Latina

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LANA CASTINGER

-Señorita Castinger- sentía chasquidos en mis partes auditivas-

Con mucho esfuerzo mis ojos se abrieron con lentitud, visualicé el techo muy borroso, como si tuviera pelotitas en mis fanales. Mis palabras quedaron estancadas en mi garganta, podía sentir el ardor y la incomodidad que subía y bajaba por ella y mi nariz, esta estaba seca como una hoja en otoño y encendida como sol en verano.

-No hagas ningún esfuerzo- una mano me empujó levemente-

Nuestras miradas se encontraron haciendo pasar una corriente que hizo que mi vello de la piel se erizase con mucha facilidad. Algo confundida lo miré, no entendía como era posible que después de una" breve discusión "él estuviera a mi lado y más ayudándome. 

- ¿Desde cuándo estás acá? - sonreí débilmente-

- ¿Tú quién crees que te cargó? - su rostro se acercó de forma peligrosa-

Sin embargo, no retrocedí por su cercanía. Él se alejó con el ceño fruncido.

- ¿Por qué eres así? – preguntó algo intrigado-

- ¿Cómo? - seguí la corriente-

-Diferente a todas las chicas de acá, desafiante e interesante, es decir, tus rasgos, tu personalidad te hace diferente- enumeraba con sus largos dedos-

Con mucha gracia largué una débil carcajada, no sabía si era muy inocente él o yo. No me intimidaba, o si eso era lo que quería hacer no lo lograría. Las personas que lo podían llegar a realizar eran mis hermanos, de ahí nadie más. 

-¿Y mis rasgos y personalidad te pone incómodo? - acomodé mi cabeza en la almohada blanca-

Se encogió de hombros pensativos y algo confundido por nuestro intercambio de palabras" interesantes". 

-¿Qué piensan los demás de mí?- mi pregunta lo sorprendió-

-Llamas mucho la atención-realizó una pausa- todo de ti- señaló-

Eso no me agradaba, tenía miedo que algo llegase a suceder por ello, no porque me consideraba atractiva, porque posta, nunca pensé así de mí. Tenía miedo que sus padres lastimaran a mi familia, sabía que muchas personas de esta prestigiosa escuela andaban en cosas turbias, lo sé por el expediente de información que nos brindaron en la limusina. Perseguida o muy exagerada podés decirme, pero muchas veces tenés que pasar por situaciones que te llevan a desconfiar incluso de las sombras de los árboles. 

-¿Y cómo hago para pasar desapercibida?- toqué mi frente en forma de cansancio-

-No puedes escapar, te encontraron –

Su cuerpo descansó sobre un caño blanco y sonrió burlonamente. ¿Me encontraron? ¿Este se cree un personaje de una novela? Me sentía cansada y tenía sed.  

Sabía por qué estaba así, pero no tenía la intención de volver a pensar en ello. Esas palabras se marchaban en mi mente como si fuera una seña. 

Cada minuto parecía eterno, fui tomando fuerzas y recomponiéndome. El desconocido me ayudó durante una hora, él me traía agua y me ayudaba a caminar para no marearme. Me hacía recordar los momentos en el hospital con Mateo, todos mis amigos... y mis hermanos. La verdad, a pesar de lo raro e intenso que era, tenía que admitir que era una persona muy amable, carismática y atenta. No esperaba que fuera tan respetuoso, aunque en relación con lo que vi en el curso... no me cuadraba todo bien, pero no era tan malo, estaba muy agradecida hacia él y su amable compañía.

-Extrañas tu casa- lo dijo como si estuviera leyendo mi mente- Yo también lo hago-

Era más una afirmación que una pregunta y había dado en el clavo sin titubear, haciéndome sentir que por primera vez en la vida este raro desconocido leyera mi mente. Me sentía como transparente y eso no me agradaba. Con delicadeza y preocupación me acompañó a sentarme en la cama. Su rostro estaba de perfil mientras miraba por la ventana. Mis ojos se clavaron en él analizando detenidamente. Su nariz era fina y bastante pequeña, sus labios eran de un rosado pálido y algo gruesos, su mandíbula era muy marcada, haciendo que apariencia pareciera de un joven más adulto de lo que era, y su piel era lisa como papel manteca y muy pálido haciendo que sus ojos se resaltaran y no eran tan párpado mono.

-Por cierto me llamo Wen Xu-

Ese nombre no parecía coreano, lo sabía por las películas que había visto por parte de China y sonaba más de allí que si fuera nativo de Corea del Sur.

- Soy chino- sonrió mostrando una dentadura saludable-

Me sentí confiada que podía distinguir acentos, porque bastante mala soy en ello.

En eso entra el director interrogándome como me sentía, caminaba de lado a lado algo preocupado, era obvio, tenía miedo de que su remuneración económica dejara de existir por este hecho incómodo. El director rápidamente llamó a mi madre contándole de la situación y qué podía hacer la escuela, había una enfermera al lado de él que quería inyectarme una inyección que no sabía si era el remedio adecuado o no. Para ser sincera detestaba ponerme inyecciones y más, si eran fuertes para las venas, no era agradable sentir el líquido quemar. 

Podía ver como las gotas de sudor caían por la frente arrugada del director, se veía agitado mientras la voz de mi madre retumbaba preocupada y algo airada con la enfermera, pero podía entender que la situación no fuera buena para ellos.

Xu Wen era bastante compañero y comprensible, miraba un punto fijo sobre la pared blanca, ensordecido sobre sus pensamientos. Tenía su mano sobre su rostro, de vez en cuando me dirigía alguna palabra para distraerme, pero no era bueno en ello, aunque su buena actitud se debía de agradecer, no siempre alguien ayudaba en la causa de los desconocidos.  

Dentro de todo los desmayos, me sentía bien. De todas formas, los medicamentos surgieron un efecto rápido. Les dije que podía estar en la escuela, que no se preocuparan. 

Mamá llamó preocupada, su voz rechinaba de una manera extraordinaria en mi oído, quería que el chofer me buscara, pero me negué rotundamente, quería disfrutar mi primer día, aunque hasta ahora no me había ido muy bien.

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Espero que te guste.


Una argentina en AsiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora