· cɑpítulo 24 ·

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— ¡Amor!

Una voz grave recorría la casa mientras un hombre alto, robusto, y de frondosa barba bajaba las escaleras.

— ¡AMOR!

— Dime mi vida. — respondió tranquilamente su esposa saliendo de la cocina mientras secaba sus manos con una toalla.

— ¿Adonde va Jiwon? ¿Por qué se está arreglando?

— Oh, tiene una cita. — aclaró sonriente mientras volvía a entrar a la cocina.

El hombre fijo la mirada en su mujer con el ceño fruncido. — ¿Con que permiso? — exclamó irritado mientras la seguia.

— Con el mío.

— ¿Y acaso estoy pintado o qué?

— ¿Para que te va a preguntar si ya tiene mi bendición? — reclamó levantando los hombros restándole importancia mientras continuaba lavando los platos.

— ¡Porque tengo el derech..

— Yo también. — remarcó, volteando hacia él con una sonrisa y guardando, cuidadosamente, los trastos en su posición.

El hombre la perseguía por toda la cocina exigiendo explicaciones. — ¿Y cuando pensaban decirme? ¿Cuando llegará ese malhechor tatuado en su motocicleta a llevarse a mi hija a un bar de mala muerte?

— No seas dramática princesa, es solo una cita. — prosiguió. — Además, él es un buen chico.

— ¿Lo conoces? — preguntó confundido.

— Sí, y tú también. — remarcó, palmeandole levemente en el abdomen. — Es ese chico del equipo, Sehee, Seho...

— ¡Lee Seoho!

— Ese mismo.

— ¿De verdad? — exclamó emocionado.

—Mhm.

El padre de Jiwon siempre fue aficionado del basquetbol. En múltiples ocasiones iba a apoyar a su hija en su cuadro de porristas, pero también prestándole vital atención al equipo del colegio.

Hace mucho había notado el talento natural de Lee Seoho; en un punto llegó a compararlo con jugadores ya profesionales de el equipo actual de la nación.

— ¡Increible! — exaltado tomó a su esposa de los hombros y la beso. — ¡Ese chico es la pareja perfecta para nuestra hija perfecta!

En eso tocaron el timbre del hogar. El esposo se notaba claramente contento.

— ¡Por Dios es él! — su alegría era notoria. — Yo le abro. — avisó emocionado.

Corrió hacia la puerta y antes de poner su mano en el picaporte se aclaró la garganta, inflo su pecho y fruncio el ceño, hasta al fin abrirla.

— B-buenas noches señor. — saludó el chico estremecido por la presencia de aquel hombre. — Mi nombre es Lee Seoho. — se presentó con una respetuosa reverencia. — Mucho gusto.

— ¿Vienes por mi hija? — su intención era poner una voz muy profunda para intimidar al joven.

— S-sí señor.

— ¿Donde vas a llevarla? — alegó cruzándose de brazos.

Seoho estaba nervioso pero no rompía el contacto visual con él. — Al cine señor. — respondió para después tragar saliva.

— ¡Hola Seoho! — Jiwon corrió por las escaleras mientras se ponía unos pequeños aretes perlados. Al bajar beso a su madre y se dirigió a la puerta.

— ¿Como estas? — preguntó apartando a su papá de la puerta.

— Bien ¿y tú? — saludo sonriente y más tranquilo ahora que su cita estaba ahí.

— Muy bien también. — sonreía mientras intentaba cerrar la puerta y apartar a su padre.

— La quiero aquí a las 10. — ordenó de manera autoritaria.

— S-seguro, señor.

— ¡Adiós pa! — se despidió  empujandolo dentro de la casa, logrando al fin cerrar la puerta principal. — No le hagas caso. —  dijo al acercarse al chico. — Solo intenta hacerse el malo.

— Ya veo. — señaló Seoho riendo de manera nerviosa y abriendo la puerta del auto para dejar pasar a su cita.

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⠀𝑱𝒂𝒓𝒅𝒊𝒏 𝒅𝒆 𝑺𝒖𝒔𝒑𝒊𝒓𝒐𝒔 ִֶָ  𝐸𝑣𝑒𝑟𝑔𝑙𝑜𝑤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora