Capítulo- 30

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El día había llegado con rapidez, tan rápido que sólo faltan varios minutos máximo media hora para salir. Mi respiración es un poco exigente, haciendo que resuene y se escuche por el lugar. De alguna manera me siento nerviosa y conforme avanza el tiempo sólo consigo aumentar mis nervios y no diciparlos o controlarlos, lo que resulta bastante frustrante para mí. El hecho de no poder controlarme por algo tan simple como es ir a la casa de Asher. Ya que el día anterior me invitó a su casa y no pude negarme por lo que dijo sobre su hermana, sólo por eso... y tal vez porque quiero conocerla por simple curiosidad.

Sin embargo esto es demaciado, luego de lo sucedido con ellos, nunca, jamás, he visitado la casa de alguien considerado mi amigo. Es cierto que he visitado la casa de Asher antes, pero eso fue debido a la situación de August y su alcohol, así que lo ayudé con eso, además en esa ocasión nada fue planeado, tanto visitar su casa, como conocer a la señora Miller fue absoluta coincidencia. ¿Qué tal si se enteran de cómo soy?  O peor ¿quieran conocer de mí?

Aunque claro está que antes de lo sucedido visitaba a los que alguna vez llamé amigos, pero esto es completamente distinto. Ahora mi visión de la vida es diferente.

—¡Me niego!—me levanto sobresaltada de un salto del sofá, provocando que los demás en la sala me odserven con confusión y curiosidad tiñendo sus rostros.

Matias, la abuela y el abuelo, todos estámos reunidos en la sala, lo cual es muy extraño incluso para mi, debido a que sólo nos reunimos todos en el mismo lugar para comer y porque no me permiten comer en mi habitación,de lo contrario no lo haría. Matias está posicionado en un sillón rojo escarlata al frente, su piernas cruzadas una sobre la otra, su brazo descansa sobre el antebrazo de el sillón y su cabeza está apoyada sobre la palma de su mano. Mientras la abuela y el abuelo están ambos en el sofá grande de en medio. Por último estoy yo en el último sillón individual a juego con el de Matias.

—¿Qué sucede capullo?—el abuelo me observa alzando levemente una de sus cejas.

Ahora parezco una loca gritando de la nada. ¿¡Qué demonios me sucede!?

—Sí, ¿Qué es eso de ¡me niego!?—se une la abuela, levantándoce del sofá y avanzando hacia mí sonriendo de una manera extraña mientras mueve sus manos en el aire—deja de evadir más las cosas, ¿no deberías irte ya?

Arrugo mis cejas por lo irregular de su pregunta.

—¿irme? ¿a dónde?—pregunto sin entender la razón de su extraño comentario totalmente fuera de lugar.

Su sonrisa se agrandó, mostrando ahora sus dientes. Conociéndola siempre hace ese gesto cuando algo que le da verdadera satisfacción está por venir. Miré a los demás en la sala en busca de respuestas, pero todos estaban con la misma expresión que yo, absoluta confusión.

—A casa de Asher, Mikaela—dijo como si fuese lo mas obvio del mundo, su mano alcanzó mi hombro y depositó varios golpecitos en él, mi mirada viajó hasta el toque de las palma de sus mano, para luego dirijirlas a ella—se acerca la hora ¿no?—entonces entiendo y las piezas sin sentido se unen brindándome una respuesta lógica.

Ya veo, el muy idiota parece ser muy inteligente después de todo. Dado su estilo despreocupado y sinvergüenza  había bajado mis sentidos de alerta, pero faltará más que esto para hacerme ir a tu casa Asher. No conseguirás que valla a tu casa sólo poniendo a la abuela de tu parte.

—No iré a ninguna parte abuela, puedes tranquilizarte—coloqué mi mano sobre la de ella que se encontraba en mi hombro y la aparté con cuidado.

Sería más que complicado ir a la casa de Asher, ya que además de soportarlo en la secundaria tendría que soportarlo en mi día libre.

—¿De qué hablan?—Matias se acerca, posicionándose a nuestro lado con sus brazos cruzados—¿A dónde tenías que salir Mikaela?—pregunta clavando su intensa mirada en mí.

𝑺𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒊𝒎𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂, ¿𝑨𝒖̀𝒏 𝒎𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒓𝒊̀𝒂𝒔?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora