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- ¡villa!

Grite bajando los malditos escalones de aquel edificio. Estaba aterrada, el miedo me consumía todo el maldito cuerpo. No podía creer que Marcos se atreviera a tanto.

- ¡Villa! – volví a elevar mi voz con desespero.

Moví aquellas plantas y lo vi inconsciente entre ellas. Ni siquiera estaba sobre el suelo, solo mantenido ahí. La angustia comenzó a consumirme lentamente, quería llorar al verlo tan indefenso. No sabía cuan grave había sido esta maldita caída.

- ¡papo! – Martin se ponía a mi lado e intento tocarlo.

- No lo toques... - suplique con las lágrimas consumiéndome esta vez – llama una ambulancia, por favor.

- Él tuvo la culpa por ponerse frente a mí, por golpearme...

Voltee furiosa cuando escuche la voz de Marcos a lo lejos, era un maldito. Se merecía lo peor del mundo y esta vez no tendría piedad. Me acerque a él y lo empuje con fuerza.

- ¡eres un maldito hijo de perra! – grite – si algo le sucede a Villa te juro que te hare la vida miserable, Marcos.

- Es tu culpa, Luna. – se acercó furioso a mí.

- ¿mi culpa? ¡Tú lo empujaste intencionalmente! – lo señale – fue tu culpa, eres un maldito asesino.

- ¡Luna!

Lleve mi vista a Martin que se encontraba inclinado hacia villa. Corrí hacia ellos, noté que comenzaba a fruncir su ceño con molestia.

- Papo... - susurro con preocupación Martin.

- Luna. – lo único que pudo pronunciar.

- Hola. – me acomode más a su lado y tome su mano con fuerza – estoy aquí.

- No me sueltes. – susurro sin abrir sus ojos, movió solo su cabeza de un lado a otro.

- No voy a soltarte, me quedare aquí contigo hasta que la ambulancia llegue. – me incline hacia el para besar su coronilla.

(...)

Luego de que el medico lo revisara, le hiciera hasta radiografía, lo revisara de arriba abajo y que sus padres casi se desmayaran por saber lo que había sucedido con él, pudo irse a su departamento.

- Ya, muchachos, puedo caminar. – hablo molesto.

Simón arrastraba su silla de ruedas hasta su habitación. Sus amigos habían entrado en crisis cuando su banjista favorito voló por los aires.

- Solo procuro que llegue bien a su cama, no quiero sustos... - argumento Simón.

Escuche la risa de Isaza y de Martin tras ellos. Me quede sobre el marco de la puerta mientras sus amigos lo ayudaron a sentarse en su cama. Note su descontento cuando hasta subieron sus piernas y acomodaron las almohadas detrás de su espalda.

- ¿cómodo? – pregunto Isaza.

- Si sigues así, la almohada terminara en tu cara. – enarco con seriedad una de sus cejas.

- No me da miedo. – aclaro el más alto – y solo estoy dándote amor, ¿acaso esperas que alguien más te lo de?

Note que movió sus cejas con diversión. Villa rodo sus ojos y termine por reírme por lo bajo. Mi hermana se encontraba a mi lado, aún estaba con miedo luego de haber visto lo que había sucedido.

- Solo quiero que dejes de tocarme. – hablo villa.

- Bueno, perdone, solo me asuste...

- Como todos. – murmuro Lola.

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora