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Narrado por Juan Pablo Villamil.

- ¡Buenas noches, Bogotá!

Isaza hablo por el micrófono cuando las luces se encendieron y todos los gritos hicieron retumbar aquel gigante lugar. La música sonaba, la emoción y la adrenalina me corría por cada parte de mi cuerpo. La sonrisa y los saltos no faltaban, mientras que la gente disfrutara de nosotros.

Ojalá luna estuviera viendo esta locura, este sueño increíble que nos sucedía.

Con cada paso de canción, todo iba de acorde al plan. Las canciones de amor me hacían recordar a su sonrisa y aunque amara estar arriba del escenario, extrañaba más sus abrazos.

Por un momento note una luz bastante fuerte sobre mí y no eran los reflectores. La piel se me erizaba producto a aquella luz extraña. Eleve mis ojos sin dejar de cantar "Mil tormentas", las nubes comenzaron a disiparse, la luna llena se había hecho presente. Iluminaba más que otras veces, sonreí recordando sus palabras de que ella iba a estar conmigo aquí.

Volví a la gente que coreaba nuestras canciones con demasiado sentimiento y por un momento, mi locura me traiciono. Luna se encontraba frente a mí, se encontraba demasiado hermosa como para no querer parar todo y bajar a besarla.

Ella me sonrió desde ahí, entre la gente que saltaba y gritaba. Había demasiada paz a su alrededor, pude notar su cabello castaño recogido. Se encontraba distinta pero hermosa. ¿Cómo había entrado sin decírmelo? Ella no podía estar ahí, pero, sin embargo, amaba leerle los labios. Cantaba nuestras canciones, cantaba conmigo y lo disfrutaba.

Cuando nuestra última canción sonó, ella solo se quedó sin movimiento. Se mantuvo observándome, elevo su mano en forma de saludo. Alcance a leer sus labios por última vez, pronuncio un "te amo" y desapareció entre la multitud.

Sonreí frente a esa acción y esperaba a que terminara "besos en guerra" para correr a ella.

- ¡eso estuvo brutal!

Hablo emocionado Martin cuando ingresamos al pasillo detrás del escenario. Asentí y aceleré mis pasos hasta donde sabía que se encontraba Laura y Nath, esperaba verla ahí.

- ¡Laura Patricia! – grite con emoción, una sonrisa enorme se había formado en mi rostro.

Ella volteo asustada observándome con curiosidad y cuando no la vi con ella comencé a buscarla con mi mirada por todo aquel lugar.

- ¿A quien busca? – pregunto Simón una vez a mi lado.

- ¡A Luna!

Camine por el salón buscándola con desespero, quería abrazarla como había planeado aquella vez.

- ¿A Luna? – la voz de Laura se tornó confusa.

- ¡Si! – voltee rápidamente a verla – ella estaba aquí.

- ¡Papo! Eso es imposible... - Isaza comenzó a reírse de mí.

- No es imposible. La vi, se encontraba entre la gente... - me defendí.

- Villa, Luna no estaba ahí. – hablo con seriedad Simón – si no, la hubiésemos visto y, además, también nos lo diría. ¿O no es así, Marto?

- ¡Claro! Además, si no, Laura lo sabría ¿o no, amor?

Los cuatro volteamos a verla, pero ella se encontraba observando su teléfono. Su rostro se encontraba paralizado y lo único que hizo fue observarme a los ojos. Algo no andaba bien, algo estaba fuera de este mundo.

(...)

La van se detuvo frente a la casa de Luna, vi una ambulancia y policías. ¿Qué carajos había sucedido? Baje sin escuchar a nadie, quería buscarla. Quería saber que ella estaba bien.

- ¡Papo!

Escuché la voz de Simón, pero mis pies solo aceleraron, choque con los policías que se encontraban en la puerta y luego vi a lola, se encontraba apoyada sobre el sillón en una especie de shock.

- ¡Lola! – toque su rostro con desespero, ella solo me observo sin poder creer lo que sucedía - ¿Qué tienes? ¿Qué sucedió?

- Ella se fue, Villa. – balbuceo.

- ¿Qué?

Eleve mi vista hacia planta alta y mi corazón comenzó a romperse de a poco. No podía ser cierto, no podía haberme hecho esto. Comencé a subir las escaleras, pero sentí que tomaban de mi cuerpo.

- Tranquilo, papo... - suplico Isaza en mi oído – tranquilo.

- ¡Suéltame!

Me desprendí a la fuerza de mi mejor amigo y aumenté mis subidas hasta su habitación. De ahí Salía Leo cabis bajo, pero de pronto se detuvo al verme. El solo apretó sus labios y negó con demasiado dolor en el rostro.

La agonía que me corría por las venas era demasiado.

Ingrese a la habitación, su madre se encontraba a su lado y ella se encontraba, dormida. Suspire con tranquilidad al verla de esa manera. Su madre me observo y sus lágrimas comenzaron a caer aún más, no entendía que sucedía.

Me acerque con lentitud y me arrodille a su lado, ella tenía una especie de sonrisa en su rostro. Se encontraba demasiado tranquila, parecía estar en paz consigo misma.

- Hola, mi amor. Estoy aquí... - susurre.

Luna ni siquiera parpadeo. No tenía movimiento, parecía estar ida de aquí.

- Ey, mi amor... - trague saliva – vamos, tenemos que ver nuestra película. Prometí volver luego del show y estoy aquí...

Lleve mi mano a su mejilla, se encontraba helada y podía jurar que se encontraba dura.

- Luna... mi amor... estoy aquí. – susurre.

- Juan Pablo... - escuche la voz de su madre, eleve mi rostro hacia ella – se fue.

Fruncí el ceño intentando entender sus palabras. Negué y luego volví a observarla.

- Luna, ya estoy aquí... ¿puedes levantarte?

Comencé a acariciar su rostro y luego fui a su brazo para moverla, quería que se despertara.

- Despierta. – suplique – Vamos amor, no estoy para juegos.

- Villa.

- Luna, no bromees. Vamos, despierta, debemos irnos. – volví a moverla, mi voz comenzó a elevarse sin previo aviso.

Sentía como la desesperación me dominaba de a poco. El vacío se agiganto como un hoyo negro en el universo, consumiendo todo a su paso.

- Juan pablo, por favor, ¡escúchame! - su madre elevo su voz y tomo de mis manos.

- No...

Todo era caos en mi planeta. Poco a poco. todo caía a mi alrededor.

- Ella se fue, Juan Pablo. – susurro – Luna, está muerta.

- Ella no puede estar muerta, ella solo...

- Se fue, hijo, ¿lo entiendes? – susurro con todo el dolor del mundo.

La volví a observar, quería que sea una maldita broma. Me incline hacia ella para tomarla en mis brazos, todo en mi interior se derrumbó sobre su cuerpo. No quería que nadie la tocara, que nadie sea capaz de quitármela. Termine por sentarme en el suelo, con su cuerpo inmóvil y consumido por la muerte.

Ella se había ido.

Me había dejado en este maldito mundo.

De un momento a otro desconocí al nuevo Juan Pablo que había creado. Desconocí a mi voz que salían como gritos sobre ella. No sentía nada dentro de mí, más que un frio helado que me consumía lentamente frente a su ausencia.

Mi luna termino por explotar en el cielo y a mí, me dejo en la oscuridad. 

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora