🐺CAPÍTULO TREINTA Y DOS🐺

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Pasando un momento entre risas con mi peque y mi princesa entre brazos, mientras mi enano gruñón se queja de que la torta es negro chamuscado en vez de vainilla, suena el teléfono fijo de la cocina.

Así que dejando a la cachorra acostada sobre la manta que recubre su cuerpecito en el el carrito, me dirijo a coger el aparato. Pero antes de llegar, una angustiante sensación me recubre todo el pecho haciendo retorcer mi cuerpo inclinado sobre el suelo, como un intenso jalón desde lo más profundo de mis entrañas...

Y tirado sobre el frío piso en conmoción, agarrando mis cabellos con total desesperación, escucho como en lejanía mi hijo me nombra reiteradas veces. Y aunque quiera hacerle caso o inmutarme ante su llamado, una insufrible angustia me carcome por dentro quitándome hasta la respiración.

—¿Api? —percibo nuevamente su acongojado llamado, pero los retorcijones me consumen sacándome de mi estado de plena consciencia. Dando paso a la intuición de mi animal interior y aunque luche contra ello, siento que no puedo dominar el instinto que floreció como un loco dominando cada parte de mi cuerpo.

Golpes feroces a la puerta, gritos desesperados de mi primogénito, llantos desgarradores de mi pequeña y nada puede sacarme de este trance desolador...

Algo le sucede a mi Alfa y mi animal clama por buscarlo y protegerlo, dejándome aturdida la cabeza. Entonces, lágrimas rodean el contorno de mi rostro sin habla y solo puedo sufrir por lo que se pueda venir. Algo malo se avecina o le ocurrió, en el peor de los casos. 

Noto cómo se me tiran encima sacudiendo mi cuerpo en completa conmoción, y con mis orbes desenfocadas pero agudizados mis sentidos, gruñó en respuesta si es que quieren controlar la agudeza que aflora con mi instinto.

—¿Jimin? ¿Qué tienes? —escucho la voz de Nam que retumba en mi cabeza, como sus brazos me atañen con presteza mientras jala de mi cuerpo para incorporarlo velozmente del suelo.

Y en un ápice de lucidez, con mis ojos llorosos pero una increíble fortaleza y decisión, le consulto conociendo de ante mano la respuesta: —¿M-mi A-Alfa?

Nam me observa con precaución y solicita a mi hijo que se lleve a su hermana para la pieza, y que en lo posible la pasee entre las habitaciones para que se calme.

—Escucha —dice incorporándome a la silla, mientras mi pecho jadea con desesperación —Jung Kook está en problemas, pero ya está en camino la solución...

—¿Cómo? ¿Quiénes Nam? —susurro apretando el nudo creciente en mi garganta.

—No sé realmente, tu Alfa me dijo que a donde se dirigía no le gustaba para nada, pero que esperara hasta no dar con él para ir con su localización hasta el departamento policial. Pero como ves, no esperé ni un segundo más, pero al no atenderme tú el teléfono, algo me decía que estabas mal —me dice tratando de apaciguar mi tempestad.

—¿D-dónde e-está? —objeto barriendo con mi vista los objetos desparramados sobre la barra del desayunador y haciéndome una idea de la gente con la que se iba a juntar.

—Tú solo calm... —empujo lejos su cuerpo, tomando velozmente las llaves de su auto más el celular que están arriba de la mesa. Y desesperado como mi lobo, cierro con llave desde afuera, el acceso de mi cabaña, mientras Nam grita desde adentro que no cometa ninguna locura y me detenga.

Pero por supuesto que en mi grado de completa perturbación, nada me importa más que asistir a aquel que lo dio todo por mí en su momento. Así que bajo un temblor de excitación enciendo el auto para alejarme cuanto antes de mi hogar y revisar el celular para vislumbrar su ubicación luego.

Pero para mi maldita suerte, el teléfono cuenta con bloqueo de números, así que lanzo enojado el aparato contra el piso del carro, emitiendo un grito de frustración mientras tomo mis cabellos.

Mi lobo se desangra por dentro exigiendo que razone de una maldita vez mi proceder. Así que tan pronto como me perturbo, se me ilumina la posible combinación del celular, la fecha de aniversario de ellos como pareja es la mejor opción. E inmediatamente que coloco los números correspondientes, la pantalla se desbloquea y con mis ojos llorosos rebusco en el chat.

Con mi corazón en bandeja y a punto de colapsar, ubico la dirección a tomar, no queda demasiado lejos del lugar en donde estoy aunque un trecho de viaje tenga.

De inmediato, ingresan unas llamadas sin identificación que no pienso atender, solo enfocarme en llegar cuanto antes a ayudar a mí Alfa. Así  que arrancando a toda velocidad me dispongo a desplazarme hasta el maldito lugar aunque dejé mi cuerpo inerte en todo esto.

Un par de kilómetros más adelante, con mis pulsaciones a mil y la saliva seca en mi garganta, retumba una nueva llamada que figura como "casa de mejores". Comunicación que decido ignorar nuevamente, pero sobre que el contestador automático entra en juego, escucho la voz llorosa de mi pequeño que hace eco en lo más recóndito de mi mente, pidiéndome que regrese a mi hogar que papá está a salvo en el hospital pero bajo cuidados médicos.

De repente me inunda una ola de culpabilidad, por huir, por actuar de esa manera, como si solo el padre de mis hijos me importara y dejando solos a los dos pilares de mi vida, con una terrible carga emocional sobre sus hombros.

Entonces, tomo la llamada entre fuertes sollozos, pidiendo perdón desde lo más profundo de mi corazón a mi gran amor, a mi pequeño razonador, por darle semejante susto... Es que no sé realmente como me pude dejar llevar... El solo pensar y atar cabos de que él salió rumbo a cobrar y sumar dos más dos, me dieron el cálculo exacto. Una de las tantas veces que tuve miedo porque algo así le sucediera se apoderó de mí interior, reviviendo como fuego el desazón de padecerlo.

Y la desesperación sumado al afán de mi animal por ayudar a su enlazado... Me hicieron actuar.

Retomo rumbo a mi hogar, mientras en línea mi hijo repite las más bellas palabras que puede decirme para hacerme sentir mejor. Palabras que aunque, haya merecido alguna vez, ahora me quedan grandes...

Y solo puedo llorar pidiendo nuevamente perdón aunque la continua voz de mi pequeño articule que no hay nada que perdonar, que prefiere mil veces un api valiente como con el que la madre Luna lo bendijo y que está orgulloso de tenerme.










































Bueno, hasta acá me llegó el agente 007🤣 pero es que la vida sin emoción ¿Es vida?😎

Ya volvemos a miel sobre hojuelas 🥰 no sé por cuánto😈🤣

Gracias por leer y comentar😍

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