Un poco de Soda

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LANA CASTINGER

¿Competencia? ¿A qué se refería él? Jesp me guiñó un ojo, me di vuelta enseguida, era la primera vez que un famoso me guiñaba el ojo. La profesora se acercó a mi lado, me dijo en inglés que para aprender coreano tenía que enseñarme la pronunciación de las palabras, me entregó un libro en coreano subtitulado al inglés, cualquier duda que tuviese tenía que ir a ella. Me reí despacio, después de todo iba a olvidar mi español.

-¿De qué te reís?- codeó Wen-

Se veía divertida su mirada, su cabello cuidado bailaba con la fresca y delicada brisa del verano y su aroma era tan enloquecedor y se disfrutaba a esa distancia o más.

-Creo que si sigo aprendiendo idiomas voy a olvidarme del español- reí con cuidado-

-¿Cuántos sabes?- acomodó su mano en su rostro- Además del español-

Conté con mis dedos.

-Solamente dos- mostré mis dedos- Inglés e Italiano- Como vos, sabés coreano, chino e inglés-

Él asintió, sus manos se dirigieron a seguir escribiendo. Me dispuse a leer e intentar pronunciar las palabras, era algo difícil y lo que estaba aprendiendo era lo más fácil, contradictorio ¿No? Una mano tocó mi hombro exaltándome, la profesora me miraba con ternura, me corregía con cuidado y con la pronunciación de ella podía entender un poquito de lo que decía, este idioma me costaba un poco más que los anteriores. Una mirada cálida sentía a mi lado izquierdo, el apuesto cantante tenía puesto sus ojos mieles azucarados en mi perfil izquierdo, me decía cosas que no entendía para nada, tuve que preguntarle a Wen lo que me quería decir, pero muy serio le contestaba con algo de frialdad a Jesp.

-Ella es algo que no se vé muy a menudo en las escuelas- Jesp jugaba con Wen-

Wen lo ignoró.

-Lo lamento Jesp, no te entiendo- di vuelta mi rostro para seguir mi lectura-

Sin embargo, sus ojos seguían clavados en mi cuello y eso me ponía incómoda. Intenté ignorar a cualquier que pudiera interrumpir mi estudio, por lo menos ya podía decir algunas palabras básicas y algunos saludos, la profesora orgullosa de sí misma me felicitó, aunque para mí era una desgracia aprender otro idioma. El timbre sonó como de costumbre, una avalancha de chicas se dirigieron a mi izquierda y mi derecha con algo de desesperación para ver quién llegaba primero y podía hablar con esos fabulosos chicos, como pude desaparecí dirigiéndome a buscar a Yun y Ji.

-Onni, tenemos clase de música con una profesora que le encanta humillarnos- hizo un puchero Ji- Es muy odiosa- ahora sus ojos mostraban mucho enojo-

Quizás las clases eran divertidas, pero no les gustaba el método como a la mayoría. Beo-Jun estaba con lo que parecía ser un pancito dulce y algo rico, las chicas ni comían nada para cuidar de su silueta delgada. Habíamos traído de Argentina unos pocos alimentos tradicionales, estos eran muy pocos para poder tener un mes, mis padres traían alfajores aunque no podía comerlos, lo hacía en secreto, ¡Qué rebelde que era! Le convidé un poco, sus ojitos pequeños saborearon el alfajor bañado de chocolate negro con mucho dulce de leche, además traía uno con relleno de chocolate, si bien lo dulce no era mi fuerte, ese tipo alfajor me volvía loca.

-¡Me encanta este dulce!- exclamó Beojun- Es muy rico, Lana- sus ojos mostraban placer y felicidad-

Las chicas me miraban atentas, tenían en sus manos líquidos dietéticos para bajar peso y mantenerse saludable y en estado. Les pasé con la mano para que dieran un bocado, pero se negaron, aunque sabía que querían probar, me limité a sonreír, miré al cielo y brillaba con fuerza, de igual manera que era insoportable el calor, la brisa de la mañana se había esfumado con ayuda de los rayos si bien nos encontrábamos en una mesa bajo los árboles se sentía en la piel. Pudimos divisar montones de chicas alrededor de Jesp, él las trataba bien y les daba el cariño merecido por apoyar a su carrera musical y seguir amándolo era algo que admiraba en las personas famosas.

Una argentina en AsiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora