🐺CAPÍTULO DOCE🐺

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Cuando salimos de la clínica junto a mi Alfa, no puedo dejar de mirar la foto de la ecografía de mi princesa en gestación con una enorme sonrisa plasmada en lo ancho de mi rostro. Y aunque digan que está enorme, según el técnico, para mí es una pequeña cachorra.

De no poder soñar tener ni siquiera un cachorrito, pasé a tener uno más una en camino, así que si tengo que explotar me da los mismo.

—¿Sabías que más allá de los que digan los parámetros, eres lo más hermoso que han visto mis ojos Omega? —escucho a mi costado y al girar, me topo de lleno con sus renegridos ojos que me demuestran el inmenso amor que me profesan a pesar de ser una pelota a punto de rodar.

Ese pensamiento extrae una sonrisa de mis labios que inmediatamente trato de ocultar al recordar que el enojo con mi Alfa sigue latente, entonces digo: —¿Estás buscando algún tipo de redención Alfa? Porque te aseguro que el agudo timbre de la Omega llamándote para el bar retumba aún en mi cabeza —finalizo dirigiéndome hacia nuestro automóvil y sin siquiera mirarlo.

—¡Espera! toma repentinamente mi brazo —. ¿Estás muy cansado? Porque si no es así, deseo caminar un rato contigo así, tomados de la mano —dictamina mi Alfa con su franqueza rebosando y debilitando cada una de mis pseudos barreras.

Le entrego una pequeña y sincera sonrisa aunque un poco alicaída, si le digo la verdad de que mis pies se hinchan y no me dejan caminar sin una maldita molestia acompañada de fatiga, perderé mi momento romántico de perdidamente enamorado...

—Si tú quieres... Yo no tengo problemas —miento sin descaro de decirle de frente, que muero por caminar de su mano franeleando mi cuerpo necesitado  sobre su bendito torso.

—Entonces hermoso Omega, permítame su mano —como todo un galante me corteja y quedo fascinado -nuevamente- ante la impronta de mi Alfa.

Tomo su cálida mano que se envuelve junto a la mía y finalizo al morir adorado cuando lleva mi mano y la besa con todo el amor del mundo sobre mi dorso.

Cierro mis ojos ante el efímero contacto de sus labios, como si pudiera retener mis latidos y no exponer mi alocado pecho que exige entre gritos que mi lobo se restriegue contra el cuello de su amado Alfa.

Entonces abro mi abnegada visión, cuando siento su otra mano sobre la dermis de mi rostro y una continua respiración acalorada sobre mis rosados labios.

Nuestros orbes conectan en una fusión de espacio y tiempo donde solo quedan nuestros sentimientos floreciendo expuestos ante el desborde del momento.

Entonces escucho nuevamente a mi Alfa —Te juro por mi vida amor mío, que busque las mil maneras de llegar a tiempo a tu lado —acaricia con extrema suavidad un costado de mi rostro —. Si tan solo supieras el suplicio que fue ubicarte ya que no atendías mis llamados-

—Es que había apagado el celular... Lo lamento —digo cabizbajo y arrepentido de verlo abatido y con marcadas ojeras bajo sus hermosos ojos.

El levanta mi barbilla para contemplar mi rostro nuevamente —. Nada que lamentar mi Omega, volvería una y otra vez a pasar por lo mismo si al final de todo, mi regalo es verte sonreír del modo que lo hiciste hace un momento.

Siendo demasiado lo que siento y como si quemara por salir desde mis labios, observando sus ojos le confiero: —Te amo Alfa mío y lamento ser tan desconfiado.

El sonríe ante mi anuncio y abrazando con firmeza mi cuerpo pero sin apretarlo, me besa sobre la coronilla de mi cabeza y articula: —Yo te amo mucho más mi hermoso Omega, pero perdóname por no estar aquí contigo y priorizar lo que no debía por sobre tu estado.

Me dejó mimar y sobar el cuerpo que reacciona lentamente aunque esté a punto del parto, entonces me alejo y con una sugestiva sonrisa le digo: —Bueno, bueno, la vamos cortando con las caricias porque abro la puerta del auto y te monto ahí mismo. Total, tienes vidrios polarizados.

Mi broma, que de chiste no tuvo nada para el Alfa frente mío, muere en mi boca al recibir de improviso la asidua lengua de mi amado. Que barre con cualquier pensamiento equivocado de que puede mirar otro Omega porque con cada toque de sus labios me reclama desaforado para que le entregue mi cuerpo.

—A-alfa —jadeo entre besos sintiendo como sus manos recorren cada centímetro de mi cuerpo por encima de mis prendas.

—Pídeme que me detenga —susurra contra mis labios —, por favor Omega... —se separa momentáneo de mis hinchados belfos como tratando de pausar y controlar su ardorosa entrega.

—No te detengas Alfa, vamos al auto.

Al calor del momento junto a la quemazón de nuestro cuerpos poco le importa la hora y el momento y mucho menos el lugar, para fundir nuestros cuerpos.

Escucho un bajo gruñido que sale de su garganta y observo sus enrojecidos ojos clamando por estar dentro mío. Aún así, cierra con fuerza sus párpados y dice con su respiración pausada: —Solo un poco pero despacio, y si duele o molesta, debes detenerme aunque sea a cachetadas... —su entrecortada respiración data del control que está ejerciendo contra su instinto y la lucha por frenar a su lobo de que salga a reclamar por instinto animal lo que es suyo.

—Te prometo controlarme y follarte sin parar pero despacito... —luego de mi dictamen me percato de sus risas.

—No ayudas mucho con mi auto control cariño...

Y tomados de la mano entre suaves gestos risueños y otros de secretismo compartido nos dirigimos al auto, ya que entre roces y besos fue muy poco lo que nos alejamos.

Una vez dentro del auto, conmigo sentado en los asientos posteriores, mi esposo (caliente como las mismísimas brasas del infierno) empuja hacia adelante los asientos tanto del conductor como el del acompañante.

Y pasándose velozmente junto a mi lado, se despoja de su apretado pantalón dejando expuesta la bendita vista de su venoso y grueso falo, provocando la contracción involuntaria de mi ano que clama desesperado por comer semejante trozo.

—Por la madre Luna Alfa, si debo parir sentado en tu pedazo, seré el Omega más feliz y confortado —digo sin contener mis babas a medida que me saca la parte de abajo de mi ropa.

—Eres una cosita golosa hasta en este estado, Omega —dice entre pequeñas risas besando mis calientes labios mientras masturba luego su falo al sentarse al lado mío.

—¿Todo esto es mío? —retiro sus manos para pasar la saliva de mis dedos, que luego de untar sin dejar de observarlo, me dedico a provocarlo.

—Ven aquí cachorro goloso... pero despacio... ¡Te enloqueces y me salgo! —afirma decidido luego de observarme lujurioso. 

—Si te dejo Alfa mío —sentencio bajando lentamente mi cuerpo sobre su endurecido falo.
































DIOS MÍA CON ESTE PAR😱🤣

GRACIAS POR LEER, VALORAR Y COMENTAR😍

Los amito mucho ♥️

♡ "𝑫𝒆𝒗𝒐𝒕𝒐 𝒂 𝒕í" ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora