🐺CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO🐺

164 51 16
                                    

Pierdo de a momentos, con destellos de empañada realidad, mi bendita consciencia...

Pero la dicha de estar rodeado del calor de sus fuertes brazos compensa cualquier irrisoria venidera situación que me suceda.

Ya que si mi animal decide tomarme por completo dejándome enteramente expuesto sólo para su deleite y saciando sus más bajos instintos, siempre viene acompañado (según mi Alfa) de mañas al por mayor... Y no lo dudo. Convirtiéndome en un endeble cachorro necesitado de sumo amor y extremada protección, bordeando el límite de lo meloso y vivamente excitado todo el tiempo.

—Cariño, preparé unas pastas, más para mí que para ti, porque me traes bajo el agua y creo que me comería una vaca si la tuviera enfrente —comenta mi Alfa ingresando al dormitorio con una pequeña bandeja que reboza de comida para todos lados.

¡Y que ni se me ocurra siquiera insinuar que no quiero probar bocado porque tremenda pataleta me profesa! Aunque dejándome llevar por lo que quiero, tengo una incrementada necesidad de carne, pero no la de la salsa esa...

—¡Ah no mi querido Omega! Ni siquiera te atrevas a que se te pase por esa ardorosa cabeza que probarás nuevamente mi pedazo si no comes primero de éste —y trato de contener mis risillas mientras sitúa frente a mí, un bol repleto de fideos con pequeños trozos de carne.

Y cuando mi visión se ciega al exterior por cerrar mis ojos entre pucheros, le suelto: —Pero este trozo no es el que quiero. 

—¡A llorar a la llorería! —me suelta indiferente mientras se posiciona al final de la cama con un bol entre sus piernas. Y como no podía ser de otra manera, no me pienso dar por vencido aunque reciba castigo por ello.

Así que trasladando mi cuerpo por el lecho me situó a su costado. Él, me observa con su ceño fruncido mientras degusta gran parte de los alimentos (por no decir casi todo) ¡Y es que no sé como no se atora! Más parece lobo vagabundo que no comió en días que el imponente Alfa que suele ser frente a mis ojos.

¡Maldita consciencia traicionera! Repensarlo como el eximio cuerpo de Dios griego que se carga no ayuda en absoluto para controlar el inminente disparo de mi temperatura... Por consiguiente, percibo mi cara arder y un azote repentino de calor que me atraviesa como un mantón, jalando mis entrañas desde adentro hacia afuera.

Y siento a mi animal inquietarse a sobremanera, estremeciéndome de inmediato y aunando mis piernas. La latente humedad que se asoma hasta manchar mi remera ciertamente me incomoda... Y no es porque desista de ella para lograr el final de mi cometido, más bien es porque al estar presente en exceso me deja completamente expuesto y como foco inminente de reto.

—Omega... —dice ronco y bajo.

¡¿Y qué les dije?! Ahora mi ceñudo Alfa me observa intranquilo, jugando con su lengua sobre el interior de su mejilla mientras me obligo a probar bocado de su pasta para calmar a la fiera.

—Delicioso... —suelto en un tono sugestivo. ¡Y les juro por mis pequeños críos! Que no fue intencional la manera.

—Estás jugando con fuego... —articula ronco mientras me mira masticando nuevamente.

—¿No lo sabías? A mí me encanta quemarme... —emito lo último entre susurros a la vez que agarro con mis dedos un pequeño trozo de carne de su plato. Y bajo su atenta escudriño, que no se pierde ni un segundo de mis descarados movimientos, me meto el pedazo con exagerado movimiento de lengua —. Mmm... jugoso... justo como a mi me gusta —dictamino bajo su renegrida vista que se torna a cada segundo más obscura.

No pierdo detalle del recorrido que realiza su nuez de Adán sobre que traga duro pero a la misma vez, refuerza sus movimientos de lengua ya que no le gusta ceder el control en lo absoluto. Y mientras aclara su garganta me suelta: —Más vale que te alimentes bien mi Omega, ahí tienes tu bol.

Y ni lerdo ni perezoso me acerco más a su cuerpo hasta casi rozar su oreja diciendo: —¿Y si mejor me das tú de comer?

Percibo como su cuerpo se tensa y en respuesta, produzco más feromonas de excitación que se trasladan directo a la sobre acumulación de lubricación en mi trasero. ¡Y por la Madre Luna que percibo su viveza! Como si de vida propia se tratase...

—¿Terminaste con tus juegos? — cuestiona ronco mi Alfa mientras aferra sus manos a mi cadera.

Y sonrío de inmediato, de lado, con una inocente mueca ya que sus labios dicen exactamente lo contrario a los movimientos impensados de su cuerpo. Así que me dejo ir más allá y levantando mi cadera, me aposento sobre sus piernas.

—¿D-duele? —pregunto inocentemente mientras trazo un ardoroso camino con la sensible piel de mis dedos sobre sus muslos.

—Algo... —suelta seco y elevo de inmediato mi rostro, chocando con su cálida respiración sobre la comisura de mis labios.

—C-o-m-i-d-a... —remarco cada letra sin dejar de mirarlo a los labios.

Lo siguiente que percibo es como su falo se engrosa lentamente a través del fino pantalón que posee. Y como buen Omega que espera ser alimentado, me hago el completo disimulado mientras le busco acomodo cada tanto sin querer acomodar realmente mis prominentes  cachetes.

Me inundo de sus feromonas que me pegan de lleno en el rostro mientras instintivamente ladeo mi cuello como una muestra de ofrenda...

Mi marca late desesperadamente porque la renueve. Es que desde que salió del coma me he vuelto un poco adicto a ello y ni miras de que se me pasen las malditas ganas de que entierre con extremada fuerza sus colmillos bien adentro.

Mi lobo se estremece antes mis pensamientos y exige salir al encuentro de su enlazado... Y al abrir mis ojos cambiantes, disfrutando de lo que dura mi efímera consciencia, observo a mi Alfa sosteniendo una porción de alimento entre sus dedos y frente a mi rostro —Come... —dictamina con su respiración algo acelerada.

Lo siguiente que realizo por instinto, es inclinar mi rostro sobre sus largos dedos mientras me refriego cual gatito meloso sobre su gran mano. Y privando de visión a mis ojos por un momento, aumento mi concentración sobre las mesclas de aromas circundantes a nuestro alrededor, agrietando mis labios y ahuecándolos para comerme de lleno sus dedos en la profundidad de mi garganta.

El maldito jadeo que percibo de su cuerpo me estremece de pies a cabeza  y retirando mi boca de sus dedos, procedo a masticar sensualmente mi comida.





















































Omaigaddd😏

Gracias por leer, votar y comentar😍

Los añitos mucho❤

♡ "𝑫𝒆𝒗𝒐𝒕𝒐 𝒂 𝒕í" ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora