—Tu— le dijo el rubio por lo bajo — tu eres la única persona que puede ayudarme.
Más dudas surgieron en la mente de Laila, que a duras penas había logrado asimilar el hecho de que en su habitación se encontraban nada menos que un ángel y un caído, la maldad y la bondad personificada. Casi parecía una de esas películas de adolescentes como crepúsculo, salvo que ninguno de ellos tenía colmillos de vampiro o el pelaje de un hombre lobo. Ahora también tenía que intentar encajar en todo ese rompecabezas que ella era la única que podía encontrar a un ángel perdido. Ella que estaba completamente segura de que desconocía el paradero de quien sea que fuera aquel ángel desaparecido porque ni sabía dónde se encontraba ella misma en ese momento.
—¿De qué hablas? Yo no ... — empezó a hablar, Laila sentía la garganta seca y quiso tener un poco de agua en ese momento o algo que tragar para poder pasar el nudo que se le había formado en la boca del estómago— yo no conozco a ningún ángel ¿Cómo voy a saber dónde está? — le preguntó con firmeza, mientras veía directamente a los ojos verdes de Zhatfiel en los cuales aún se reflejaba la preocupación por ella. Podía notar que le temblaban las manos y que había intentado ocultarlas detrás de su espalda. Behemoth seguía sin mirarla y en cambio daba vueltas por su habitación mientras echaba un ojo a las cosas que había por encima de su mesa de dibujo.
— preciosa perdona que te lo diga, pero si que conoces a un ángel— le contestó el pelinegro desde atrás tomando en sus manos el dibujo que había sido arrugado, el dibujo en el que una pequeña Laila corría hacia los brazos de un ángel pelirrojo, Ariel. Laila había hecho todo lo posible por estirar el papel y restaurar el dibujo a su estado original, pero a pesar de que hasta incluso lo había planchado aún se podían apreciar las arrugas y la parte que se había roto. Ella sabía muy bien que ya ese pequeño dibujo no servía, estaba arruinado y jamás volvería a ser el mismo, pero aún así le era muy difícil deshacerse de el. Siempre dejaba una parte de ella en cada dibujo que hacía y aún más cuando era un dibujo de Ariel, ahí se encontraba su verdadera esencia, lo que tanto ocultaba. A la pelirroja se le vino el mundo a los pies y fue como si le hubieran echado un balde de agua fría en la cabeza, bajó la mirada a sus piernas y empezó a concentrarse en que su respiración fuera profunda y constante.
—Laila, el ángel perdido es Ariel..— le confesó el rubio dejando las palabras flotar en el aire, mientras Laila volvia a subir la mirada para encontrarse con 4 pares de ojos pertenecientes a Behemoth y Zhatfiel, ella los observó fijamente por un momento mientras se repetía en su cabeza : "el ángel perdido es Ariel".— necesito que me digas todo lo que sabes, por favor — le suplicó.
—Vayanse— murmuró tan bajo que ni siquiera ella misma supo si las palabras salieron de su boca o si simplemente había pensado en decirlas.
— Entiendo que esto pueda ser difícil para ti, pero Ariel tenía una gran conexión contigo y estoy seguro...— le siguió hablando Zhatfiel, no la había escuchado estaba tan concentrado en decir las palabras justas que no se percató que la pelirroja había murmurado para que la dejaran sola.
— Necesito que se vayan— dijo esta vez más fuerte y con más seguridad, las miradas de ambos chicos pasaron de ser preocupadas a confundidas en una milésima de segundo. Ella les había pedido que le contaran lo que estaba ocurriendo y ahora los echaba de su casa, no podían entenderlo. Así como Laila no podía y no quería terminar de entender lo que ambos necesitaban de ella.
—¿Disculpa?— le preguntó Behemoth sorprendido pero aún así su serenidad y seguridad seguían intactas.
— Por favor, váyanse— les suplicó y en esta ocasión no fue necesario que los dos chicos se vieran, porque Behemoth fue el primero en abandonar la habitación. Salió como si estuviera impaciente por hacerlo, como si fuera él el que no soportaba todo ese espectáculo. Zhatfiel la miró con preocupación y con anhelo, no quería dejarla sola, quería protegerla y decirle que todo estaría bien, que ella estaría bien, pero también entendía que no podía forzarla a entender, ni a querer escuchar todo lo que él tenía para decir debía darle su espacio y sin embargo después de la reacción que había tenido no se fiaba de que la pelirroja pudiera recuperarse sola. No quería que ella se desmoronara y mucho menos sabiendo que sería por su culpa. Aún así la mirada de Laila era firme y le decía que no estaba dispuesta a tolerar una negativa a su decisión, el rubio observó la puerta por donde había salido Behemoth y luego volvió a ver a la pelirroja para finalmente suspirar y salir de allí.
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PECCATUM
Teen FictionUn pequeño secreto por años oculto debía estar. Una pequeña niña de cabello rojizo escondida en el mundo humano se quedará. Más a salvo no se encuentra ya. Un ángel y un demonio la han de ayudar a encontrar al ángel y revelar la verdad. Más sin emba...