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- Debes salir.

Escuche su voz por algún lado de la habitación. Eleve un poco mi cabeza y trague saliva al verla en el marco de la puerta de nuestra habitación. Su mirada destilaba compasión por este hombre que ya no existía en este maldito mundo sin ella.

- Quiero quedarme aquí. – confesé.

- Mi amor... - susurro – es hora de que salgas, tus amigos por días han tocado la puerta de este lugar y tu ni siquiera te has molestado en decirles algo.

- No quiero verlos.

Habían pasado dos semanas, mi único lugar seguro era este departamento y ella.

- Si quieres, debes verlos.

La cama a mi lado se hundió y solo termine por acomodarme de costado para observarla. Sus ojos mieles eran hermosos. Ella sonrió como siempre lo hacía trasmitiendo todo lo que me faltaba.

- Quiero quedarme aquí, contigo. – volví a murmurar.

- Yo estaré aquí, mi amor. No me iré...

Su mano fue a mi mejilla, quería sentir su piel sobre la mía otra vez.

El timbre sonó un día mas, como todos los demás días. Cerré mis ojos con molestia, mis amigos no entendían que quería quedarme con Luna. No quería salir de aquí pero nuevamente la observe, ella sonrió y asintió dándome ánimos de que abriera esa maldita puerta.

Con desgano Salí de la cama y arrastrando mis pies caminé hacia la puerta en donde aún sonaba el timbre y se escuchaban golpes sobre la madera.

Al abrirla pude ver a simón, Martin e Isaza, junto a nath, Laura y también noté a Nadia junto a ellos. Por un momento comencé a ponerme nervioso, si Luna la veía aquí me odiaría.

- Déjalos entrar. – susurro en mi oído.

Suspiré y me hice a un lado, hice lo que ella quería. En silencio, ellos solo caminaron por todo el lugar. Al cerrar la puerta caminé hacia la sala y pude notar a simón observándome con el ceño fruncido.

- No puedes estar viviendo así. – señalo el lugar.

- ¿Quién me lo va a impedir? ¿tu? – murmure molesto.

Camine hacia la habitación cerrando la puerta. Me tire boca abajo y termine por quedarme ahí por unos instantes. No escuchaba ruidos del otro lado y esperaba que no estuvieran tocando nada. Había mantenido a este lugar de la misma forma en la que ella lo había dejado.

- No discutas con simón, es tu amigo.

Eleve mi vista hacia el escritorio, ella se encontraba ahí tan solo observándome con desaprobación por mi maldito humor.

- No estés de su parte. – recrimine aun molesto.

- Usted no me da miedo con esa cara. – elevo su dedo con seriedad – Ahora tan solo

Ella iba a continuar hablando, pero la puerta se abrió de golpe y termine por sentarme en la cama del susto. Nadia me observaba con tristeza y suspiro para acercarse a mí con lentitud. De reojo observe a Luna quien poco a poco comenzó a sonreír.

- ¿Puedo?

Señalo la silla del escritorio. Me encontraba asustado, comencé a sentir mi corazón palpitar demasiado fuerte. Observe a luna que se encontraba sentada aun sobre aquel mueble, demasiado juntas que hasta temía por si mi esposa se le desacomodaban los tornillos y la asustaba.

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora