VEINTIUNO

13 7 0
                                    

El chico de suéter gris caminaba en el cub y se abría paso entre las personas que bailaban en la pista.

Él estaba en  busca de dos personas en especial que ya había visto pero se le perdieron entre la cantidad de adolescentes borrachos que allí se encontraban.

La música estridente del club le hacía doler la cabeza, el piso vibraba de vez en cuando y algunas chicas se le pegaban al cuerpo para bailarle, pero él las apartaba con rapidez.

Estuvo cerca de darse por vencido el tiempo se le estaba acabando y no podía seguir merodeando en el club, pero justo en ese momento en lo alto de las escaleras los vió, sentados  mientras hablaban con tranquilidad.

Un hombre  calvo con una chaqueta de cuero, de baja estatura con hombros cuadrados y un chico más joven de cabellos cenizos, ojos color ámbar y por lo que parecía estaba usando delineador de ojos.

El chico de suéter gris se acercó a ellos con cautela, tenían al rededor de ellos a unas cuantas chicas mundanas de vestidos cortos y de brillantes colores quienes les sonreía ampliamente y bailaban a su alrededor.

Cuando el chico de suéter gris estuvo lo suficientemente cerca los dos demonios se percataron de su presencia y se tensaron.

— Tranquilos caballeros, tranquilos— les dijo con una sonrisa irónica — sé que  hemos tenído nuestra diferencias en el pasado, pero ahora vengo a ofrecerles un negocio— les dijo con sensualidad.

El chico de suéter gris se sentía cómodo y tranquilo sabía que aquellos dos no podrían ni querrían rechazar su oferta, era simplemente magnífica.

El chico más pequeño, el que usaba delineador le habló al otro en el oído mientras que movía las manos con rapidez.

Estaban considerando su oferta, o eso pensaba el chico de suéter gris y volvió a sonreír ampliamente.

Pero para la sorpresa del chico de suéter gris, el hombre calvo alejó a la chica morena  de vestido rojo de lentejuelas con rudesa y se acercó a este para luego tomarlo del cuello y pegarlo contra la pared, hizo una mueca de dolor cuando el hombre calvo le tocó el dorso del brazo, contuvo un quejido, mientras cerraba los ojos con fuerza.

— Señores, señores. No esto no es  necesario, vengo en son de paz pueden escucharme y luego decir que harán conmigo o pueden golpearme ahora y no descubrir cual era mí propuesta— le dijo con tranquilidad, el hombre calvo acercó su puño con fuerza mientras que el chico del delinado veía con tranquilidad, movía la pierna derecha al ritmo de la música, como si nada pasara— Pero les aseguro que les conviene escucharme— le frenó.

Para la suerte del chico de suéter gris, el chico de ojos ámbar chasqueo los dedos, que se escucharon impresionante fuertes y el hombre calvo soltó al chico de suéter gris, el cual cayó sentada en una en el suelo, tosió un poco y volvió a sonreír

— Debo admitir que me sorprende mucho que vengas hasta nosotros. — le habló el chico del delinado, su voz era profunda y calmada, seguro de si mismo como si no tuviera nada que perder, como si él fuera tuviera el control.

Eso hizo sonreír internamente al chico de suéter gris porque el sabía que no era cierto pero iba a dejar que él se confiara.

Recuperó la compostura y volvía a estar de pié.

— Sabes muy bien sobre las disputas que hay entre nosotros ¿Es a caso un encargo de tu adorado padre? Porque siempre viene a nosotros a por el trabajo sucio — le sonrió

— En lo absoluto, esto no tiene nada que ver con mí padre — le contestó el chico de gris mientras le sonreía de vuelta.

El chico de cabello cenizo miró pensativo al chico de gris.

PECCATUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora