La Escuela

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LANA CASTINGER

-Lana- mi madre tiraba los dedos de mi pie derecho- levántate que vas a llegar tarde el primer día de escuela- dijo mientras tocaba mis mejillas en las que se habían formado los hoyuelos-

Con demasiado cansancio mis pies tocaron el frío suelo de lamparquet, me deshice del pijama y me adentré en el baño. El agua tibia tocó mi piel, haciendo que mis sentidos se despertaran de golpe. Una señora de limpieza me trajo la ropa, la verdad estaba bastante incómoda, ya que antes, donde vivía, era mi madre o mi hermana quien me pasaba la ropa que olvidaba, y aún más me incomodaba que sus caras parecían cansadas y amargadas.

-Muchas gracias- dije sonriéndole en forma de gratitud-

La sorprendida cara de la mujer me causó un escalofrío inquietante. Ella solo se limitó a asentir.

Mi uniforme era algo colorido, era con una falda, unos dedos más arriba de la rodilla, su color era bordó vino con franjas azules, una camisa blanca con un saco naranja y un moño negro. La verdad que no me gustaba para nada, ya que mostraba mi figura marcando mis curvas y demás.

Al bajar las escaleras divisé a mis padres que estaban desayunando arroz con algas, se veía que lo disfrutaban, a decir verdad, mis fosas nasales quedaron llenas de placer al igual que mi paladar.

La limusina estacionó en la escuela, observé a mi alrededor y todos eran desconocidos, ellos me miraban algo incómodos, se le veía en la mirada. Mi madre me acompañó hasta la sala del director.

-Señor Chung-hee mi hija estará a su cuidado- mi madre estaba con inquietud en su mirada- ya sabe cuál tipo de cuidado ella necesita, por favor evite que los extraños de afuera sepan de ella-

-Señora Eliana, le garantizo que estará cómoda y le daremos un trato aún más especial que los demás – el hombre sonrió mostrando su dentadura-

Mi madre besó mis mejillas y me abrazó con desesperación, se podía contemplar la preocupación en su rostro pálido.

-Mamá no te preocupes- sus dedos quedaron marcados en mis brazos- voy a estar bien-

El timbre sonó indicando el inicio de la clase. El director me guio por unos pasillos de madera encerados, con aroma de pino, las aulas eran grandes con pupitres, chicos y chicas observaban, era más incómodo que el avión donde venía.

Ingresamos a mi curso, era limpio, con ventilación natural, con visión a los patios. El aula entera quedó en reverencia al ver entrar al director.

-Buenos días, estudiantes- dijo seriamente el director- Hoy es un día muy especial, ya que tenemos compañera a una alumna nueva, viene de Argentina- me señaló sonriendo- Trátenla como familia.

Algunos miraban con aprobación y otros no tanto. El director se fue y la profesora quedó a cargo.

-Bueno, me llamo Sun Hee Shin y voy a dar matemática- se señaló con simpatía- por favor, presentate - sus ojos cafés se encontraron con los míos-

-Hola- saludé agitando mi mano - me llamo Lana-y pues espero poder llevarme bien con ustedes- finalicé-

La profesora me mandó a sentarme en el asiento de atrás al lado de una joven, ella me dijo algo en su idioma que no entendí en absoluto. El tiempo pasaba con lentitud y tenía muchas ganas de comer. El timbre sonó y fui feliz, de mi mochila que traje de recuerdo de mis hermanos, saqué un paquete de galletas con avena y miel, ya que el recreo era de 10 minutos, recorrí un poco el lugar, unas niñas más pequeñas de edad vinieron a mí con bebidas.

-Toma, es para ti- sus chuequitos me sonrieron y sus manos torpemente me extendieron las dos botellitas-

-Gracias princesas- dije por el detalle-

Era curioso ver el respeto de algunos, pues pude ver una situación que me sacó de mis cabales. Un chico guapo y alto estaba golpeando a otro joven igual de lindo, pero tímido e indefenso, a zancadas y bufidos me acerqué a ellos.

-¡Ey! ¿Cuál es tu maldito problema?, estúpido- el alto se agachó para verme mejor-

- ¿Y a ti quién te llamó? Alejate- sus brazos empujaron con brusquedad-

A penas sus manos duras y largas tocaron mi piel, le metí un golpe en su vientre haciendo que este caiga de rodillas sin poder respirar. Lentamente, me puse a su altura, tomé su cabello sedoso entre mis dedos para poder mirarlo a los ojos directamente y que vea en mi interior.

-Si te metes con la gente que no puede defenderse - respiré con cansancio- te las vas a ver conmigo. ¿Entendiste? – con una mirada amenazadora lo ataqué y bruscamente lo solté para dirigirme al otro desconocido- 

El inocente me miraba sorprendido y parecía asustado.

-Me llamo Lana -sonreí- dame la mano así te puedo ayudar-

Con un titubeo notorio, sus dedos se entrelazaron con mi mano y parte del antebrazo.

-Gracias- su rostro se inclinó el encerado suelo-

Con algo de torpeza tomé sus hombros y lo enderecé cosa que pudiera mirarme a los ojos.

-No te inclines, me haces sentir incómoda- mis ojos buscaban los de él, hasta que lo conseguí- ¿Cómo te llamas? –

Al principio pensé que era tartamudo, pero la verdad que era muy tímido y algo torpe.

-Choi Beo-Jun- dijo inclinando su cabeza sonrojada-

Le sonreí y me fui, sentía que algo observada, pues tenía la mirada del agresor de Choi, era irritante y prepotente; sin embargo, al fondo del pasillo, un joven misterioso me observaba, si bien no podía ver sus rostros su altura era incluso aún mayor que los anteriores chicos, tenía una espalda ancha con hombros puntiagudos y algo robusto. Con algo de amor le saqué la lengua al chico malo y me fui a tomar los refrescos que me habían obsequiado las niñas.

Como sabrán, hay partes en inglés. Pero hay algunos que no comprenden el inglés al todo. También hay partes en donde iría coreano y no lo voy a colocar para que no sea tan confuso.




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Espero con ansias sus comentarios.


Una argentina en AsiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora