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Me senté en la banca de aquel lugar. El viento soplaba con timidez por la ciudad. La plaza central se encontraba vacía, pero a lo lejos, en los jugos, los niños jugaban como si no supieran que les preparaba el futuro.

Suspire y me tire hacia atrás cerrando mis ojos, por unos instantes había deseado que mi vida retrocediera tanto solo para volver a empezar y salvarla.

- Hola.

Abrí mis ojos y la vi sentada a mi lado. Se veía hermosa y tan distinta a la última vez que la vi. Su cabello ondulado se notaba perfectamente acomodado, su calves desde que se había ido no había vuelto. Se encontraba con un vestido color hueso y su rostro, seguía tan hermoso como lo recordaba.

- Hola. – sonreí con tranquilidad.

- Se ven muy divertidos, ¿no lo crees? – ella no perdía a los niños a lo lejos jugar.

- Si. – sonreí observándolos.

- Júpiter se divertirá tanto cuando venga aquí. – aseguro.

- ¿Has visto a Júpiter? – pregunte con curiosidad.

- Si, se encuentra creciendo muy bien. – sonrió con ternura, me observo de reojo – Serán unos padres excelentes.

Asentí observándola unos minutos. Al notar mi silencio ella frunció el ceño con curiosidad.

- ¿Qué?

- Nada, solo... - murmure.

Baje mi vista al suelo y suspire cerrando mis ojos, sentía una opresión en pecho. De repente toda mi vida feliz se sentía como una mentira. Una obra de teatro en el cual fingía ser un hombre feliz pero no podía.

- ¿solo?

- Júpiter debería ser nuestra, pero, sin embargo, es solo mía. – confesé con tristeza.

Ella solo me observo con tristeza en su rostro, pero termino por sonreír con melancolía.

- De todas formas, tenía muy poca posibilidad de ser madre. – murmuro – Y que tú seas su padre es lo mejor a todo esto, Juan Pablo. – aseguro.

Suspiré y asentí entendiendo lo que decía. Para ella esto era lo mejor que podía sucederle, aunque para mi sea lo más triste del mundo.

- ¿Cómo has estado? – pregunte, quería saber que sentía estando en otro plano.

- Bien. – aseguro – estuve viendo a Lola.

Sonrió enternecida mientras me observaba de reojo.

- Ingreso a la universidad. – hable con orgullo de su hermana.

- Si, diseño gráfico. – rio levemente - ¿Quién lo diría?

- Sera muy buena. – asegure.

- Si. – susurro – Sera demasiado buena. – asintió.

Ella se quedó en silencio unos segundos y luego volvió a los niños. Algo sucedía con ella, no era mi Luna la que me recargaba de energías para seguir, no era aquella mujer con quien soñaba volverme a encontrar cuando me muera. Algo no andaba bien.

- ¿te encuentras bien? – pregunte con miedo.

- Si. – asintió con seguridad.

- ¿Por qué me mientes? – volví a observar al frente – sabes que puedes decirme la verdad.

- Estoy triste. – confeso.

Fruncí el ceño y volteé a verla con la sensación de ansiedad recorriendo mi cuerpo. El frio viento solo se sintió en mi espalda haciéndome estremecer por primera vez en tantos años.

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora