LANA CASTINGER
Hoy la señora fue más amable de lo normal, tal vez era para apaciguar las cosas que estaban pasando alrededor de la mansión del jefe, al llegar a la mesa mi papá estaba con la computadora hablando por teléfono con mi hermano mayor, le contaba los problemas y las cosas buenas que estaban sucediendo en la empresa, los aumentos que habían surgido a partir de su llegada era del 21%. Había encontrado a gente robando millones de won y dólares, era por eso que la empresa iba muy mal. Mamá venía corriendo a hablar por teléfono con mi hermano, sus ojos se llenaron de lágrimas y su voz se quebraba.
Desayunamos algo muy típico del lugar, era muy rico y saludable. Jony me esperaba con su traje y una sonrisa desconocida, me contaba que era de una agencia de guardaespaldas y era el encargado de todos los que cuidaban la casa, y debía de permanecer a mi lado cualquier fuera la situación, pero al ser una institución debía de quedarse afuera.
-Jony y vos ¿Estás casado?- me acomodé en mi asiento esperando su respuesta con ansias-
Él negó con su cabeza apresuradamente.
-No, señorita Lana, no deseo ni tampoco tengo tiempo- rio con fuerza-
-Perdoname que sea tan directa y un poco chusma- reí con un poco de vergüenza- ¿Cuántos años tenés Jony?
-23 años señorita- me había sorprendido- Se pregunta ¿Cómo es que soy el encargado de todo ellos? Bueno- hizo una pausa- me lo gané-
Él había leído mi mente ¿Cómo era eso posible? Tenía casi la edad que mi hermana. Cuando terminó de hablar ya habíamos aparcado frente a la escuela. Estaba bajando cuando me detuvo levantando su mano derecha, abrió mi puerta y esperó afuera.
-Lana, usted debe de esperar dentro del coche, yo le abriré la puerta, todo es por su seguridad. Tenga cuidado y buen día- me entregó mi mochila y sonrió nuevamente-
-Igual vos- me adentré a la escuela-
En la entrada había dos guardias de seguridad y un hombre anotando quienes llegaban tarde y a qué hora, me di vuelta y ahí seguía Jony con sus lentes de sol y su parada de soldado, lo saludé nuevamente y me adentré. Me cambié las zapatillas, parado estaba Choi Beo-Jun tenía su pelo naranja un poco despeinado y su camisa fuera del pantalón.
-Buen Día- me acerqué a él- Lamento mucho lo del otro día, no pensé que te iba a poner incómodo. Pensé que acá también se saludaba así-
Él solo asintió sin esfuerzo de juzgar.
-Fue incómodo, pero te entiendo. Si te es cómodo podés hacerlo, entiendo- sonrió avergonzado-
Me acerqué y besé sus mejillas. Le palmeé la espalda en forma de cariño.
-Beojun, es agradable sentir que me entendés y me considerás amiga tuya-
Caminamos hasta su curso, quedamos de encontrarnos en el almuerzo junto con las chicas. Sus amigos lo empezaron a cargar con mucho ruido por delante, pero sabía que no tenía otro tipo de sentimientos que no fuera de querer ser amigo mío. Me habían dado un indicador con las clases, hoy tenía natación como a las 15:30, odiaba nadar, nunca pude aprender a hacerlo.
A la entrada del curso estaba el profesor de Biología, estaba serio y se notaba bajos sus ojos que no había dormido bien, hablaba con una de las profesoras de inglés y de otro desconocido para mí.
-Onni- llamó Ji- Sabía que hoy teníamos clases de natación, me olvidé de decírtelo ayer, pero te traje esto para que lo uses- sonrío mostrando una bolsa de panda-
-Hola Ji- besé sus mejillas- Gracias por ayudarme, la verdad no sabía que hacer porque no sé nadar- reí-
Ji saltó sorprendida cuando besé sus mejillas, pero me siguió escuchando.
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Una argentina en Asia
RomanceSi mi vida hubiera sido dos alas, estaría volando sobre la cúspide del Aconcagua, observando la belleza natural de los árboles y el aroma dulce de la nieve al derretirse sobre las filosas rocas brillantes de la flamante cordillera de Los Andes, pero...