LANA CASTINGER
Los comentarios comenzaron a fluir... como siempre. Las niñas, en especial; sin embargo, ya no quería sentir lo mismo que antes, en otras palabras no quería revivir el pasado. El acoso escolar era asqueroso y de gente sin escrúpulos, a tal punto de querer que las víctimas quisieran terminar con su vida, si no hubiera sido por mi Dios, y mi familia e incluso Mateo hubiera realizado cualquier locura, una locura egoísta y demasiado cruel para las personas que me aman.
Miré a las agresivas y estas me devolvieron la mirada apuñalándome con 10 cuchillos. ¡Ay! Dolía tanto, no entendía cuál era el problema de las personas para efectuar esos cuchicheos dolientes.
-¿Qué mirás rubia? Es verdad todo lo que decimos- su grupo reían burlonamente -
Suspiré con pesadez, en mi mente corrían miles de pensamientos negativos, las risas parecían eco en mi mente. Nuevamente, las miré y les sonreí, pero tenía muchas ganas de quitarles el maquillaje de una sola sacudida. No quería causar problemas, además me sentía algo débil y sin ganas de discutir, aunque no me quedaría callada.
-No sé de qué me hablas, pero primero antes de hablar, investigá y no te comportes como estúpida por los chicos, además yo nunca te falté el respeto- la miré enfurecida-
Sus amigas y ella se acercaron con intensiones de golpearme, obviamente yo también me levanté, no permitiría que me rebajaran otra vez.
-Eres una estúpida- su mano iba a golpearme-
En eso entró el director sorprendido por la actitud de sus alumnas y las llevó a la dirección cabizbaja, todos miraban, pero nadie decía nada, Wen Xu se acercó a mí y solamente se limitó a mirarme.
-¿Qué necesitas?- solté exasperada-
Él solamente me miraba sin decir nada, miraba mis ojos que estaban a punto de dejar caer las perlas. Hasta que por fin habló, se creía con el derecho de criticar como me sentía o sobre mis acciones. No lo tenía, ni siquiera para pensarlo.
-Eres muy problemática- al decir eso se marchó dejándome con la palabra sujetada en mis labios-
"Eso es asunto mio" dije en mi interior. ¿Qué se creía? No era nadie para decirme eso, si quería defender las pibas debía de haberlo hecho antes y no molestar en mi presencia.
El profesor de artes llegó, no era coreano, era ruso, se notaba en la pronunciación de su inglés, era alto, de ojos azules, mar y cabello negro en cantidad, era joven de unos 26 años y muy apuesto. Me llamó adelante para hablar en privado, se presentó como el profesor Dmitry Petrov, y nuevamente me presenté ante una autoridad; dijo que había escuchado hablar de mi padre y las compañías de su jefe, solamente sonreí. Me ponía incómoda hablar de las cosas de mis padres, con los demás, no me gustaba meterme en los asuntos de ellos, era algo personal que no debía meterme. Está bien que me preocupe y de vez en cuando de mi opinión con respecto a algunos temas que me interesan.
-Profesor Petrov, el arte tiene distintos conceptos según la persona, espero que me pueda enseñar su punto de vista- sonreí-
Él me devolvió la sonrisa y me permitió volver a mi asiento. El profesor colocó una escultura realizada por él, y nos pidió dibujar un boceto. La verdad detestaba el arte, pero por alguna razón no era tan mala, me quedaba mejor hacer rostros que otras pinturas que eran de formas distintas. La clase pasó rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos el timbre había sonado y nos dirigíamos a la salida, afuera estaba mi madre con el chofer, al entrar al coche mi madre mi dio un sermón, pero tenía razón, la entendía, ella estaba preocupada había pasado por momentos que cualquier madre hubiera estado como una fiera dispuesta a proteger a su cría cuando está en peligro su vida.
-Amor sabes que me preocupo por vos, y no me gusta verte como antes has estado, te amo poroto- su mano tocaba mi pierna, suspiró cansada-¿Cómo te fue en el colegio?-
-Mamá gracias, yo también te amo- besé sus manos mientras largaba un profundo suspiro - Hoy fue horrible, defendí a un chico, conocí uno nuevo, este me ayudo un montón y un grupo de niñas problemáticas que me hicieron recordar lo pasado- hice una pausa, mi voz se escuchaba quebrada- Mamá no quiero vivir lo mismo, cambié mi carácter para poder defenderme de los agresores, pero parece que todo lo que hago lástima a los demás- sollocé un tiempo- No quiero terminar así...- fui interrumpida-
Los brazos de mamá me rodearon como un escudo que está listo para ser atravesado por cualquier flecha o lanza, sí, con esos cálidos brazos que solo ella y papá pueden regalar. Me sentía protegida y sobre todo entendida, muchos padres en la actualidad no legan a entender lo que sus hijos pasan, por otro lado, gracias a Dios me regaló unos padres fantásticos que son mis amigos y mi más preciado tesoro.
-Todo va a estar bien, tenés un Dios que te ama, y mamá y papá te van a proteger con la vida aun cuando te estés ahogando en las aguas profundas de tus problemas. Vamos a ser el sol para cuidarte del frío y las nubes para protegerte... para ser la sombra cuando el calor sea sofocante y empiece a quemar tu piel - secaba mis lágrimas con sus dedos suavemente como si se tratara de un frasco frágil que se quiebra de una manera muy fácil-
Mi cabeza estaba reposada en su falda mientras sus dedos acariciaban mi pelo algo enredado, era normal que en mi pelo hubieran nuditos, muy seguido me besaba en mi frente dejándome de seguro su labial lila mate que tanto le gusta a ella. Su perfume hacía que el ambiente se sintiera tranquilo y con una calidez que me hacía sentir en casa. Me sentía un poco avergonzada, no me había percatado de la presencia del chofer, sentía que tal vez pensara que éramos una familia rara o más bien, problemáticos. Espero que no sea así.
Autora:
Lamento no poder actualizar antes, espero que les guste y sus comentarios.
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Una argentina en Asia
RomanceSi mi vida hubiera sido dos alas, estaría volando sobre la cúspide del Aconcagua, observando la belleza natural de los árboles y el aroma dulce de la nieve al derretirse sobre las filosas rocas brillantes de la flamante cordillera de Los Andes, pero...