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- ¡Bien! – hablo villa terminando de guardar su bolso en su auto – creo que es hora de irme.

- Si. – susurre observándolo totalmente nerviosa – ¡buen viaje!

El lanzo una risa tierna, bajo su mirada al suelo mientras negaba. No quería que se vaya, pero, inclusive Bachi, debía irse.

- Villa...

Mi padre se acercaba con emoción hacia él, al parecer se había encariñado demasiado rápido. Lo abrazo por los hombros, ambos hombres se sonreían con complicidad.

- Me agrado conocerte. – golpeo su pecho con cariño – espero verte por casa...

- Si... - sonrió tímido y me observo – le aseguro que nos veremos más pronto de lo que cree.

Sonreí levemente frente a eso, me emocionaba demasiado el saber que no seguiríamos viendo.

- Papo, creo que es hora de irnos...

Martin aparecía de la nada y besaba mi mejilla antes de rodear el auto de villa. Mi papa volvió a abrazarlo y se alejó dejándonos solos, solo volvería a la ciudad como yo en unas cuantas horas.

- Debo abandonarla. – murmuro divertido.

- ¡Que dolor! – toque mi pecho dramatizando, ambos terminamos por reírnos frente a eso – nos vemos luego.

- Nos vemos luego... - abrió la puerta del auto sin dejar de observarme – amor. – sonrió guiñándome el ojo con diversión.





- ¡Luna!

Parpadee varias veces cuando enfoque mi vista a la mano de Verónica que intentaba llamar mi atención a toda cosa.

- Si ... ¿Qué decías? – susurre intentando volver a la realidad

- No tenemos más estas cosas. – me mostro una lista de insumos - ¿crees que debemos hacer ahora el pedido?

Asentí y caminé hacia mi consultorio, mi cabeza no dejaba de fantasear con villa desde ayer que se había ido. No habíamos hablado aun y por ahora, para mi psiquis, era lo mejor que podíamos hacer. Comenzaba a maldecirme por sentir nuevamente amor.

Se suponía que quería a Marcos, pero ahora pensándolo de este modo, quizás solo lo que sentía era costumbre y no lo que sentía por villa en este preciso instante.

Me recosté sobre la puerta e inconscientemente llevé mis dedos a mis labios, no podía ser que aun sentía ese calor tan lindo sobre ellos. Maldito Juan Pablo, ¿Qué me había hecho? Golpee suavemente mi cabeza contra la puerta con maldición.

Salte en mi lugar cuando la puerta sonó verdaderamente, pensé que había sido mi cabeza, pero simplemente no. Al abrirla, me lleve la sorpresa de ver a mi ex parado frente a mí.

- ¡Hola! – sonrió con tranquilidad.

- ¿hola? – fruncí el ceño con gran confusión - ¿Qué haces aquí?

- ¿No puedo venir a verte? – ingreso a mi consultorio como si nada.

Cerré la puerta con gran confusión. Voltee a verlo, el apoyo sus manos en la mesada de metal mientras que me observaba aun con aquella mirada.

- Se supone que tú y yo no estamos más juntos.

- Ah, eso... - rodo sus ojos – fue un error.

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora