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- ¡vaya!

Observe a luna por el reflejo del espejo, estaba terminando de acomodar mi camisa a rayas.

- Que guapo eres... - hablo divertida.

Di una vuelta en mi lugar y sonreí.

- Y hasta sonríes, mi amor. – festejo con aplausos – eso es todo un logro.

- Supongo... - moví mis hombros.

- ¿A dónde iras? – pregunto con curiosidad.

Luna comenzó a caminar por la habitación y observaba todo lo que había en el mueble con curiosidad.

- Creo que te escuche...

Ella volteo a observarme con sorpresa, en sus manos sostenía sus orejas de gatito. Los de aquella vez, de su disfraz para la fiesta de Laura. Me había entrado una especie de dolor en el pecho al recordarla. Había sido la primera vez que me disfrazaba y le decía la verdad de mis sentimientos.

- ¿escucharme? ¿tu? – frunció el ceño – a ver amor, cuéntame...

- Saldré con Nadia. Ella me pidió una cita.

Ella por unos instantes se quedó sin expresión, pero luego su sonrisa fue apareciendo y la habitación de golpe se ilumino.

- ¡Ese es mi esposo! – hablo con orgullo.

- Si, pero bájale dos rayitas a tu emoción, Luna. – hable con suplica – solo saldremos a tomar una cerveza...

- ¿y por eso te has puesto hermoso? – frunció el ceño divertida – cuéntame Villamil.

Ella termino por ponerse sus orejas de gato sobre la cabeza haciéndome reír por unos instantes. Luna seguía siendo especial.

- Bueno, si le parece demasiado puedo cambiarme. – murmure observándome.

- Jamás te pediría algo como eso, solo...

- ¿solo? – la observe con curiosidad.

- Te ves como un príncipe de cuentos. – sonrió.

Reí levemente frente a su cursilería.

Habían pasado meses, había perdido la cuenta, pero ella seguía aquí y eso me mantenía cuerdo, atado al mundo una vez más.

- ¡bien! – hablo con emoción y vi que tomo asiento en el mueble – ve a divertirte...

- ¿segura? – fruncí el ceño confundido - ¿no te encuentras molesta?

- Mi amor... – hablo demasiada paz – vengo esperando esto desde hace meses, tan solo ve y luego me cuentas... porque, ante todo, sigo siendo tu mejor amiga ¿lo recuerdas?

Por unos segundos nuestros universos en los ojos se chocaron. Asentí con lentitud. Luna siempre seria todo para mí y eso lo tenía demasiado asumido.

- Te amo, Luna. – confesé con tranquilidad.

- Y yo te amo a ti, mi amor.

(...)

Ambos tomamos asiento en una de las mesas alejadas de todas las personas. A demás de las cervezas también cenaríamos. Suspire con algo de nerviosismo, era la primera vez que salía con ella y también, salía luego de aquella vez con mis amigos.

En todos estos meses solo quería estar con Luna, aunque me atormentara con que debía hacer esto.

- ¿y? ¿Cómo te encuentras? – murmuro observándome fijamente a los ojos.

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora