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Había pasado casi un año y medio de su muerte.

Que ironía pensar que tuve que modificar todo lo que había planeado a su lado para adaptarlo a la realidad. Nadia se había vuelto un cable a tierra para mi vida, mi novia, pero no así era mi mejor amiga.

Aun ansiaba llegar y poder hablar de muchas cosas como lo hacía con Luna y aunque ella se empeñara en recordarme que podía confiar en ella, había cosas que dentro de mí solo podía discutirlo con Luna.

- ¿esto dónde?

Pregunte mostrando un adorno que había guardado en una sus grandes cajas. Habíamos cambiado de departamento ya que, Nadia se encontraba transitando el sexto mes de embarazo.

- ¿En la habitación? – pregunto con curiosidad.

- Es de mala educación responder

- Con otra pregunta... - rodo sus ojos celestes – ¡lo sé! Solo que no me decido en donde puede ir ese adorno. Quizás podemos ponerlo en la habitación de la bebe.

- La sin nombre... - bromee, aun no habíamos decidido cómo llamarla.

- La sin nombre, mi amor... - toco su barriga con diversión – tu padre dice que eres la sin nombre.

- Solo digo que tenemos que pensar que nombre vamos a ponerle. – asegure.

- ¡Tienes razón! – pensó unos segundos – el tema es que soy pésima con los nombres, así que te encargo eso a ti...

- ¿y yo por qué? ¿Qué he hecho? – hable con indignación.

- Lo que has hecho es ser el padre más lindo del mundo... - sonrió achinando sus ojos celestes con ternura.

- Eso lo dirá mi hija, en algún momento. – hable con orgullo.

Nadia solo rio y yo termine por sacar varias cosas de las cajas y llevarlas a la habitación. Sentí una pequeña brisa entrar la ventana y por unos instantes suspiré cerrando mis ojos, todo estaba bien y ella me lo hacía saber con aquel simple acto.

- ¡mi amor! ¿Puedes venir un momento?

- ¡voy!

Termine por acomodar algunas cosas en la habitación y camine hacia la sala de aquel lugar. Nadia se encontraba de espalda. Fruncí el ceño acercándome a ella y relajé mi rostro cuando vi la fotografía que nos había sacado a Luna y a mí en el estadio.

Tragué saliva, contuve con todo mi ser las lágrimas y la angustia. Era mi mejor amiga, mi novia y mi esposa, el amor de mi vida. Nadia me abrazo por la cintura y de reojo la observe con una pequeña sonrisa.

- Creo que ella se merece estar aquí. – murmuro observándome - ¿no lo crees?

Volví a la fotografía por unos minutos y mi cabeza me jugo en contra trasladándome a ese momento.

- ¿Sientes frio? – murmure con preocupación.

Ella volteo a verme, sus ojos mieles se notaban cansados, pero sabía que hacia todo lo que podía para salvarse.

- Solo un poco... - movió sus hombros y luego su atención fue hacia el gran lugar.

Detuve mis pasos y ella con curiosidad se volteo a verme. Sonreí y me acerqué un poco a ella para acomodar su pañuelo que con gran fastidio se lo puso. No quería verse infantil con su amado pañuelo de Stich

- Ahora cubre toda tu cabeza. – murmure y la observe a los ojos – se ve hermosa.

Quería decírselo, quería que supiera que esto no la hacía ver un pequeño monstruo. Luna era hermosa como persona y se merecía saber cuántas cosas producía en mí. Ella solo rio bajando su mirada y sentí la necesidad de darle algo más de amor. Bese su frente con cuidado. Tenía tanto miedo de lastimas su piel, no quería que un simple beso le dejara un hematoma en su frente.

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora