VENTIOCHO

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Laila sintió la noticia como una bofetada en en el rostro y que la tierra bajo sus pies se había empezado a mover. Dejó caer el vestido que había sacado del armario y se sostenía con fuerza de las paredes de este para no caer.

Aún la mirada de Behemoth era impenetrable y ella sentía que no podía respirar, temblaba como un perro chihuahua, mientras que sentía un ardor en los ojos, trataba de contener las lágrimas que amenazaban con salir.

—Mientes—  le soltó

Tenía la esperanza de que él se lo hubiera invitado y solo se lo decía para desestabilizarla.

Behemoth negó con la cabeza y se pasó la mano por su cabello negro, despeinandolo.

— ¿Por qué crees que Ariel tenia esa fascinación contigo? ¿ Por qué crees que hay tanta conexión entre ustedes?—  le preguntó con dureza—  Es la verdad.

Laila no podía creerlo, tantas veces de niña lo había imaginado, lo había soñado y luego se había sentido tan mal por desear a unos padres que no fueran los suyos. Pero siempre volvía a lo mismo, lo imaginaba como cualquier niña imagina ser una princesa en un cuento de hadas, donde un hermoso príncipe viene a su encuentro.

Y eso no significaba que fuera cierto, que fuera real.

Por años había creído que Ariel era su ángel de la guarda, un lindo ángel que se había apiadado de la vida tan dura que había tenido que llevar y ahora descubría la verdad.

Las historias que había oído, eran suyas, ella era la niña por la que Ariel sufría.

Laila miró a Zhatfiel.

—¿Tú lo sabías? — le preguntó.

Sentía el nudo que se empezaba a formar en su garganta y en la boca de su estómago, a las palabras les costaba salir de su boca y a ella le estaba costando aún más mantenerse firme y en calma.

Zhatfiel negó con la cabeza con rapidez.

—No, no. En lo absoluto. Yo no tenía idea — se justificó con rapidez.— Justo ahora me estoy enterando de que Ariel tuvo una hija, si sabía de un gran amor en su vida. Pero pensé que había muerto o algo así, no que era un demonio.

Zhatfiel estaba tan desconcertado como Laila, parecía bastante sorprendido y Behemoth parecía frustrado, como si no supiera como manejar la situación, pero después de todo él la había causado.

—Solo yo, a parte de ellos dos. Soy él único que conoce o conocía de tu existencia— le dijo — Dis me lo contó.

Laila se sentía ahogada, sentía que todo le estaba cayendo encima, que su mundo se derrumbaba o lo que ella había creído por tantos años que había sido su mundo se estaba derrumbando ante sus ojos y no podía hacer nada.

—Váyanse — les dijo.

Behemoth intento decirle algo. Pero ella lo detuvo.

— ¡Váyanse, necesito estar sola! — les gritó.

Zhatfiel colocó una de sus manos en el hombro de Behemoth y le dió un apreton.

—Vamos, Behemoth. Necesita asimilar esto — susurró.

Laila les había dado la espalda y trataba de tomar todo el aire posible para llenar sus pulmones, tenía los ojos cerrados con fuerza. Cuando escuchó la puerta cerrarse unas lágrimas salieron de sus ojos y soltó un sollozo.

Pero eso no podía ser cierto Behemoth mentía y sus padres podrían corroborarlo

Se dió la vuelta y salió de la habitación con decisión.

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