LANA CASTINGER
La tarde pasaba lentamente dejando mi imaginación volar, las aulas del corredor estaban casi llenas de las niñas del colegio, para mí no sorpresa, había en mayor cantidad chicas que chicos, en Argentina era común ver diversidades de personas, es decir, había bolivianos, hijos de italianos entre otros. Si bien mi vida dentro de la escuela no fue muy linda que digamos, era interesante entender la verdadera amistad y dejar que las cosa buenas de las personas te marcaran y dejaran su huellita en tu corazón.
Suspiré al ver como las personas se saludaban entre ellos, había visto películas de personas importantes dentro del mundo del espectáculo de como era el saludo, pero implementarlo para mí era un tanto difícil, en mi pueblo se saluda de dos besos en la mejilla y es raro cuando viene de visitas un porteño(de Buenos Aires, usualmente en el saludo se besa en una mejilla) u otra persona ajena al pueblo, pensaba que era lo mismo, en otras palabras, el individuo no se lo va a tomar a bien o quizás piensa que es un exceso de confianza en donde el contacto físico no es muy bien visto. Miraba las puntas de mis zapatos, intentando ya no pensar en ello.
Levanté mi vista y ví a Choi Beo- Jun, este al verme se sonrojó evitando mi mirada, caminaba lentamente, ignoré su actitud y me dispuse a investigar sus actividades y modales de ellos, tal vez encontraría algo. Sonó el timbre de vuelta indicando que estaba nuestra penúltima clase. Entré al curso y me dirigí al pupitre, allí estaba mi mochila, y mis hojas, mis compañeros entraron rápidamente con un aire alegre, jugaban de una manera un poco infantil, pero entretenidos, tal vez era la mejor época para ellos. Miré por debajo del pupitre y había una carta escrita en coreano y la verdad, no entendía nada, busqué con mi mirada a alguien que me ayudara a poder traducirlo y una de las chicas que estaba callada se acercó diciéndome que ella podía ayudarme si necesitaba algo, obviamente le conté mi situación con respecto a la carta y ella accedió.
-Acá dice que te piden perdón por las cosas que dijeron de vos y lamentan de corazón lo sucedido-dijo ella-
Las niñas me miraron e inclinaron sus cabezas levemente, como si asintieran, en respuesta les sonreí.
Mi profesor de biología llegó, nos tocaba ver el tema de Aminoácidos, en la secundaria lo había visto, no es lo mismo la secundaria en Argentina, ahí empezás de los 13 (sería el primer año, 2 años, ahí vas en la mañana)hasta los 18(3,4,5,6 años, ahí vas en la tarde), en la escuela hay dos modalidades, por ejemplo en mi antigua escuela están los de la tarde que se dividen en Economía(3,4,5) y Agraria(3,4,5,6); por mi parte estaba en Economía, me encantaba todo lo relacionado con ello, sus materias eran muy hermosas. Sin embargo, en Corea empezás de los 16 hasta los 18, también se clasificaba en ramas, en Corea están la de los negocios y ciencias. En mi último año pensé que iba a ser mucho más fácil, pero no.
-Lana- llamó el profesor de adelante-
Levanté mi vista perdida, esperando que no me pillase distraída.
-Sí profesor-
-Cuando la llame usted se levanta- habló serio y algo molesto- es irrespetuoso-
Inmediatamente, me sonrojé de la vergüenza y me levanté bruscamente tirando sin querer mis hojas, en mi mente pasaban miles de palabras diciéndome que no fuera tan estúpida. Cerré mis ojos para evitar mirarlo, suspiré para luego abrirlos.
-Lo lamento profesor- dije con mis mejillas coloradas- No va a volver a suceder-
Él me miró y me señaló con la mano para que me sentara.
Levanté mis cosas con cuidado, intentando no pasar tanta vergüenza, me senté de inmediato y me cubrí el rostro. ¡Sentía que me hervía la cara! Una niña al lado de mi pupitre me sonrió dándome un poco de tranquilidad.
El trabajo era grupal, estaba perdida en lo que teníamos que hacer, el profesor me hablaba en inglés para poder realizar el práctico. Me colocó con unas de las mejores chicas del curso, quizás era para poder guiarme en lo que restaba del año.
Wen Xu se levantó para poder hablar con el profesor, no le di importancia y continué con las actividades. El director me dio el permiso de utilizar el teléfono en clase, entonces podía utilizar el traductor para poder comprender lo que quería decir. Las niñas eran muy agradables, se llamaban Lee Jiwoo y Kim Hayun, eran tímidas y muy graciosas. El trabajo era bastante largo, por lo que quedamos de repartirnos cada pregunta para que pudiera ser más flexible, a lo largo de tres días debíamos de exponerlo oralmente. Quedamos de juntarnos a tomar algo en una cafetería cercana a la escuela.
El timbre sonó para indicar que la clase finalizaba, la verdad la clase se me hizo muy corta y divertida. Llamaron a la puerta, era el director nuevamente, nos indicaba que el profesor de Economía no llegaría porque tenía problemas personales. Entonces con Lee Jiwoo y Kim Hayun nos pusimos a charlar de nuestras culturas, ellas eran muy curiosas con respecto a Argentina, Colombia y otros países latinos aún más de lo que era yo con Corea. Me paré para ir al baño, llevando conmigo el teléfono para contarle a mis padres lo planeado con las nuevas conocidas.
-Lana- llamó Hayun- ¿Puedo llamarte así?- preguntó tímida-
Solamente sonreí y asentí.
-Sos muy popular en la escuela últimamente, no solo porque sos la chica nueva, sino por tu carácter osado-
Me quedé pensando con lo que me había dicho.
-¿Y eso es bueno?- fruncí el ceño-
-Quizás lo sea o no-
No le tomé importancia y caminamos hasta la entrada al curso, en mi escritorio había unas flores silvestres bastante lindas, había una cartita escrita en inglés marcaba con una letra prolija "Gracias por aceptarme y defenderme. Espero que podamos ser amigos" de Choi Beo-Jun. Esa cartita me hizo muy feliz, me sentía aceptada a pesar de ser como era y de mi origen.
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Una argentina en Asia
RomanceSi mi vida hubiera sido dos alas, estaría volando sobre la cúspide del Aconcagua, observando la belleza natural de los árboles y el aroma dulce de la nieve al derretirse sobre las filosas rocas brillantes de la flamante cordillera de Los Andes, pero...