- ¿Qué haces en la capital del Reino Tierra? - pregunté mientras caminábamos por las calles.
- Me sentí mal por lo que pasó entre nosotros, fui a Omashu a buscarte y al ver que fue tomada pensé lo peor... pero luego escuché como Aang y los demás detuvieron un taladro de la Nación de Fuego aquí, así que vine.
- No me dijeron nada, nos separamos y hace poco nos encontramos - dije deteniéndome en la puerta de la casa de Zuko - pues ya llegamos, fue un gusto verte... intentaré contactarme contigo pero ahora tengo cosas que hacer.
- ¿Cosas como qué?
- Pues... trabajo en el sanatorio de la parte baja de la ciudad y me dijeron que un muchacho necesita ayuda así que... - señale la puerta con la cabeza.
- No puede ser muy grave - dijo intentando tocar la puerta pero antes de que lo hiciera tomé su mano.
- Demasiado, muy grave... tiene pentaricela - fue lo primero que se me ocurrió - la carta que nos mandó su tío dice que tiene manchas moradas en la cara, está pálido, tiene fiebre y es demasiado contagioso.
- Pues creo que me queda decirte que tengas cuidado - dijo nervioso y asentí frenéticamente - y sobre lo que pasó.
- Sin rencor - dije antes de tocar la puerta - en cualquier momento van a abrir, te recomiendo ponerte a salvo.
- Cuídate - dijo antes de salir a paso rápido de aquí.
Algo que se de Shen, es que odia enfermarse
Cuando Iroh me abrió la puerta fuimos a ver a Zuko que seguía empeorando, seguí con mi labor de poner el paño en su frente y de revisarlo de vez en cuando. Cayó la noche y Zuko no hacía más que empeorar, ese si me preocupó y también preocupó a Nixie, al día siguiente desperté al escuchar a Zuko despertarse.
- ¿Qué pasa? - pregunté acercándome a él.
- Mi cicatriz - dijo tocando su ojo lastimado.
- Sigue allí, tranquilo tuviste una pesadilla - dije dando leves palmadas en su espalda.
- Parecía real.
- Los sueños son así, son tan reales que hasta parece que estás despierto - me acerqué a servirle té y note como miraba mis tatuajes - ¿Te pasa algo?
- ¿Cuándo aparecieron tus tatuajes?
- Aparecieron al atardecer en mi cumpleaños número 4, fue cuando me convertí en maestra aire... Aang nació con ellos, es algo peculiar que los Nómades aire nazcan con ellos la gran mayoría necesitan que se los hagan, tal vez haya sido eso lo que ayudó a identificarnos como los Avatares.
- ¿Desde cuándo estás aquí?
- Desde ayer - dije dándole una taza de té que tomó al instante.
- No tenías que hacerlo.
- Quise hacerlo - dije dando un sorbo a mi taza de té - te recomiendo prepararte, hoy mismo Iroh y tú se mudan a la parte alta de la ciudad.
- ¿Voy a seguirte viendo?
- No vas a librarte de mí tan fácil - le di un pequeño codazo - creo que ya debo irme, mis amigos se preguntarán donde me metí.
- Antes de que te vayas hay algo que quiero decirte - dijo apenado.
- Pues dilo - en menos de un segundo ya sentí sus labios sobre los míos, sin saber que hacer cerré los ojos y disfrute el momento, al separarnos me sonrojé un poco - linda charla.
- Cuando ya no tengamos que correr por nuestras vidas, me gustaría intentar algo... contigo - dijo igual de sonrojado.
- Pues... a mí también me gustaría - dije poniéndome de pie para cargar a Nixie - cuídate y descansa.
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Los últimos maestros del aire (SA 1º)
FanfictionHace más de 100 años, las 4 naciones: Agua, Tierra, la nación del fuego y los nómadas del Aire vivían en completa armonía. Todos los maestros estaban en contacto con su elemento natural. Pero había una persona que era capaz de controlar los cuatro e...