Último día

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YO V

Xu Wen recordó el último día que estuvo en la casa de Lana. Se sentía cansado de tanto jugar entre ellos. Había decidido sentarse en la orilla de la pileta y sumergir sus pies para pensar un poco en soledad. Habían pasado 5 minutos, y ya a su lado estaba ella. Su cabello estaba atado con dos rodetes, cosa que la hacía ver demasiado tierna.

-¿Por qué estás solo?-preguntó Lana mientras se recostaba en la falda de Wen-
Xu Wen sintió un gran nudo en su garganta, su corazón parecía tocar la piel y sus mejilla ardían como dos llamas gigantes de fuego.
-Estoy esperando la indicada- con algo de torpeza acarició suavemente el cabello de Lana-
Ella rió por su respuesta.
-Te pregunté, porqué estás solo ahora, en la pileta- Wen sintió mucha vergüenza y quiso esconder su rostro-
-Quería sentir el fresco aire de la noche- observaba como Lana jugaba con sus dedos-
El silencio fue una melodía muy dulce. Las estrellas parecían bailar para ellos con la brisa y sus hojas. Fue una noche brillante.
Sus compañeros decidieron unirse. Mateo corrió rápidamente para recostarse sobre las piernas de Lana, cosa que no les agradó a ninguno de los chicos, pero para ellos era normal. En Argentina, si sos amigo es muy normal.
En ese momento Lana y Xu Wen se miraron de una manera que me estremeció. Esos ojos verdes habían sido captados por la dulce y cálida mirada del chico más serio que había conocido. Mientras Wen seguía tocando la cabellera enredada de Lana sintió un gran impulso de probar esos labios que tanto le gustaban, aunque no lo haría sin su consentimiento, se lo diría,  pero al ver como los demás venían a su encuentro retrocedió a la acción. Estaba por admitirlo...tan cerca.
-Vení Lana, quiero hablar con vos un ratito- Mateo habló en español para solo Lana entendiera-
Los dos caminaron hasta la otra orilla de la pileta.
-¿Qué pasó? ¿Necesitás algo?-Lana lo miraba atentamente- Decime no tengás vergüenza-
Mateo tomó una gran bocanada de aire para hablar.
-Lana, cuando estuviste enferma casi muero con vos. El mundo sin tu sonrisa ya no tiene brillo. El sol se siente tan frío. Lana...-hizo una pausa- Te amo Lana, extraño esos momentos con vos. Fui un bol***, me sentía mal y cometí un error con Mariela- sus ojos estaba rojos al llorar- Si me decís que sí, voy a estar a tu lado para siempre-
Los demás observaban con curiosidad, no entendían lo que hablaban, pero si la situación.
Lana pensó lo que diría cuidadosamente.
-Mateo...Teo. Pensé lo que sentía por vos era amor, pero todavía no sé lo que se siente. Creo que me sentía conmovida. Te agradezco los momentos que pasamos juntos, dándome ánimo para no morir. También te agradezco tu sinceridad pero vos bien sabes que soy una adicta a estudiar y no tengo tiempo para una relación. Igual podemos seguir siendo amigos. -lo abrazó con fuerza-
Como un niño pequeño Mateo se escondió en el cuello de Lana. Besó sus mejillas con dolor.
-Sabía tu respuesta, pero quería intentarlo. ¿Vamos a la pileta?-
La tomó entre sus brazos y la lanzó a la pileta.
El resto siguió la corriente, sabían que había sido un rechazo. Pero no querían que el ambiente se arruinara.
Siguieron un buen rato hasta que sus cuerpos se agotaron y sus ojos cerraron.
A la mañana siguiente todos estaban en sus camas. Jony, como cariñosamente le llama Lana, había presenciado desde la oscuridad el suceso la noche anterior. Aunque no entendía de qué hablaban, entendía la situación y de cierta forma le alegraba y entristecía. Estaba atento de que nadie del exterior ingresara a la mansión, por lo que se perdió la diversión de los jóvenes, pero cuando volvió los vio todos amontonados durmiendo. Lana estaba sobre el pecho de Wen y la cabeza de Jesp reposaba en el abdomen de ella. Eso le dolió de una manera aterradora, pero aún así debía de velar por la salud del resto.
-Grupo 5 necesito a 6 personas que me ayuden a cargar a los jóvenes hasta su habitación- su voz sonaba molesta-
-Jefe, no somos niñeras- una de las guardaespaldas gruño-
-No repito otra vez. ¡Ahora!-exclamó-
Por un momento casi despierta a Lana. La vio moverse y aferrarse a Wen como su última espereza o como su dulce y último sueño. El grupo 5 llegó y cargaron a todos a sus habitaciones, él, prefirió cargarla hasta su habitación. Esas largas escaleras que tanto odiaba, ahora quería que no se terminaran. Sus cabellos desprendían un aroma a la fresca hierba de la mañana. Estaba algo sudada y tenía sus ropas sucias y aun así parecía una hermosa joven llena de vida. Su felicidad terminó al llegar a la puerta de la habitación de Lana. La dejo sobre su cama y con mucho cuidado la abrigó para que no se enfermara. Ahora debía marcharse, pero...¿Cómo dejar de mirarla? Su boca entre abierta con un pequeño hilo de saliva le daba un toque de ternura. Tocó ese cabello enredado que tanto le gustaba.
-Creo que me estoy enamorando de usted Lana- murmuró- Es tan especial y tan auténtica que brilla como la luna entre las mismas estrellas- finalizó mientras caminaba hasta la puerta-

Esa noche, la luna estaba llena y la lluvia se largó de nuevo.


El desayuno siguió siendo animado, se sentía casi hogareño. Los padres de Lana estaba encantados con el bullicio de estos adolescentes. Mateo se veía mejor, no parecía afectarle en cantidad el rechazado de nuestra protagonista. Wen se había hecho el dormido esa noche. Había sentido la necesidad de depender de los brazos de Lana. Jony se sentía abrumado y sin ganas de correr en la fría mañana. Y Bey Bey...te lo contaré más adelante. Estas amigas que nos presentó Lana, aunque parece que no prestan atención a sus alrededores son muy importantes. Ellas en este desayuno, se dieron cuenta que estos pequeños adultos estaban perdidos entre las redes de un amor correspondido y dos negados.

Y yo, bueno, creo que te le he dejado bien en claro, no es momento de presentarme. Ya me conocés, pero te dejo las pistas en mis palabras: soy parte de vos, y vos de mí. 

Una argentina en AsiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora