Kim Sihyeon se niega a aceptar lo que siente por su inexperta mejor amiga Park Jiwon, hasta el día en que aparece el capitán del equipo de básquetbol.
Ambas se encontrarán en una redada de sentimientos que les hará darse cuenta que son más cercanas...
Una voz grave recorría la casa mientras un hombre alto, robusto, y de frondosa barba bajaba las escaleras.
— ¡AMOR!
— Dime mi vida. — respondió tranquilamente su esposa saliendo de la cocina mientras secaba sus manos con una toalla.
— ¿Adonde va Jiwon? ¿Por qué se está arreglando?
— Oh, tiene una cita. — aclaró sonriente mientras volvía a entrar a la cocina.
El hombre fijo la mirada en su mujer con el ceño fruncido. — ¿Con que permiso? — exclamó irritado mientras la seguia.
— Con el mío.
— ¿Y acaso estoy pintado o qué?
— ¿Para que te va a preguntar si ya tiene mi bendición? — reclamó levantando los hombros restándole importancia mientras continuaba lavando los platos.
— ¡Porque tengo el derech..
— Yo también. — remarcó, volteando hacia él con una sonrisa y guardando, cuidadosamente, los trastos en su posición.
El hombre la perseguía por toda la cocina exigiendo explicaciones. — ¿Y cuando pensaban decirme? ¿Cuando llegará ese malhechor tatuado en su motocicleta a llevarse a mi hija a un bar de mala muerte?
— No seas dramática princesa, es solo una cita. — prosiguió. — Además, él es un buen chico.
— ¿Lo conoces? — preguntó confundido.
— Sí, y tú también. — remarcó, palmeandole levemente en el abdomen. — Es ese chico del equipo, Sehee, Seho...
— ¡Lee Seoho!
— Ese mismo.
— ¿De verdad? — exclamó emocionado.
—Mhm.
El padre de Jiwon siempre fue aficionado del basquetbol. En múltiples ocasiones iba a apoyar a su hija en su cuadro de porristas, pero también prestándole vital atención al equipo del colegio.
Hace mucho había notado el talento natural de Lee Seoho; en un punto llegó a compararlo con jugadores ya profesionales de el equipo actual de la nación.
— ¡Increible! — exaltado tomó a su esposa de los hombros y la beso. — ¡Ese chico es la pareja perfecta para nuestra hija perfecta!
En eso tocaron el timbre del hogar. El esposo se notaba claramente contento.
— ¡Por Dios es él! — su alegría era notoria. — Yo le abro. — avisó emocionado.
Corrió hacia la puerta y antes de poner su mano en el picaporte se aclaró la garganta, inflo su pecho y fruncio el ceño, hasta al fin abrirla.
— B-buenas noches señor. — saludó el chico estremecido por la presencia de aquel hombre. — Mi nombre es Lee Seoho. — se presentó con una respetuosa reverencia. — Mucho gusto.
— ¿Vienes por mi hija? — su intención era poner una voz muy profunda para intimidar al joven.
— S-sí señor.
— ¿Donde vas a llevarla? — alegó cruzándose de brazos.
Seoho estaba nervioso pero no rompía el contacto visual con él. — Al cine señor. — respondió para después tragar saliva.
— ¡Hola Seoho! — Jiwon corrió por las escaleras mientras se ponía unos pequeños aretes perlados. Al bajar beso a su madre y se dirigió a la puerta.
— ¿Como estas? — preguntó apartando a su papá de la puerta.
— Bien ¿y tú? — saludo sonriente y más tranquilo ahora que su cita estaba ahí.
— Muy bien también. — sonreía mientras intentaba cerrar la puerta y apartar a su padre.
— La quiero aquí a las 10. — ordenó de manera autoritaria.
— S-seguro, señor.
— ¡Adiós pa! — se despidió empujandolo dentro de la casa, logrando al fin cerrar la puerta principal. — No le hagas caso. — dijo al acercarse al chico. — Solo intenta hacerse el malo.
— Ya veo. — señaló Seoho riendo de manera nerviosa y abriendo la puerta del auto para dejar pasar a su cita.
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