YO V
Jony observaba el panorama, Clara estaba abrazando a sus padres mientras ellos estaban tomados de la mano, parecía que estaban orando. No sabía que hacer, Jony tenía sus manos en su cabeza, le dolía ver toda esa situación, pero más le dolía no ver la luz de sus ojos. El tiempo parecía eterno, Jony decidió distraerse con su teléfono hasta que...
-Señor -llamó Jony al señor Castinger- Se filtraron las noticias que la señorita Lana está en el hospital-
Gemuel se limpió sus ojos verde esmeraldas con mucho enojo, es más, las lágrimas hacían que estos brillaran y se pudiera contemplar la hermosura de su color aún más.
-Gemuel- llamó Eliana- Tenemos que estar tranquilos por Lana, deja que él se encargue, lo puede hacer mejor que nosotros ahora- ella lo había tomado de la mano-
Jony había entendido, sin embargo esperaba la orden.
-Muchacho, te dejo que te encargués vos- lo palmeó- Confío en vos-
Jony estaba inquieto, no podía dejar que nadie supiera en donde estaba, y tuvo que hacer lo que estuviera en su mano para poder frenar los rumores.
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Por otro lado.
Yun corrió hacia la clase, el profesor de artes había salido al baño.
-Ji, Oppa Wen- los llamó exaltada- Lana- Yun comenzó a llorar- Ella despedía mucha sangre por su boca, se desmayo y su guardaespaldas se la llevó- dijo mientras limpiaba su rostro-
Jesp y Wen estaban estáticos, parecía que un balde de agua fría se les cayera encima. Las dos amigas lloraban y llaman a Lana.
Wen estaba muy inquieto, no había notado el estado de ella y le dolía no estar a su lado.
Las horas pasaban con lentitud, parecía que todo iba en cámara lenta, a Wen se le dificultaba concentrarse en los exámenes y las lecciones orales no era tan perfectas como antes, sin embargo eso no le importaba en ese momento.
Wen decidió llamar a su padre para organizar un plan para poder ayudar a Lana y su familia, el señor Xu era muy fiel a Gemuel y lo ayudaría en lo que pudiera.
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En la habitación donde yacía Lana estaban todavía el equipo de médicos con el doctor a cargo del caso. Decidieron colocarles un unos tubos en su boca para sacar el ácido y la sangre que no necesitaba, pero no fue algo bueno, ya que Lana empezó a ahogarse con los mismo que le habían colocado en su interior. Un líquido blanco manchaba el frío suelo de la sala. Los médicos no sabían que hacer, solo seguir investigando.
Lana había recobrado la conciencia, pero su cuerpo se sentía y se veía débil y muy desganado. Sus mejillas habían perdido su color rosado y sus labios estaban blancos.
Solamente estaría un tiempo en el hospital, hasta que no hubiese una solución no podrían avanzar.
En su habitación estaban sus padres en la puerta, su hermana descansaba a su lado con sus mejillas blancas. Clara...su querida hermana tenía la característica que cuando sus lágrimas salían sus mejillas se volvían blancas, aunque ya lo eran.
Miro a su otro lado de la cama, y sintió un gran vacío...¿Cuándo estaría Lemuel a su lado? Era su hermano mayor, lo extrañaba con todo su corazón. En ese corto tiempo despierta se preguntó si su hermano estaría bien o si se estaba alimentando bien. Ella sabía que su hermano se cuidaría, pero también sabía que las personas no son como él, y que lo podrían lastimar.
Lana quiso emitir una palabra, pero su garganta estaba muy lastimada, aun así la lograron escuchar. Su madre con su padre se acercaron rápidamente.
Su madre acarició sus mejillas y besó su frente con gran necesidad. Mientras su padre ocupó la silla de otro lado, agarró su mano y se recostó sobre el brazo de su hija, Gemuel parecía un niño pequeño.
-Amor, mañana nos vamos a casa-acarició Eliana el pelo enredado de su hija menor- Vamos a empezar una dieta nueva, y nada de comer cosas a escondidas- la reprendió con cariño-
Gemuel no decía nada, le hacía feliz ver a su hija con sus ojos despiertos y tomando un color en sus mejillas.
Clara aun no despertaba, había estado al lado de su hermana durante todo el tiempo.
Desde la puerta a escondidas, Jony la observaba. Sintió un gran pinchazo su órgano latiente que quiso llorar. Lana lo pilló en la puerta, como pudo le hizo un gesto para que entrara.
-Señorita, me alegro que esté bien. Su casa la está esperando- chocaron los puños con Lana- Descanse tranquila...Señor ¿puedo hablar con usted?- se inclinó en forma de despedida-
Rápidamente le comentó lo que había sucedido. El señor Xu se había contactado con los medios haciendo un soborno por ocultar las noticias infiltradas. Wen estaba nervioso aunque no entendía la razón incoherente.
Gemuel se sentó en la silla del pasillo con alivio, aunque no le gustaba el hecho de que alguien sobornara, se sentía agradecido.
-Gracias hijo, sé que intentaste resolverlo vos- apretó el hombro de Jony con cariño- Te debo tanto- sonrió con sus ojos apagados de dolor-El silencio fue cómodo como si el viento se llevara la amargura sobre las paredes. El teléfono del jefe Castinger no dejaba de resonar en la blancas y solitarias murallas del hospital. Los medios hacían lo posible para poder obtener la primicia, aunque un el dinero habló en otro idioma. Mientras Gemuel estaba afirmado en el marco de la puerta, un Wen agitado y sobrecargado de preocupaciones apareció enfrente del padre de Lana. Sus ojos oscuros de cansancio, su piel pálida y escamosa se hicieron presente.
-Señor, ella...-tomó aire nuevamente- Ella...¿está bien?- limpió el resto de sudor-
Aunque el padre de Lana sabía las intensiones del joven Xu, se conmovió al ver al demacrado ser; las lágrimas se contuvieron por no salir nuevamente.
-Ella está bien, podés entrar- palmeó la espalda de Wen-
A pasos inseguros se adentró a la habitación, sus pies tambaleaban al ritmo de su corazón. Un Wen tímido y asustado apareció en la vista de Lana.
-Wen- Lana llamó con su voz cortada- Pasá, estoy horrible- sonrió pálida y sin nada de color en su voz-
Él sintió un pinchazo en corazón. Ahí lo supo, nunca se separaría de su lado. La próxima vez que ella diga su nombre, será como su esposa y el brillo de su existir.
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Una argentina en Asia
RomanceSi mi vida hubiera sido dos alas, estaría volando sobre la cúspide del Aconcagua, observando la belleza natural de los árboles y el aroma dulce de la nieve al derretirse sobre las filosas rocas brillantes de la flamante cordillera de Los Andes, pero...