Kim Sihyeon se niega a aceptar lo que siente por su inexperta mejor amiga Park Jiwon, hasta el día en que aparece el capitán del equipo de básquetbol.
Ambas se encontrarán en una redada de sentimientos que les hará darse cuenta que son más cercanas...
Estaba terriblemente cansada. Sentía que le dolía todo el cuerpo mientras subía las escaleras que la encaminaban hacia la puerta de su hogar.
Sintió un alivio al escuchar el cerrojo abrirse y al fin poder entrar a su casa. Sintió un delicioso aroma que le abrió el apetito, no venía de la cocina, por alguna razón. Lo siguio con su hábil sentido del olfato hasta dar con el patio de la casa.
Había una manta sobre el césped y lo que parecia un pastel casero recién horneado justo en el centro, y al lado de este la mujer más hermosa que vio en su vida, contemplando las estrellas.
Corrió hacia el lugar, saltando sobre la chica en cuanto la vio.
—¡Volviste! ¡No puedo creer que volviste! —exclamaba emocionada mientras cubria a la castaña de besos.
—Hola mi amor.
—¿Por qué no me avisaste? Me hubiera puesto bonita para esperarte ¿Como te fue en la gira? ¿Te divertiste? ¡Cuentamelo todo!
Sihyeon rió ante la ternura de la rubia —Tú siempre estás bonita, además, quería sorprenderte—afirmó—. Y me fue muy bien. ¿Qué hay de ti?
Jiwon asentía mientras tomaba un trozo de pastel —Excelente— respondió con clara emoción en su rostro —. Dentro de dos semanas empezamos las pruebas en gravedad cero— contaba, dándole una mordida al postre.
—¿De verdad? Suena emocionante.
—¡Lo sé! No puedo esperar.
Recostó su cabeza sobre el pecho de su esposa. Apreciando el cielo junto a ella mientras acariciaba el tatuaje de una flor de suspiro que la menor tenía en su brazo. La sola imagen de ese adorno la transportaba a las épocas más felices de su adolescencia.
Se dio cuenta de que, junto a Sihyeon, podía viajar entre galaxias sin tener que dejar la tierra.
—Eres mi estrella favorita.
—¿Qué? —preguntó genuinamente.
—A los músicos como tú también les dicen estrellas, y tú siempre fuiste una artista, supongo que toque las estrellas mucho antes de que siquiera lo desease.
Sihyeon tomó su barbilla y la beso en los labios, con el mismo amor que la primera vez que sus bocas se juntaron.
—Te extrañe tanto —susurró.
—Y yo a ti.
Continuaron el beso hasta que el sonido de unas pequeñas pisadas las hicieron voltear hacia el ventanal de la sala.
—¡Mami volviste! —gritó una pequeña niña que corría con dificultad hacia Jiwon. Alzó sus diminutas manos para abrazar el cuello de su madre y recostarse sobre esta, mientras le robaba un pedazo de su trozo de pastel.
—Hola mi vida —dijo con una voz llena de ternura —¿Como has estado hoy Yoo, viste que mamá ya vino de su gira?
—Sííí —exclamo—, me hizo galletas y vimos una película y me contó un cuento antes de dormir.
—¿La extrañamos mucho verdad?
—Sí— bufó, haciendo un puchero—. Ya no tienes permiso de irte tanto tiempo -ordenó, señalando a la castaña.
Sihyeon tomó su pequeño dedo y le dio un besito asintiendo —Bueno, ya no lo haré, pero entonces será muy difícil comprar tus juguetes.
La niña se petrifico, soltando la mano de su mamá —Ah entonces sí puedes, pero debes traerme más juguetes para que ya no me sienta mal.
Ambas rieron ante el berrinche de la pequeña.
—Lo prometo.
La familia brillaba como un solo destello.
Jiwon cumplió su sueño de nadar entre constelaciones aún con los pies puestos en la tierra.
Y Sihyeon su deseo de vivir paseando por melodías y recitales de las tonalidades más bella del mundo, su matrimonio.
Beso a su esposa, mostrando el sello de una unión que trascenderia siglos.
Porque quedó marcado en el destino, que en esta vida y en las siguientes sus almas se reencontrarian para amarse como la primera vez que descubrieron sus miradas. Una unión que duraría tanto como la eternidad lo permitiese.
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Me tarde mucho con el epílogo, lo sé, solo quería que supieran que agradezco de verdad que se hayan quedado hasta el final y por cada comentario y estrellita que me regalaron. De verdad espero seguir haciendo historias porque de verdad lo disfruto como no tienen idea.
