¿Quien sabe cual es la decisión correcta? La vida esta llena de errores y Kara tendrá que cometer algunos para encontrar nuevamente su camino. Ella deberá descubrir que es amor y que es pasión, deberá tomar una decisión o puede perder al amor...
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—Escuchaste al doctor, la bala daño gravemente el cerebro.
—Él dijo que podría, que... —Lena no pudo seguir hablando debido a las lágrimas. —yo debería estar en esa cama, no ella.
—Ella estará bien, es fuerte y saldrá de esto. Y cuando lo haga sé que querrá verte bien.
—¿Sabes algo de Andrea?
—Su estado es delicado, pero el doctor decidió retirarle el coma inducido. —Lena asintió.
—Más tarde iré a verla.
—Kara esta con ella. —Lena vio sobre su hombro, sin decir nada se recargo en la cama.
—No puedes dejarme sola, Kieran. —Lena tomo la mano de su hermana y dejó un sentido beso. —perdóname por no darme cuenta del daño que te hizo. —Samantha cerró los ojos y decidió salir, desde hacía días Lena parecía no escuchar palabra alguna.
Se recargó en la pared intentando calmar las lágrimas que se avecinaban, cerró los ojos y todo volvió a su cabeza. Adam apuntando a Lena, Kieran metiéndose en medio y recibiendo la bala en la cabeza, bala que iba para Lena, Andrea forcejeando con Adam, dos disparos más y Andrea desplomada en el piso. Sangre por todos lados, Adam intentando huir, un par de disparos más afuera de la casa. Después supo que los policías habían abierto fuego contra Adam.
Y ahora, Kieran y Andrea se debatían entre la vida y la muerte. ¿En que momento habían pasado de ser mujeres comunes a ser los principales rostros de los noticieros gracias a una desgracia?
—Señorita Arias. —llamó el doctor.
—Dígame.
—El señor Adam salió del coma. —el rostro de Samantha mostró la rabia que experimentaba. Camino al lado del doctor, pero no puso atención alguna en lo que le decía, en lo único que podía pensar era en lo mucho que quería dañar a Adam. —tiene unos minutos. —informó el policía que cuidaba la puerta, Samantha camino con cautela hasta la cama donde Adam ya hacia con cables por todos lados, los tubos que le había visto días antes, ya habían sido retirados.
—Tanta suerte tienes que libraste esta. —masculló Samantha con coraje. —pero me da gusto, porque ahora pagarás todo lo que has hecho. —Adam se movió ligeramente, su rostro mostraba incomodidad. —por fin. —dijo en cuanto el hombre abrió los ojos.
—¿Qu... qué haces a... aquí? —cuestionó Adam arrastrando las palabras. —¿Dond... dónde estoy?
—No dónde deberías. —contestó Samantha acercándose a la cama. —pero en muy poco tiempo estarás ahí y yo me encargaré de que vivas un largo infierno.
