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Ambos observamos mi gran cama en aquella habitación. La fogata había estado demasiado divertida, entre anécdotas y risas, pero eso se había acabado y a mí el nerviosismo comenzó a comerme los huesos al vernos ahí ambos.

- Si quiere... – susurro – puedo dormir el en suelo.

Lo observe de reojo y aunque ahora, en este preciso instante esa idea debía aceptarla, durante los momentos en la fogata solo esperaba llegar y saber que él iba a estar. ¿Por qué tenía que sentir esta necesidad de tenerlo a mi lado?

- O... - camino hacia la cama y tomando todos los almohadones de afuera armo una pequeña línea en el medio – solucionamos este problema.

- ¿tu espalda de anciano no te permite dormir en el suelo? – bromee.

- Chistosa. – entrecerró sus ojos verdes observándome con seriedad.

Reí levemente y suspiré.

- Vamos, Luna, le juro que no muerdo.

- Acaso, ¿me morderías?

Abrí los ojos con sorpresa cuando pregunte aquello, el me observo con curiosidad y note que la comisura de sus labios se formaba una pequeña sonrisa.

- Quise decir...

- A menos de que sea por defensa propia. – aclaro con rapidez.

- Bien, acepto. – sonreí.

El sonrió levemente y por primera vez comenzaron a sudarme las manos, algo no andaba bien conmigo y esta relación entre nos. Tome mis cosas y camine hacia el baño, cerrando la puerta me recosté en esta y comencé a mentalizarme que solo debíamos dormir, que nada pasaría. ¿pero que me sucedía? Solo era Villa y nada más.

Termine de cambiarme y lavarme los dientes para salir de ahí con mi pijama. Hice una mueca de sonrisa cuando me observo por sobre su teléfono.

- ¿stitch? – sonrió

Mi pijama consistía en una súper remera que llegaba por encima de la rodilla.

- ¡Soy fan! – confesé recostándome a su lado - ¿algún problema?

- No. – negó levemente – es tierno.

- Si, lo es.

Por un momento nos quedamos observando a los ojos, pero luego me acomode mejor y apague la luz de la mesita.

- Buenas noches – murmure

- Pensé que hablaríamos

- ¿de qué? – pregunte con curiosidad, su luz no había sido apagada aun.

- De lo que quieras... – se acomodó un poco más de costado para observarme.

- No se moleste, pero en estos momentos solo quiero hablar con Morfeo.

- ¿tan mal amigo me considera?

- No, solo me encuentro cansada. – susurre.

Bostece y termine por acurrucarme más dentro de la inmensa.

- Como usted diga... – susurro, sentía su respiración en mi rostro – Buenas noches.

- Buenas noches, villa.

(...)

Comencé a dar demasiadas vueltas en esa cama. Villa dormía como si hubiera tomado pastillas y eso envidiaba. Notaba la luna llena entrar por la puerta del pequeño balcón de la habitación. Suspire, visto y considerando que mi ansiedad de verlo dormir aumentaba decidí poner un pare en mi cabeza.

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora