, un instante, mi nariz con sus labios.

Entonces, tomo su barbilla para elevar con sutileza su rostro mientras conectanos en ese mar de sensaciones que son sus ojos, y suplicando a la madre Luna, que se vea en el reflejo de los míos.

—Te amo mi hermoso Omega.

Sello mis labios al sabor de sus ribetes, tibios y entreabiertos. Disfrutando como tantas otras veces a lo largo de estos años, del simple contacto de nuestras pieles... Pieles que aunque estemos envueltos en ropas, con la mirada nos desnudamos.

Así es que abrazo su cuerpo con ahínco de no dejar espacio a la duda, que estar unidos y juntos es mejor que cualquier otra experiencia.

—Escúchame bien cariño... —detallo con las yemas de mis dedos cada temblor suyo —. Aunque esté desempleado y sin visión a futuro —sus ojos demuestran congoja y me invade una sensación de apuro —, no hay otro lugar en el mundo en donde estaría más feliz que ahora, aquí contigo.

Nuestras frentes se chocan en una agónica entrega mutua y entonces, percibo el leve temblor de tu rostro entre incipientes sollozos.

Y decido calmar esta incipiente tempestad, como lo has hecho tú -tantas veces- a lo largo de nuestra vida.

—¡Shh! No llores amor mío —suplico besando sus temblorosos labios —. Estaremos bien, ya vas a ver, aunque deba cuidar cachorros por el resto de mi vida.

Mi confesión extrae una bella sonrisa mesclada con la humedad de sus ojos, que elevando su visión hacia la periferia de mis orbes, me regala entre susurros un " Te amo mucho amor mío..." Seguido de un "¡No puede ser! ¡Ya empezaron y eso que no desempacamos todavía!"













































🤨Ese pequeño gruñón corta mambo🤣 parece mi enano🤣

Haw que bonito una cabaña sobre el mar🥺

Gracias por estar💕

♡ "𝑫𝒆𝒗𝒐𝒕𝒐 𝒂 𝒕í" ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora