Laila se encontraba otra vez en la iglesia, pero está vez era el brillo de la luna el que se filtraba entre los murales. La pelirroja caminaba por el pasillo mientras pasaba su mano entre las espaldares de los bancos de madera, no sabía que hacía ni porque se encontraba ahí y menos sin la compañía de Zhatfiel. Pero había algo que la había impulsado a ir aunque no supiera que era.
No había nada en especial esa noche, todo parecía estar igual que ese día por la mañana. Se dió cuenta que de manera inconciente que se encontraba buscando nuevamente el mural que había visto brillar, pero no estaba.
Siguió caminado con la mirada fija en el techo mientras que sus pasos dejaban un rastro de ecos a al andar. Hasta que tropezó con uno de los bancos de madera y posó su mirada en el piso de mármol negro, se dió cuenta como ante sus ojos se grababan unas palabras escritas en dorado brillante, era el único lugar que parecía tener luz propia, brillante y majestuosa de verdad.
"Fatum est tibi appropinquare cum Salute vestra et invenies verum quod corruerit proditor angelus, quem amiserat invenies"
Parecía que las palabras se hubieran bordado en el piso con anterioridad, pero brillaban con una intensidad como si fueran hecha con oro puro. El brillo que despedían era tal que Laila intentó tocar el grabado con las manos para verificar que era real, que no había imaginado que aquellas palabras aparecieron allí y realmente pudo sentir los bordes de las palabras como si siempre hubieran pertenecido a esa parte del suelo.
La pelirroja un tanto alarmada dió un pasó atrás.
— No te asustes, es normal que los mensajes del cielo lleguen de manera extraña—le dijo una voz masculina desde lejos. La voz era musical y agradable como una pista de jazz suave.
Laila miró a todos lados alarmada pero no sé encontraba nadie a su alrededor.
— No te esfuerces, por más que lo intentes no podrás verme si yo no lo deseo — le contestó con tranquilidad.
—¿Entonces que quieres de mí? — le preguntó a la defensiva— ¿Qué significa esto?— señaló las palabras doradas grabadas en el suelo.
El hombre de la voz soltó una carcajada.
— No yo quien debe darte las respuestas que necesitas, ese es tu deber descifrar los requerimientos del cielo para ti. Por mí parte solo puedo darte un consejo. Confía solo en tu propio instinto y busca a quien siempre a intentado salvarte. — le dijo con tranquilidad.
— Pero ¿Quién es esa persona? ¿Quién eres tu? — le preguntó ella confusa.
— Quién soy no importa ahora y no importará luego. Solo sigue mí consejo y espero no volver a encontrarnos— se despidió mientras que se oía el chasquido de dedos.
Laila despertó, abrió los ojos de golpe. Con la mirada en el techo podía ver aún las palabras gravadas en oro que estaban en el piso oscuro de la iglesia. Pero Laila sabía que esas palabras no estaban realmente en su techo.
Se levantó con rapidez, tomó un lápiz y papel. Empezó a hacer trazos y líneas de las letras tal cual las había visto, hasta las coloreo de color dorado. Después de tener el dibujo listo aún no estaba segura de que decia o que significa aquellas palabras, recordaba vagamente ciertas palabras que había aprendido en la optativa de latín que había aprendido en la escuela pero nada parecido a aquello.
Tomó las llaves de Chely de la cocina y se detuvo antes de salir.
¿A dónde voy? se preguntó. Su primera opción era ir a casa de Behemoth pero aún estaba molesta con él por su comportamiento en todo el día. Se mordió la punta de la uña del dedo índice.
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PECCATUM
Teen FictionUn pequeño secreto por años oculto debía estar. Una pequeña niña de cabello rojizo escondida en el mundo humano se quedará. Más a salvo no se encuentra ya. Un ángel y un demonio la han de ayudar a encontrar al ángel y revelar la verdad. Más sin emba...