Laila tomó sus cosas de la parte trasera del vehículo y se cambió la camisa y el short con rapidez.
Se adentró nuevamente en la camioneta, en el asiento trasero y se recostó, mirando el techo mientras clavaba sus uñas en las palmas de sus manos, era un viejo habito que había adquirido cuando era pequeña y se enoja con rapidez, solía llevar las palmas heridas con los rastros que sus uñas dejaban en ellas. Se quedó observando el techo del auto hasta que sus ojos se cerraban solos.
No supo cuánto tiempo pasó, ni cuánto habían tardado sus padres y Evan en llegar al auto después de que ella quedara dormida.
Se había despertado y se dió cuenta que su cabeza estaba apoyada en algo, el terror recorrió su cuerpo por un momento hasta que sus ojos se abrieron y los marrones de Evan la observaron con ternura.
—Todo está bien Lali, puedes seguir durmiendo—le dijo mientras le acariciaba el cabello.
—Lo siento—murmuró la pelirroja.
— shhh, shhh todo está bien —la arrullo
Laila cerró los ojos de nuevo y ocultó sus palmas sangrantes y heridas, ya no pudo dormir, pero tampoco quería enfrentarse a las preguntas de sus padres, así que sólo fingió que lo hacía por todo el camino.
— Oh Axel ¿Crees que nuestra niña está recayendo? —preguntó la madre de la pelirroja con preocupación y en un tono bajo.
—No cariño, ella va a estar bien— le contestó en tono tranquilo y le regaló un sonrisa débil. A la pelirroja se le encogió el corazón.
Días después se encontraba nuevamente viendo por la ventana hacia el café de la esquina, en donde ahora observaba al empleado limpiar las mesas y barrer la entrada, se quedó absorta en esa escena por un rato, hasta que Jeff se aclaró la garganta.
—Voy a tener que cubrir esa ventana cuando estés aquí—se lamento con cierto grado de diversión, la pelirroja se volvió para verlo.— ¿Qué ocurrió en la playa, Laila?— le preguntó con una ceja alzada, ella trago con fuerza y ocultó sus palmas que aún tenía pequeños rasguños, que había dejado sus uñas, se aliso el vestido azul claro. —Tus padres me dijeron que...— lo interrumpió
—Solo me asusté, Evan me estaba hundiendo en el agua y me asusté, solo estaba jugando, ahora lo sé— le dijo por lo bajo.
—¿Estás segura? Porque tus padres dijeron...—Jeff se veía preocupado y un poco cansado, la pelirroja respiró hondo.
—Sabes como son, están preocupados, estoy bien Jeff. Lo juro— le sonrió, pero las palabras le dejaron un mal sabor de boca.
—Laila, te recuerdo que si no eres honesta conmigo no estamos haciendo nada, para poder ayudarte es necesario que hables y confíes en mí— suspiró.
Las preguntas de Jeff eran las de rutina y Laila contestaba de manera automática a todas ella.
Se sentía mal por no decirle la verdad a su psicólogo, pero no podía arriesgarse a estar de nuevo encerrada en ese lugar.
La sesión terminó y está vez a la pelirroja no la esperaba nadie. Caminó con lentitud y con la vista en su zapatos blancos, se dejó llevar por sus pies hasta un parque.
Un parque lleno de papás con sus hijos jugando y personas paseando a sus mascotas. Laila se sentó en un banco mientras se acariciaba la palma de la mano izquierda, pero una risa tierna de una niña de unos 4 o 5 años que corría por el césped tratando de evitar que su madre la alcanzara llamó su atención.
La vista de la pelirroja se quedó posada sobre la madre de la niña y por un momento pudo ver a Ariel, sonriéndole alegre, la pelirroja parpadeo rápidamente y ya la madre y su hija no se encontraban ahí. Los recuerdos la envolvieron.
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PECCATUM
Teen FictionUn pequeño secreto por años oculto debía estar. Una pequeña niña de cabello rojizo escondida en el mundo humano se quedará. Más a salvo no se encuentra ya. Un ángel y un demonio la han de ayudar a encontrar al ángel y revelar la verdad. Más sin emba...