Kim Sihyeon se niega a aceptar lo que siente por su inexperta mejor amiga Park Jiwon, hasta el día en que aparece el capitán del equipo de básquetbol.
Ambas se encontrarán en una redada de sentimientos que les hará darse cuenta que son más cercanas...
Las habitaciones se repartieron de manera aleatoria, con grupos de seis en cada cuarto.
El tapete de dormir de Jiwon estaba justo al lado del de Serim. Por suerte compartía habitación con al menos una amiga.
En la vasta oscuridad de la noche, Jiwon seguía pensando en lo sucedido.
No podía conciliar el sueño, la imagen de Sihyeon en el puente y en la floristería no escapaban de su mente. Tan solo ese recuerdo hacia que su corazón se agitará.
Temía de esos pensamientos. Cubrió su subconsciente con recuerdos de Seoho para poder olvidarla y a pesar de que fue trabajo duro, lo logró.
— Jiwon. — el susurro de la menor desvío su atención, tomándole por sorpresa que la pelinegra continuara despierta.
— ¿Sí?
— ¿No puedes dormir cierto?
El silencio fue respuesta suficiente.
— Yo tampoco — Jiwon escuchó como la pelinegra se daba la vuelta para poder verla mejor —. Mia me invitó a cenar con su familia. — Soltó.
— Eso es bueno, felicidades — la menor la vio confundida, con una ceja alzada —. Oh digo, ¿no es normal que invite a sus amigas a comer? — masculló con una sonrisa que fácilmente podría hacerse pasar por una mueca.
Serim dejó salir un suspiro. — ¿Soy tan obvia?
Gracias a la luz de la luna la menor notó como Jiwon asentía, algo avergonzada. — Pero no me di cuenta hasta esta mañana, antes de subir al autobús. Lo juro.
— Esta bien — susurró, volteando hacia el techo —. Quiero decirle, ¿sabes?
— Pues hazlo.
— No es tan fácil — explicaba —. Creo que le gusta alguien, un chico-
— Aunque tuviera novio — espetó, tomando su brazo de manera reconfortante —, no sabes si ella también siente algo por ti. Puede que este confundida.
Serim sentía que su respiración se entrecortaba. Sihyeon le contó lo que le sucedió a Jiwon y como es que logró encontrarla.
Era irónico que justamente era ella quien le estuviera diciendo todo eso.
— Unnie... — llamó, con la voz temblorosa — perdoname si te ofende, pero... No crees... No crees que esta relación con Seoho... — vaciló nerviosa por la reacción que podría tener la mayor — es para evitar sentir algo más... Por alguien má-
Una persona tocó a la puerta de la habitación haciendo que Onda guardara silencio
Nadie pensaba ponerse de pie, pero el llamado se hizo tan insistente que Jiwon decidió ir hacia la entrada solo para calmar a quien sea que estuviera del otro lado.
Desplegó los ojos cuando se encontró con Seoho recostado en el borde de la puerta, viéndola fijamente.
Su mirada era profunda, triste. Su cara estaba empapada en sudor y su pecho se movía de arriba abajo, respirando con dificultad.
Las habitaciones de los varones estaban al otro lado del hotel, en una área completamente diferente. ¿Había corrido hasta aquí?
— Jiwon yo...
— ¿Qué haces aquí? ¿Te encuentras bien?
El mayor asintió, intentando recuperar el aire.
— ¿Quieres agua?....
— Jiwon perdoname.
— ¿Qué-
— Fue mi culpa que te perdieras, estoy tan avergonzado — el chico comenzó a ponerse de rodillas, cerca de los pies de la rubia, con su frente tocando el piso —. No sé que hubiera sido de mí si algo te hubiera sucedido.
— N-no hay nada de que disculparte — dijo algo apenada, inclinándose para que se pusiera de pie —. Estoy bien, no me paso nada.
— ¿Estas segura? — titubeó levantándose.
— Completamente.
Seoho dejó salir un suspiro de alivio, exagerando un poco.
— Oye... — continuó el pelinegro — encontré un lugar muy hermoso que quiero mostrarte.
— ¿De verdad?
— Sí — afirmó con una sonrisa —, vamos mañana, juntos. No saldremos del arboreto, lo prometo.
Jiwon lo pensó unos segundos antes de contestar — Esta bien.
— ¡Perfecto! — exclamó.
Ambos se petrificaron al escuchar una puerta abriéndose y unos pasos acercándose.
— Será mejor que me vaya — aseguró antes de plantar un fugaz beso en la mejilla de su novia —. Buenas noches.
— Adiós. — dijo la rubia enrojecida mientras veía al mayor correr hacia las escaleras.
Cerró la puerta rápidamente y se apresuró a regresar a su tapete para fingir estar dormida.
Alguien abrió la puerta de nuevo, seguramente la maestra Kim, dio un vistazo a la habitación y se retiró casi de inmediato.
— ¿Querias decir algo Serim? — preguntó la rubia una vez se dejaron de escuchar pasos en el pasillo.
— N-no. No era nada — dijo volteando su cuerpo para darle la espalda a Jiwon —. Descansa.
— Tu también Serim. — susurró.
Se cubrió con su manta y logró dormir plácidamente el resto de la noche; soñando con Kim Sihyeon.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.