OCHO

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El fin de semana transcurrió con normalidad, la pelirroja se levantaba temprano para tomar el metro e ir al hospital  para poder ver a su padre, quien estaba mejorando visiblemente.

Por otro lado, Zathfiel y ella habían empezado a llevarse muy bien, tanto que esos días le había dejado una manzana verde junto al desayuno de su padre.

  Pero ya era lunes y tendría que volver a su pequeña "realidad" iría a la escuela y luego visitaría a su padre. La jornada escolar estaba a punto de acabar, solo faltaba la clase de literatura y podría irse al hospital, aunque su padre había mejorado notablemente no le gustaba dejarlo solo.

La pelirroja esperaba que sólo fuera cuestión de entregar su cuento e irse.

— Buen día muchachos, hoy es un día interesante ¿Emocionados? — les  preguntó con carisma, se escucharon murmullos— Bien, hay que empezar.

Los minutos pasaban al igual que sus compañeros de clase leyendo sus historias. Laila no podía decir que eran malas o aburridas, solo podía mirar el reloj y esperar que todo terminara de una vez.

— Muy interesante, señor Martínez — dijo el profesor Marlon no muy convencido— Por último escucharemos a la señorita Henman — dijo mientras leía su lista.

Todas las miradas de sus compañeros se posaron en ella, mientras  se levantaba de su asiento, después de soltar un suspiro.

Observó al profesor, quién le devolvió la mira con una ceja alzada y haciéndole una señal para que tomara lugar al frente de la clase. Laila tomó su cuento entre sus manos y se dirigió al frente.

— Bien señorita Henman ¿Con qué piensa sorprendernos el día de hoy? — le preguntó el profesor algo aburrido.

La pelirroja se aclaró la garganta y tomó una larga bocanada de aire.

— Mí cuento se llama peccatum, es sobre un ángel y un demonio que se enamoran — dijo ella mientras sostenía con fuerza el cuento.

— Suena prometedor, si es tan amable de regalarnos un pedazo de su obra— le dijo el profesor haciendo un ademán para que empezara a leer.

Todos sus compañeros la observaban, algunos atentos, otros aburridos. Laila enderezó su postura y abrió el libro casi hasta el final, se aclaró la garganta nuevamente y empezó a leer.

— A pesar de la conocida ley que prohíbe las relaciones entre los ángeles y los demonios, Ariel y Dis no pudieron evitar sentirse atraídos el uno por otro.

Las  historias sobre ángeles o demonios que se enamoraban de algún mundano era muy conocidas, pero jamás existió, ni siquiera un rumor sobre el amorío de un ángel con un caído.

Fue como la historia de Romeo y Julieta, los Capuleto odiaban a los montesco  por conflictos del pasado y sin embargo todas sus generaciones siguientes tendrían como legado odiarse a muerte.

Pero la historia de Ariel y Dis fue diferente, se conocieron por accidente y su romance fue sincero. Tanto que su amor se consumió en un bebé.

Al  enterarse de la noticia ambos decidieron huir al mundo humano para poder tener a su primogénito "a salvo" de sus pares, a pesar de saber que entre el cielo y la tierra no hay nada que pueda ocultarse a lo ojos de Dios.

Los nueve meses de embarazo de Ariel transcurrieron sin inconvenientes y la pareja vivía feliz en una cabaña, ilusionados con la idea de tener una familia.

Pero el día del nacimiento del bebé, Ariel empezó a tener contratiempos, empezó a ponerse mal y complemente débil, tanto que Dis empezó a preocuparse por la vida de su amada y su bebé.

PECCATUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora