Capítulo 10

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Capítulo 10:

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07 de abril.

El chico sentando junto a mí me lanzaba miradas de duda, mientras yo llevaba por segunda vez la botella a mi boca. El líquido era extraño para mí, recorriendo mi garganta y quemando un poco, causando que arrugase la cara y echara la cabeza atrás.

—No creo que...

—Calla, Keelan —lo reñí por quinta vez.

—De acuerdo, sólo decía. —Subió las manos como signo de rendición.

Solté una risilla tonta.

Veinte minutos después y media botella, creo que pasaron veinte minutos, no estoy muy segura. Mi cuerpo se sentía ligero, y la habitación absurdamente gigante daba vueltas, vueltas lentas.

—¿Me miraras todo el rato? —le pregunté, sin dejar de reír.

—No te estaba mirando —dijo.

—Claro que sí, mentiroso. —solté una carcajada.

¿Qué tanto me da risa?

—Creo que ya has bebido suficiente.

—Oh, vamos, pensaba que mi padre se había quedado en casa. —Intenté bromear. Extendió la mano para quitarme la botella, pero se lo impedí.

—Suelta —le dije, dándole un golpe a su mano y él rodó los ojos—¿Quieres beber conmigo?

Negó con la cabeza.

—No.

—Pero que genio, no pareces el mismo —le dije—¿Tienes la regla o qué?

Keelan trató de parecer serio.

—Vamos, relájate. Pareces una señora de cuarenta que el marido la dejó por un hombre.

—¿Siempre hablas tanto? —preguntó.

—Algunas veces. —Me encogí de hombros—. Lo que sucede es que, no me conoces, Harris.

Frunció el ceño.

—Nunca se termina de conocer a una persona. —dijo, con la cabeza agacha.

Busqué un rastro del chico sonriente que conocía, pero no había nada.

—Es obvio, tienes la regla. —Le molesté un poco.

Pareció pensar en algo por un momento, pero luego dijo:

—A la mierda. —Me arrancó la botella y se la llevó a los labios.

Sonreí, no porque bebiera conmigo, sino porque sonrió solo un poco, al menos.

(...)

—¿Por qué tenías tantos animales? —me preguntó riendo, inclinó la cabeza un poco y pude ver sus ojos más de cerca.

Un corazón para Amelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora