Kim Sihyeon se niega a aceptar lo que siente por su inexperta mejor amiga Park Jiwon, hasta el día en que aparece el capitán del equipo de básquetbol.
Ambas se encontrarán en una redada de sentimientos que les hará darse cuenta que son más cercanas...
— Mmh... — expresó la pelicorta queriendo molestar a su menor.
— ¡Ya dejame en paz! — le dio un golpecito en el brazo mientras ambas reían.
Continuaron conversando de cosas triviales hasta que un chico alto de pelo negro y tez blanca que portaba el uniforme del equipo de básquetbol las interrumpió bruscamente.
— Ey ¿Tu eres Han Eunji?
La mencionada, algo confundida, asintió con la cabeza. — Sí.
— Necesito tutorías.
— Ajá ¿y? — a Mia no le agradaba la manera en como el chico se estaba dirigiendo hacia ella, mucho más por el hecho de que interrumpió a Onda en medio de una oración.
— Dame tutorías. — señaló el muchacho, arqueando la ceja por la pregunta de la contraria.
— ¿Por qué lo haría?
— Porque pareces buena persona.
— Tú no.
— ¿Y eso qué importa? Estoy pidiendo tutorías, no una clase de ética.
— ¿Y qué pasa si digo que no?
— Consideraré que no eres tan buena como todos dicen.
— ¿Disculpa?
— ¿Una golden 3 que ni siquiera se digna a dar unas simples tutorías? O no eres capaz de enseñar, o claramente se te subieron los humos a la cabeza.
— Yo no tengo porque aceptar.
— ¿Por qué no? ¿No soy digno de su noble enseñanza milady*?
Eunji consideró las palabras del chico. No sabía que era capaz de decirle a la escuela si se negaba, además parecía un reto difícil, lo cual le interesaba.
— Esta bien, te daré tutorías, y de paso una clase de modales.
— Solo me interesa la primera opción, gracias. — agradeció de forma burlesca mientras hacia una reverencia.
Mia volteó los ojos, y sacó una agenda de su mochila.
— ¿Tu nombre?
— Lee Byounggon.
— Bueno. — anotó su nombre en la agenda, y seguidamente la cerró. — En la biblioteca mañana durante el almuerzo.
— La veo ahí milady. — dijo con una sonrisa ladina y guiñandole un ojo para después retirarse.
— ¿Por qué aceptaste? — Preguntó Onda extrañada. — Parece un grandísimo estúpido.
— Sí, se porto como un pendejo. — mencionó la mayor viendo como el chico se alejaba. — Pero esta muy guapo ¿no crees? — consideró sonriente.
El corazón de Serim de achicó tanto ante las palabras de Mia que decidió no responder por miedo a que su voz se quebrantará.
— Creo que aprovecharé las tutorías yo también.
Onda bajo la mirada hacia sus manos reposandolas sobre su falda. Las acariciaba con sus pulgares para consolarse de alguna manera y evitar llorar por las palabras de la chica que tanto le gustaba.
— Bueno, tengo que irme, nos toca entrenar a nosotras.
La mayor se levantó de la banca jalando su mochila, y despidiéndose de la menor con un beso en la cabeza.
— Te veo mañana Onda.
Ella se quedó ahí, pensando en como se estaba esforzando tanto para gustarle a Mia, pero este chico aparece de la nada y comienza a llamarle la atención a pesar de sus fuertes palabras.
Se ahorro las lágrimas hasta llegar al baño, se puso delicadamente su mochila, y bajo las gradas con rápidez, intentando contener el llanto hasta quedar completamente sola.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.