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Parpadeé y lentamente comencé a familiarizarme con el exterior. Escuchaba un terrible sonido en ese lugar, quería apagarlo de una buena vez. observe todo el lugar, era la habitación de hospital. Me maldije por dentro, por estar aquí. No debía estar aquí.

Suspiré y comencé a observar a todos lados, quería ver quien se encontraba conmigo. Tenía demasiada sed como para hablar, no me salía la voz.

La puerta de mi habitación se encontraba entre abierta y pude ver a lo lejos a mis padres, a lola, a Martin y a Laura, a Villa en un gran circulo. Leo se encontraba hablando con ellos.

Quería leer sus labios, pero poco y nada alcanzaba mi vista a ellos.

Intente mover mis labios para llamar a villa, pero no respondía nada de mi cuerpo. Quería que me viera, quería que villa volteara hacia mí. Estire mi mano, no sabía que era lo que hacía, pero quizás con algún movimiento el notaria mi presencia.

De pronto, todo se tornó demasiado confuso, vi a villa suspirar molesto y agotado. Se alejó de la ronda desapareciendo por el pasillo a quien sabe dónde. Mi mano cayo agotada, quería que me ayudara.

Suspiré y volví a observar el techo, ¿y ahora que sucedía conmigo? Observe a mis costados, los químicos a mi lado y del otro una bolsa de suero. Cerré mis ojos y otra vez me dejé llevar a otro mundo.

Abrí mis ojos nuevamente y sonreí cuando vi a leo a mi lado. Me acomodé mejor en la cama y pude notar que era totalmente de noche. ¿En qué momento las horas pasaron tan rápido? ¿Dónde estaban todos?

- ¿Cómo te sientes? – pregunto sentándose a mi lado.

- Muy cansada.

Mi voz apenas se escuchaba.

- ¿Qué me sucedió?

- Te desmayaste, Luna. – comento con algo de seriedad.

- ¿Por qué?

- Tienes una infección. – confeso, abrí mis ojos con sorpresa.

- Pero...

- Una infección urinaria, es muy común. No te alarmes. – aseguro con una pequeña sonrisa – por eso tienes fiebre, pero ya está controlada.

Hice una mueca de sonrisa y acomodé un poco la colcha que me cubría. Voltee a la puerta, quería saber porque villa no se encontraba aquí.

- ¿a quién esperas? – pregunto con curiosidad.

- A mi novio.

- Villa... - suspiro agotado.

- ¿Qué sucede? – fruncí el ceño confundida.

Tenía miedo. Tenía miedo que se haya ido sin mí, tenía miedo que se hubiera cansado de esta mujer enferma que peleaba todos los días contra la muerte para mantenerse a su lado. Tenía miedo y no estaba dispuesta a disimularlo.

- Debemos hablar con seriedad. – el rostro de leo no era agradable.

- ¿ahora que sucede? – murmure agotada.

- No es solo la infección por lo que estás aquí, Luna...

Mi corazón se sintió un poquito más apretujado frente a sus palabras.

- No podremos operarte. – confeso – o por lo menos, no por ahora.

- Pero... ¿Qué? ¿Por qué? – abrí mis ojos con sorpresa – hace una semana mis estudios estaban impecables, ¿Por qué ahora no puedo operarme?

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora