Capítulo 33

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Capítulo 33:

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24 de Junio.

Mis manos estaban apoyadas sobre mis rodillas y un extraño hormigueo en mi estómago no me dejaba pensar con claridad. Era la primera vez que intenta entablar una conversación con mi madre después de todo el desastre que causamos en la cena con Amelia y su familia.

Me mordí el labio inferior con fuerza haciéndolo sangrar, era algo que había estado haciendo con frecuencia últimamente.

—Llevas veinte minutos sentado en ese sofá sin decir nada, ¿qué pasa? —Mi madre levantó la mirada de los papeles que estaba leyendo. Con una ceja alzada y sus lentes más abajo del puente de su nariz me miró esperando una respuesta.

Tragué grueso e inmediatamente me sentí más ansioso. ¿Es normal temerle tanto a tu madre?

—Solo viene para preguntar algunas cosas.

—¿Ah, sí? Te escucho. —Sorprendiéndome dejó los papeles a un lado y me miró con interés.

De repente, me pareció que tomé una mala decisión en acercarme a mi madre para preguntar algo que tranquilamente lo podría haber buscado por internet.

—Pues, en realidad dos —dije, no muy seguro.

También habría podido preguntarle a Lee sin tanto royo y ahorrarme la mirada intimidante de mamá.

—Estuve pensado en... —Tomé una gran bocanada de aire—¿Es difícil convertirse en donador?

Soltó una carcajada burlona cuando me escuchó, la miré con seriedad esperando a que se tranquilizara. Se limpió algunas lágrimas aún con la sonrisa burlona en su rostro, pero esa expresión se esfumó cuando vio la mía.

—¿Qué?

—Quiero convertirme en donador —dictaminé.

Los ojos de mi madre se abrieron tanto que tuve un leve sentimiento de arrepentimiento por haber soltado esa noticia de forma tan directa.

—Es por esa chica, ¿no?

—Esa chica se llama Amelia y es mi novia —dije.

—Keelan —dijo, y tomó una bocanada de aire antes de seguir—, siento por lo que está pasando Amelia, pero tienes una vida por delante. Lo que sea que estés pensando en este momento no es buena idea, ¿bien?

—¿Lo que sea que esté pensando? ¿A qué te refieres? —pregunté, con el ceño fruncido.

—Tengo una amiga que nos puede ayudar, creo que las secciones con el doctor May no están funcionando —habló para ella.

—No necesito otro psicólogo. El doctor May es muy bueno en lo que hace —admití.

—Esto es mi culpa... —dijo, acercándose a mí. Me miró directamente y su expresión de preocupación me sorprendió—. Sé que tú infancia no fue sencilla, también sé que yo tampoco te la puse fácil, pero tienes que saber que no todo es malo, ¿lo entiendes?

Un corazón para Amelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora