· cɑpítulo 32 ·

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Despertó alivianada y tranquila, era una de las mañana más calmadas que había tenido en semanas. Sentía los pies livianos y la mente ligera.

Había pasado unos momentos de paz junto a su madre que funcionaron como santo remedio para su aturdido corazón.

Se sentía más unida a ella que nunca.

Se incorporó al salón de clase, disfrutando del aroma a brisa fresca que entraba por la ventana.

Por primera vez no se preocupó por haber llegado tarde.

— Buenos días señor Choi. — saludó con una educada reverencia al maestro de su segunda clase.

Este la ignoró y la envió a sentarse, irritado.

Sihyeon obedeció tomando su puesto rutinario al lado de Serim, quién la recibió con una cálida sonrisa.

— ¿Estas mejor? — preguntó la mayor.

La pelinegra desvío la mirada hacia su cuaderno, sin borrar la sonrisa. — Un poco. — reveló.

— Si necesitas hablar, aquí estaré.

Serim se limitó a responderle asintiendo con la cabeza, y desviando la atención de nuevo hacia el maestro de clase.

No pasó mucho antes de que otra maestra irrumpiera en el aula pidiendo permiso para llevarse al profesor unos segundos.

Después de negarse inútilmente, se vio obligado a dejar la clase a cargo del presidente de curso.

En cuanto se fue, los estudiantes formaron un círculo alrededor de Wang Yiren, y la bombardearon de preguntas.

— ¿Son ciertos los rumores?

— ¿Como es?

— ¿Entonces sí tienes novio?

— ¿Es guapo? A puesto a que es muy guapo.

Las preguntas caían sin parar, la chica se sintió asfixiada ante tanta insistencia, e intento calmar a la muchedumbre lo más que pudo.

— Oigan, oigan. Tranquilos... — pidió educadamente, haciendo un ademán con la mano para que sus compañeros le regresaran el espacio que le habían arrebatado con tanta brusquedad.

— ¡Ya dinos!

— ¿Es alto?

— Sí. — logró responder.

— ¿Donde lo conociste?

— Antes de irme a los campeonatos. — contó tímida. — Nos acercamos mucho durante las competencias.

— ¿Tú diste el primer beso?

— No, de hecho. — contestó volteando hacia sus manos con una gran sonrisa dibujada en el rostro.

— ¡Qué tierno! — exclamó un grupo de chicas que estaba frente a ella.

Yiren respondía lo mejor que podía, ya que las preguntas solo se volvían más complejas y personales, además de que las hacían de manera desorganizada y no lograba escucharlas con claridad. Dejó de responder un momento hasta que logró captar la pregunta de una de sus compañeras.

— ¿Nos enseñas una foto?

Lo pensó un momento, pero antes de que pudiera sacar su celular vio algo por la ventana que robó toda su atención.

— No será necesario. — mencionó mientras le sonreía a la limusina que se estacionaba frente a la escuela.

— ¿Es él? — preguntaba un muchacho viendo hacia la ventana al igual que el resto de los que se encontraban ahí.

— ¿Pero cuantos años tiene?

— ¿A quien le importa? ¡Tiene una limusina!

Yiren reía ante las ocurrencias de sus compañeros, sin apartar la vista de la persona que estaba saliendo del automóvil.

Vestía de manera muy cómoda, con una larga camiseta blanca y unos joggers negros, también traía puesta una gorra que escondía su rostro, lo que decepcionó a sus compañeros.

— Wang Yiren. — llamó el profesor al entrar al aula de repente. — Ya vinieron por ti, puedes irte.

La mencionada tomó sus cosas con prisa y corrió hasta la puerta del aula donde se detuvo para darle una reverencia a la clase, despidiéndose.

Al darse cuenta de lo que sucedía, Sihyeon y Serim también se acercaron a la ventana, ignorando los reclamos del maestro para que sus alumnos tomaran asiento.

Vieron a la chica correr hacia esa persona, lanzándose sobre ella en un reconfortante abrazo. Yiren se puso de puntillas y le otorgó un tierno beso en los labios, haciendo que la clase suspirara de ternura.

Al separase la más alta se quitó la gorra para ponersela a su contraria; revelando su largo cabello castaño y su hermoso rostro delicado.

— ¡No puede ser! — exclamó uno de sus compañeros.

— ¿Qué carajos? Es una chica. — se quejó otro.

— ¿Ella es...?

— ¡Creo que sí!

— ¿Quién? — preguntó Serim curiosa hacia la compañera que tenía a lado.

— ¡Heo Yoorim!

— ¿Quién?... — cuestionó de nuevo.

— Aisha. — le respondió la misma chica. — Es la campeona de Tae Kwon Do del dojo más importante del país, y la única a la qué Yerin no ha logrado vencer.

— ¡Ambas son impresionantes! Nisiquiera me molesta que estén saliendo. — mencionó una chica.

Serim le hizo una mala mirada a la cual ella respondió volteando los ojos y regresando la vista hacia la pareja.

— ¡Vean! — exclamó la misma.

Una gran cantidad de fotógrafos se acercaron a las dos chicas, podían escucharse los sonidos de los flash y la algarabía de las personas que abruptamente se acercaron a ellas.

La mayor le entregó un par de gafas de sol a su novia, mientras le abría paso apartando a los paparazzi de su camino y abriéndole la puerta del vehículo. Otorgándole nada más que una sonrisa al mar de gente que las rodeaba.

Sihyeon contemplaba esa escena con admiración. No dejo de pensar en el cariño que se mostraron las chicas, a pesar de ser figuras públicas y con cientos de personas centrando su atención en ellas. Fue la primera vez que vio un amor tan arriesgado mostrarse sin miedo.

Sus mejillas se enrojecian tan solo con imaginar algún día poder abrir su corazón de esa manera. En sus ojos destelló un brillo sutil ante la fantasía de poder perder el temor ante cualquier adversidad y proponerse un futuro perfecto al lado de Jiwon.

En un mundo utópico, en una realidad de ensueño, no habría riesgo alguno. Pero a pesar de no vivir en una existencia intachable, contemplaba con sus propios ojos a dos personas gritándole su amor al mundo, como si ellas fueran las únicas en él.

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⠀𝑱𝒂𝒓𝒅𝒊𝒏 𝒅𝒆 𝑺𝒖𝒔𝒑𝒊𝒓𝒐𝒔 ִֶָ  𝐸𝑣𝑒𝑟𝑔𝑙𝑜𝑤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora