LANA CASTINGER
Unos gritos se escuchaban desde el auto, mis oídos estaban zumbando, quería abrir mis ojos, pero se sentían pesados y no tenía fuerzas para seguir.
-¡Lana, Lana!- Jony había tomado mi cuerpo entre sus brazos-
Corrió hasta la casa mientras me aferraba a su rocoso pecho. Quería reaccionar, pero, no podía. Me desperté en mi habitación, mis padres caminaban nerviosos por los costados de la habitación, me ardía la garganta ¡OH NO! Tiré todo lo que había aguantado haciendo que mi garganta se quemara y lastimara a tal punto de no poder hablar correctamente, aunque solamente serían tres días como mucho. Mis padres corrieron a mí, limpiando la sangre que había largado. En la puerta mirando sorprendido y nervioso estaba Jony, tenía el rostro pálido y se notaba que estaba enojado y preocupado.
-Señor, ya hicimos los arreglos, no dejamos que se propague la noticia y cualquier cosa que se vuelva a mencionar de la señorita Lana se va a llevar a los tribunales de justicia- dijo mostrando enojo-
Mis padres lo notaron.
-Hijo, quedate tranquilo- mi padre se acercaba a él-
-No te eches la culpa, recién llegamos, es obvio que hay gente que nos quiere dañar, vos no te preocupes- mi madre me tapaba y me acomodaba unos paños fríos-
Mi padre y Jony se marcharon, dejándonos a mi madre y a mí solas, se la veía nerviosa y angustiada, sabía que mi enfermedad no estaba marchando para nada bien y que si seguía así sucedería algo malo. Opté por mirarla y tratar de no llorar.
-Ma, Jony y Jeps no tiene la culpa, solo son amigos míos- tomé su mano-Ma solo es gente que quiere lastimar al pa a través de mí, vos tranquila los nervios me traicionaron. Me voy a controlar más- besé su mano- Tenemos que prepararnos para el sábado-
Mis padres les prometió a todos el día sábado libre, nadie que habían contratado se quedaría en casa a limpiar, o cuidar la casa, incluyendo a Jesp. Aunque no me sentía para nada bien, tenía la necesidad de ayudar a mis padres, sin embargo, me llevaron a la cama, me sentía agobiada, no quería seguir como estaba cerré mis ojos cayendo sobre un sueño prófugo.
El sábado llegó, fuimos a una iglesia en donde hablaran español, pasamos la mañana allí, pero esta vez íbamos solos, ni Jony ni los otros guardaespaldas estaba con nosotros, solo mi familia y yo. Ya en el almuerzo mi madre había dejado preparadas unas pizzas de papas que realizó el viernes. Hicimos una videollamada con mis hermanos y mi cuñada, era grato compartir el sábado juntos en familia, el día pasaba rápido mis padres optaron por dejarme acostada con suero en mi pieza.
Dormí toda la tarde, hasta las 18:24, después de algún episodio me sentía débil y sin ganas de nada. Mis manos dolían era insoportable, se sentían calientes y ardían como mi garganta. Mi papá fue a verme, besó mi frente dejando caer una lágrima en mi mejilla, se lo veía preocupado y desganado, en la noche tipo 22:30 haría una conferencia de prensa.
-Papi, no tengás miedo, estoy bien, no hace falta preocuparse. Vos sabés que estoy en las manos de Dios y si es su voluntad me voy a salvar o no- él al oír eso se estremeció-
Tenía su cabeza agachada y unas rebeldes lágrimas salían de sus esmeraldas rodeando su cara pálida. Quité sus lágrimas, a pesar de mostrarse duro y que no tenía miedo de nada, en realidad era muy débil y sensible con respecto de lo que le importaba. Él besó mi frente para luego dejarme en la cama. En mi pieza había un televisor grande y lujoso, no me había dado cuenta de su tamaño ni desde cuando estaba allí, me dispuse a ver algunos programas, pero estaban en coreano y nada entendía por lo que utilicé el traductor de la televisión. En una entrevista llamaron a "Forever Life" venían 7 chicos de apariencia rebelde y muy guapos, todos eran altos y muy delgados, podía ver a Jesp incómodo y algo triste; se sentaron en unas sillas rojas mientras que todos al unísono saludaron a sus fans con una reverencia y una sonrisa. El líder hablaba con la entrevistadora y algunos de ellos.
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Una argentina en Asia
RomanceSi mi vida hubiera sido dos alas, estaría volando sobre la cúspide del Aconcagua, observando la belleza natural de los árboles y el aroma dulce de la nieve al derretirse sobre las filosas rocas brillantes de la flamante cordillera de Los Andes, pero...