Capítulo 15

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Capítulo 15:

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18 de Abril.


Esto debía de ser una broma.

Abrí más los ojos, mirándola de arriba abajo. Estaba más hermosa que nunca. Su cabello castaño lo llevaba suelto y lacio, con algunos reflejos claros. Su rostro tenía más color y sus labios se veían más provocativos con ese labial rosa. Tragué saliva en cuanto vi que llevaba puesto; su ropa holgada y gris había desaparecido. Debajo de su delantal negro tenía una camisa ajustada y una falda.

Cuando llegara a casa tendría que darle un reconocimiento a Kate por hacer resaltar más lo bonita que era Amelia. Pensé.

Dejé de sonreír cuando observé a algunos chicos lanzándole miradas descaradas a la castaña, y otros se acercaban a ella diciéndole cosas. Noté como ella se ruborizaba, mientras reía nerviosa.

—Kate hizo un buen trabajo —le dije, acercándome a ella como quien no quiere la cosa. La miré de reojo.

Y sonrió.

—Lo sé, ella es asombrosa —dijo, mientras escribía algo en su libreta.

Se acercó a un chico rubio que la recibió con una gran sonrisa. Amelia hablaba mientras él recorría todo su cuerpo con sus ojos. El rubio le dijo algo y ella se rió escondiéndose un mechón detrás de la oreja.

¿Qué está sucediendo?

—Hoy estás siendo muy popular —admití, cuando se acercó de nuevo.

Se encogió de hombros.

—Lo normal, solo están siendo amables.

Alcé una ceja.

—¿Amables? Esos idiotas te están coqueteando —lo dije, lo suficientemente alto para que los tontos de atrás me escucharán.

—Por mí está bien. —Volvió a encogerse.

Tony, el cocinero, le entregó un plato, ella lo cogió y lo llegó a la mesa del chico rubio.

No debía estar de pie vigilando los movimientos de Amelia, o mejor dicho, de los de los chicos. Pero fue lo único que estuve haciendo desde que llegué. Me enloquecía ver como la castaña se ruborizaba mientras los idiotas la comían con la mirada y le decían chorradas sólo para llamar su atención.

No es que me importe, sólo... sólo me saca de quicio ellos. Los jodidos imbéciles que no pueden ver una falda porque enloquecen.

Necesito que el turno termine. Pensé con un suspiro.

—Carl me invitó a salir —me dijo Amelia. Noté como se mordía el labio y sus mejillas rosadas se inflaron.

—¿Quién?

Un corazón para Amelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora