Kim Sihyeon se niega a aceptar lo que siente por su inexperta mejor amiga Park Jiwon, hasta el día en que aparece el capitán del equipo de básquetbol.
Ambas se encontrarán en una redada de sentimientos que les hará darse cuenta que son más cercanas...
Jiwon estaba cargada con sus clases y prácticas. Ahora pasaba sus recreos y almuerzos en las canchas practicando y coreografiando rutinas junto al cuadro de porristas.
Pero ese día había logrado hacer un pequeño espacio después de clase para visitar a Sihyeon en su trabajo.
Subió las escaleras eléctricas para llegar al cine pero se distrajo al ver unos osos de peluche en una tienda cercana.
Al entrar se despisto con la ropa, zapatos, maquillaje y demás.
Estaba viendo una camisa cuando una mano se posó sobre su hombro, haciendo que esta volteara.
— Hola Jiwon.
— ¡Seoho! Hola. — saludó con una reverencia y una nerviosa sonrisa.
— Que sorpresa encontrarte aquí.
— Lo mismo digo.
— Oye. — dijo nervioso. — Estuviste increíble en la práctica...
— ¿Me viste? — preguntó, intentando contener la emoción que sus ojos no lograban ocultar.
Seoho se aclaro la garganta al darse cuenta que sus nervios ante la mirada de la chica no le permitían responder.
— Pues s-sí, um, v-ví a todas las animadoras, sí.
— ¿Y?
— Me sentí animado.
Se sintió más cómodo ahora que había logrado hacer reír a su menor.
— Entonces estamos haciendo algo bien. — dijo aún riendo.
Una voz lejana nombró al chico, se dio cuenta que debía volver.
— Oye, tengo que irme, me alegró mucho verte.
— Igual Seoho. — respondió sonriente.
Al retirarse, Jiwon se percató de la hora, había perdido mucho tiempo, así que salió de la tienda en busca de su amiga.
Al salir, una voz la detuvo.
— ¡Jiwon!
Se volteó para encontrar a Seoho corriendo hacia ella.
— ¿Qué sucede?
El chico se acercó con una mano en la nuca intentando calmar sus nervios.
— ¿T-te gustaría s-salir c-conmigo? — decir cada sílaba era como intentar sacar piedras de su garganta.
Jiwon desvío la mirada hacia el suelo intentando ocular el carmín de sus mejillas.
— Debo volver. — dijo el chico señalando con el pulgar hacia la tienda.
— Sí, sí, esta bien. — Jiwon no podía contener su sonrisa. — Adiós.
— Adiós. — se despidió al darse la vuelta.
Jiwon siguió caminando y revisó detrás de su hombro para asegurarse de que Seoho ya había entrado a la tienda.
Al notar que ya no estaba corrió emocionada hacia el cine dispuesta a contarle todo a su amiga.
Llegó al puesto de palomitas, donde había una considerable fila, en su mayoría parejas.
— Oye, Sihyeon. — intento llamar su atención moviendo su brazo. — ¡Oye!
Al notar que Sihyeon no la veía corrió hasta ella, incomodando a todas las personas de la fila.
— ¡Sihyeon!
Su menor la vio sorprendida mientras sostenía una caja de palomitas para los clientes.
— ¡Unnie, la fila! ¿Qué haces aquí?
— Te vine a ver, debo contarte algo.
— Jiwon, estoy trabajando.
— ¡Es importante!
Sihyeon suspiro, pero término cediendo a la petición de su mayor.
— Esta bien, entra. — La castaña levantó una parte de la mesa que separaba a los empleados de los clientes y que servía para entrar al puesto de palomitas.
— ¿Puedes cubrirme un rato? Gracias. — le pidió a su compañero, el cual accedió.
— Creí que Hwan era tu compañero.
— No, gracias a Dios tiene otros horarios, creo que ni sabe que trabajo aquí.
— Bueno, perfecto, um... paso algo.
— ¿El qué Jiwon? Habla rápido.
— Me encontré a Seoho en una tienda.
Su contraria volteó los ojos, pero la rubia no le dio importancia.
— Y adivina que.
— Ajá
— Me invitó a salir. — exclamó sonriente.
— ¿Qué?...
— Siiii, estoy tan emocionada, pero no sé que le voy a decir, o qué voy a usar.
— Jiwon...
— ¿Y sí digo algo malo? ¿Y sí le dejó de gustar?
— Jiwon.
— ¿Y sí derramo mi bebida sobre él?
— ¡Jiwon! — La vio a los ojos intentando esconder su tristeza. — Debo volver a mi puesto.
— Sí sí esa bien, te espero.
— Creo que será mejor que te vayas. Estamos muy ocupados
— Oh, esta bien. — respondió desconcertada. — Te veo mañana.
Sihyeon suspiro dándole la espalda a su mayor y regresando a su trabajo.
— Claro...
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