Mi día

200 18 0
                                    


LANA CASTINGER

Está muy feliz de poder estar con unas chicas que eran amables conmigo, me sentía un poco más confiada, aunque me dijeron que debía de tener cuidado con las personas, porque había gente que me quería lastimar por mi padre y afectar su trabajo. Era lo más precavida posible.

Salimos de la institución para dirigirnos a lo que sería la cafetería, allí había máquinas de malteadas y muchas otras bebidas, debía de cuidar mi salud, era primordial tomar mis medicamentos y cuidar mi cuerpo; después de todo era mi salud.

Era divertido sentir como las personas me miraban y la verdad era un poco incómodo, quizás era por mi cabello, este resaltaba un poco. Las chicas no manejaban muy bien el inglés, pero resultaba más práctico con el traductor. Ellas pidieron mi malta sin azúcar y unas galletas no tan dulce, siempre preferí lo salado, pero hoy iba a ser una excepción.

-Onni- llamo Jiwoo- ¿Puedo llamarte así?- dijo llevándose sus manos a la cara y balanceándose lentamente sobre si-

-Sí, obvio, pero...- hice una pausa- ¿Puedo llamar a Kim Hayun, Yun y a Lee Jiwoo, Ji?- sonreí esperando respuestas-

Ellas se sorprendieron.

-Por mí está bien- dijo Hayun mirando a Jiwoo-

Ella asintió feliz.

Estuvimos hablando con azúcar y malteadas, contando algunas curiosidades de la escuela, como se formaban los grupos (los que existen actualmente en cada institución) y como eran algunos profesores. Me querían hacer sentir mejor con la bochornosa situación con el profesor. La verdad no estaba acostumbrada a tanto respeto, en mi país, no éramos mal educados, solamente más abiertos, a los adultos los tuteamos con su consentimiento o a medida que entramos en confianza o no, de igual manera que los adultos con los jóvenes.

-¿Conocen a Xu Wen?- ellas asintieron- ¿Qué tal es él?-

Ellas se miraron e hicieron una risita coqueta.

-Oppa Wen, es un chico que vino de intercambio hace dos años, pero por razones "X"-dijo remarcando las comillas con sus dedos largos y pálidos - se cambió a esta escuela, es muy popular. Además, su acento es muy lindo cuando habla coreano y él es demasiado perfecto- chilló emocionada-

Solamente sonreí comprometida. Nos conocimos un poco más, eran muy buenas niñas, les encantaba hablar, me contaban que estaban en entre los tres primeros puestos de la escuela, ellas eran geniales.

-¿Y quién está en el primer puesto?- pregunté ansiosa-

-Oppa Wen- dijo Yun como si fuera lo más obvio- ¿Y vos, cómo sos?- dijo divertida-

No quería ser arrogante el primer día con ellas.

-También voy bien- sonreí incómoda-

-Pero ¿En qué lugar estás?- preguntó Ji emocionada-

El teléfono de Yun sonó, debía de marcharse, tenía clases extra con un profesor al igual que Ji. Ambas se despidieron para dirigirse al automóvil que las esperaba. Estaba feliz, me cayeron de maravilla y ya tenía a alguien que me consideraba amiga suya. Llamé a mamá para esperar al chofer.

No pasaron ni diez minutos que él estaba aparcando el vehículo negro, se bajó con su traje negro y sus gafas de sol. Miraba serio en mi espera.

-¿Cómo está señorita?- preguntó serio-

-Me siento muy bien y ¿Usted señor...?- hice una pausa para que me respondiera su nombre-

- Me llamo Park Jiho- dijo con una sonrisa avergonzada- Su madre la espera en casa- dijo finalmente-

Miraba por la ventana del vidrio polarizado, era agradable estar allí, había mucha gente importante del espectáculo y mundialmente. Decidí mandarles unas fotos a mis hermanos y amigos, deseando poder hablar con ellos pronto. Extrañaba a mi hermana y su flequillo ondulado, de igual manera que a mi hermano con su voz suave y alegre, ellos eran y son mis héroes a quienes admiro. Sabía que estaban muy ocupados con sus estudios, de seguro mi hermana estaba en la morgue o en con sus exámenes de anatomía, y mi hermano con sus estudios contables, tan complejos, eran chicos dotados de inteligencia o mejor dicho eran aquellos que ponían a marchar los dones dados por Dios.

-Señor Park ¿Cómo desea que lo llamen?- pregunté audaz- Sea franco-

Él me miró por el espejo retrovisor y negó divertidamente su cabeza.

-No me atrevo señorita-

-¿Puedo llamarte Jony?- pregunté-

Él puso cara de confusión, lo había tuteado.

-Suena muy parecido a tu nombre, y además no te ves mayor, parecés a mi hermano, y unos años menos, quizás- dije para aliviar su rostro-

Jiho rio fuerte.

-Claro señorita, permítame decirle, que usted es la primera de las niñas que me habla sin honoríficos-

-Jony, hablame por mi nombre, Lana. No hay problema-

Llegamos a casa, mi mamá esperaba en la casa angustiada, al verme me abrazó. Podía ver que se preocupaba por mi salud y todo lo que estaba pasando con las disputas de las empresas, y se sumaba el no ver a mis hermanos. Unos flash nos asustaron, Jony vino directamente a mí y a mi madre llevándonos a casa apresuradamente, unos guardias de seguridad llamaron a la policía por violación de propiedad. Mamá prendió la tele, mi padre hablaba en una entrevista solicitando amablemente que por favor respetaran nuestra privacidad. Quería distraer un poco a mamá, por eso le conté como había estado mi día.

-¿Te permitió que lo tutearas? Debe de ser difícil amor, ellos no están tan acostumbrados como nosotros y más a una caradura como vos- golpeó mi brazo y reía-

Era hermosa cuando sonreía así.

Estuvimos en la cocina haciendo unas gomitas caseras y le repartimos a la gente de la casa, afuera estaba Jony.

-Jony, mirá lo que te traje-

Él me miró preocupado.

-Lana, será mejor que no salga afuera, puede haber cámaras-

Asentí, dejándole las gomitas.

-Cuidate Jony, buenas noches!-

Papá llegó molesto y cansado, no estaba acostumbrado a los horarios y tantos líos para los primeros días. Sonó mi teléfono, era mis hermanos y mi cuñada. Estuvimos hablando, allá era temprano y acá muy tarde. Mi hermana me contaba que ya había hecho estado en una cirugía, mi hermano y mi cuñada estaban viendo donde comprar un terreno para construir su casita. Era divertido escuchar cuando peleaban jugando, las "guerritas" las llamábamos, extrañaba jugar con ellos. Me despedí, para luego ver a mis padres. Se los veía cansados, abracé a mi padre y a mi mamá, sabía que estaban preocupados por mí y mis hermanos, oramos pidiendo la dirección de Dios.

Saludé a las personas de la casa y marché a mi habitación. Estaba dispuesta a ser la mejor de la clase, iba a esforzarme para poder ayudar algún día a mi familia para que ya no sufrieran o sintiesen dolor.

Me dispuse a realizar mi parte del trabajo y adelantar otros de matemática y de economía. Las horas pasaban muy rápido y lentamente me hundí en un hermoso sueño o mejor dicho, en un recuerdo dulce.


Una argentina en AsiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora