LANA CASTINGER
Ya en la noche, su padre con su esposa se marcharon con Wen. Me había conmovido esa actitud, nunca había tenido que consolar a un chico, tenía que confesar que mientras lloraba se veía un atractivo extraño, pero se me encogía el corazón de verlo en ese estado. Aunque no entendía cómo se abrió ante mí, si fuera yo la que tuviera que contarle a alguien algún secreto mío, no lo haría con un desconocido que llegó hace una semana. Tal vez me vio como una amiga para confiar y ser sostén suyo.
No tenía apetito, me había recuperado en su mayoría, aunque me ardía mi vientre y mis manos dolían por el intenso calor. Era tarde, pero me dispuse a caminar por alrededor de la casa, quería ver lo grande que era, el pastito era verde y muy vivo, por un momento supuse que era artificial. La pileta era grande y por partes profunda, tenía tiempo de practicar como no tenía sueño y hacía calor, me puse el bikini que tenía e invité a mis padres, pero me dejaron plantada.
Me relajé en la parte pandita, no me animaba ir a lo profundo, tenía miedo. Me sentía incómoda, que los de seguridad se pasearan cerca de la pileta me ponía tímida, Jony les pidió que se retiraran y me dejaran sola.
-Lana, cualquier cosa aprieta el botón de seguridad que yo voy a llegar- dijo inclinándose-
Me ponía a pensar, esto no era lo que quería, vivir en una casa de varios millones de dólares, tener que ser perseguidos por los medios o incluso tener que estar vigilada por mi seguridad y no tener la privacidad deseada, pero era afortunada; había conocido a unas niñas maravillosas que me apoyaban y eran muy inocentes, también a Beojun, Jony, Jesp y Wen que era un caso especial desde el primer día. Un grito me sobresaltó, era mi madre que me decía que fuera a la cama que me iba a enfermar. Se podía escuchar su risa desde lejos.
No me había dado cuenta, era despistada, me había olvidado de mi toallón.
-¡Jony! ¿Podés venir?- dije avergonzada-
Corría desesperado y agitado.
-¿Qué pasó Lana?- su rostro se veía preocupado- ¿Está lastimada?- dijo mientras inspeccionaba mi rostro-
-No Jony, perdoná si te preocupé, te quería pedir un favor. Necesito un toallón.- miré su rostro en busca de alguna reacción-
Él solamente suspiró de alivio, por lo menos no se había enojado o eso creía.
-Venga Lana, se va a enfermar- me tendió su saco negro-
Me metí a la casa, tenía frío y no quería resfriarme. Mi pieza estaba ordenada, me había dado cuenta de que la habían limpiado por mí, haciendo que tuviese un sentimiento de culpa por ello.
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El brillante sol se asomaba por el gran ventanal de la pieza, mostrando alegría en el ambiente. La señora de la limpieza se acercó amable y atenta, le pedí que si podía lavar el saco de Jony. Me aseé para bajar y desayunar con mis padres.
En la puerta con cara de cansancio Jony me esperaba, sus ojos tenían una oscura sombra que daba color a su tez pálida y una sonrisa espléndida. Me abrió la puerta del auto fingiendo que todo estaba bien, aunque se notaba que había tenido una noche difícil, esperaba que no fuera por nuestra culpa.
-Hola Jony, ¿Qué pasa que tenés esa carita?- pregunté tocando sus ojeras-
Él abrió sus ojitos mostrando pena en su rostro, tal vez no quería mostrarme su problema que lo rodeaba en la noche.
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Una argentina en Asia
RomanceSi mi vida hubiera sido dos alas, estaría volando sobre la cúspide del Aconcagua, observando la belleza natural de los árboles y el aroma dulce de la nieve al derretirse sobre las filosas rocas brillantes de la flamante cordillera de Los Andes, pero...