Capítulo 14

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Capítulo 14:

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18 de Abril.

Era la última clase del día, Lee no dejaba de hablar y hablar sobre el examen de la semana siguiente. Observé a mi alrededor y en verdad me divertía ver las caras de preocupación de los demás. Mi padre solía tener el don de intimidar a cualquiera, podía ser muy agradable, pero cuando se trataba de dar una clase parecía un Thanos con cabello rubio. Y conmigo no había excepción, recuerdo cuando trataba de persuadirlo para que me “ayudara” con mis tareas o que me diera las respuestas del examen. Nunca sucedió, y fui muy iluso en creer que si entraba a su oficina encontraría mis calificaciones y podría cambiarlas.

—Chicos, ya pueden recoger sus cosas e irse. Nos vemos el próximo lunes. —Se despidió mi padre.

—Era hora… —suspiré. Estaba ansioso por salir de ahí.

Tomando mis cosas sin esperar a Logan, salí  del salón. Busqué las llaves de mi auto en mi mochila. Estaba tan nervioso que parecía que tenía las manos como de mantequilla, causando que se cayeran las llaves.

—Creo que estas son tuyas. —Escuché una risita nerviosa.

La reconocí al instante.

—Gracias —le dije, caminé para marcharme, pero colocó una mano en mi hombro.

—Keelan, espera —pidió.

Me giré para encararla, no pude emitir palabra alguna. Sus ojos verdes me suplicaban como lo hacía antes cuando quería que hiciera algo por ella.

—¿Podemos hablar?

Me debatí internamente por unos segundos, ¿por qué querría hacerlo? Después de todo, después de todo seguía sintiendo que Annie era importante para mí.

—¿Qué quieres hablar? —Suspiré

Annie tomó un rizo de su cabello y lo escondió detrás de su oreja, estaba nerviosa.

—Quería disculparme otra vez. Has estado tan ocupado con las practicas del campeonato y me imagino que con los exámenes finales, que no he tenido la oportunidad de hablarte.

—Pues, bien. —No sabía que decirle.

—He pensado mucho y me gustaría intentarlo, empezar desde cero —dijo, con una sonrisa forzada.

Por un momento me hubiese gustado soltarle una carcajada sarcástica o algún comentario grosero. Pero, ¿qué ganaría? Ya estaba hecho, Annie me había herido de la peor manera.

—Annie, no creo que eso pueda pasar. Ya está hecho, ¿vale? Juro que te quiero, pero…

—Si me quieres, ¿por qué me rechazas? —Sus ojos se cristalizaron y por impulso di dos pasos hasta ella.

Un corazón para Amelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora