Laila se sentía muy ansiosa movia la pierna derecha rítmicamente y se mordisqueaba la uña del dedo índice, pero más que nada le inquietaba el silencio que predominaba entre ellos, era un silencio absurdo y bastante molesto porque Behemoth solo le había hecho una afirmación y luego, simplemente se había callado. Laila se había quedado sin nada más que decir, pues ¿Qué más podría agregar? ¿Salvar ángeles en peligro es mi especialidad? Pues no, jamás había salvado ni siquiera a una hormiga, nunca le había interesado salvar nada en realidad, ni siquiera a si misma. Behemoth se puso a juguetear con una de las puntas de la almohada despreocupadamente, casi ignorándola, como si esperara que ella desapareciera. Mientras que Laila trataba de contener el impulso de empezar a mover la silla, para rodar por la habitación y hacer algo de ruido con el contacto de las ruedas con el piso de madera pulida, no soportaba estar tan tranquila o callada por tanto tiempo. La habitación de Behemoth era bastante organizada, casi como las que ponen como modelos en las tiendas en donde venden cosas para el hogar, casi parecía fría como si solo se preocupara por dormír en ella sin dejar ni rastro de su verdadera personalidad. La pelirroja se había imaginado que un demonio estaría lleno de caos y desorden, pero al parecer se equivocaba. No había fotos ni retratos, ni balones o trofeos, nada que pudiera indicar que le pertenecía.
— No logro entender cómo encajo yo en toda esta historia— murmuró y era cierto ¿ Por que ella? No tenía ningún sentido, habiendo tantas personas en el mundo para elegir, sin duda mucho más estables y mejores.
Behemoth la miró con una ceja alzada casi como si hubiera podido leer las dudas en su rostro.— Yo tengo mis propias sospechas la verdad, pero la persona que realmente puede responderte eso es Zhatfiel. Yo no sé el porque está involucrada una humana en todo este asunto. Pero si puedo explicarte porque estoy yo aquí.— suspiró, se levantó de la cama y empezó a caminar por la habitación, el pantalón de pijama que se había puesto era de cuadros rojos con verde, la tela era viaje y se veía un poco raída, pero aún así se ajustaba a su cintura con firmeza para luego quedar olgado hasta el inicio de sus tobillos, le quedaban un poco cortos como cuando de pequeño dabas el estirón y tus pantalones de colegio empiezan a dejar ver el inicio de tus medias. Estaba descalzo y pisaba con gracia, como si bailará sobre la habitación con delicadeza y sin un ritmo aparente. — Las guerras entre el cielo y el infierno son mucho más comunes de lo que un humano podría pensar. Estamos en un constante conflicto. Ya sabes los caídos jugamos a cabrear a los angeles de vez en cuando o alguno de esos nos acusa de robar cualquier cosa. Somos como dos hermanos que pelean sin parar por cualquier motivo, pero eso había parado un poco y todo estaba relativamente bien, estabamos como en una especie de tregua silenciosa o algo por el estilo. Los demonios se encargaban de sus asuntos y los angeles se quedaban encerrados en su linda y aburrida torre de marfil pulido y perfecto, lo mejor de todo sin molestarnos. Hasta que hace un par de años unos angeles desaparecieron, sin más, sin dar rastro alguno de a dónde iban o de si regresarían. Claro que para Dios y para el resto de los ángeles es muy extraño que alguno de ellos deje su hogar sin que sea estrictamente necesario. Como dicen, están en el paraíso ¿Por qué alguien querría salir de ahí?— torció los ojos — Pues bien, por ello pusieron a los arcángeles, los guerreros del cielo a buscar a sus hermanos perdidos como sabuesos por la tierra, no debía quedar ni un sola piedra sin revisar. Pero no los encontraron, de modo que volvieron al cielo con la triste noticia y sin pensarlo dos veces nos echaron la culpa, a nosotros, a los caídos de haber secuestrado a esos angeles de manera deliberada. Cómo una especie de extorsión,algún tipo de castigo ...
— Y ¿Lo hicieron? — lo interrumpió ella.
El pelinegro caminaba en círculos mientras explicaba la historia, tenía las manos entrelazadas detrás de la espalda, los hombros un poco encorvados, la vista en sus pies o en algún objeto de la habitación y cuando ella lo interrumpió la miró sorprendido, ella se aclaró la garganta y se incorporó en la silla, causando que se moviera un poco hacia la derecha, las ruedas sonaron débilmente por el contacto con el suelo, Laila cerró los ojos y se maldijo en silencio por parecer tan nerviosa. El sol entraba débilmente como la neblina entre los espacios mal cerrados de las cortinas blancas y uno de esos leves destellos de luz traviesa le atrapaba el cabello al pelinegro, dejándolo rodeado por un aro de luz, casi se veía perfecto. Con su torso desnudo y blanco brillando como una farola en medio de una noche oscura.
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PECCATUM
Teen FictionUn pequeño secreto por años oculto debía estar. Una pequeña niña de cabello rojizo escondida en el mundo humano se quedará. Más a salvo no se encuentra ya. Un ángel y un demonio la han de ayudar a encontrar al ángel y revelar la verdad. Más sin emba...