Mi cuerpo se siente pesado, causandome dolor el incluso respirar. Como si hubiese recibido una molida de golpes y no los tratara, tan sólo una herida abierta que ha permanecido así por mucho tiempo de manera irremediable, y que por más que trate de sanar no puedo. Mis pulmones se contraen al respirar, cada calada de aire se siente como si me abrieran el cuerpo con interminables agujas, o me incrustaran objetos filosos en la piel, es un dolor indescriptible. Mis manos se aferran fuertemente a la delgada tela de la sábana, sintiendo de alguna manera protección, o quizás sólo trataba de encontrar algo que me sostuviera en la realidad, algo que me diga que ésto pasará y evitar perder la cordura.
Estuve equivocada al pensar que con el tiempo disminuiría, que al pasar el tiempo al menos sería más llevadero, ya que no sería tan resiente y además tengo más edad y madurez para superarlo. Pero no, duele como la primera vez y es difícil superarlo, el estar en esta situación me hace pensar que tal vez nunca consiga salir de esta situación, y con el pasar sólo consiga hundirme más en la melancolía y tristeza. Es inevitable sentir como mi mundo se destruye en pedazos y dichos pedazos me encierran en una prisión no visible.
Hoy es el día, en que ella murió...
Tres años ya han pasado desde que mamá se fue. Un día como hoy la me encontré con su cuerpo inerte en la bañera, su rosto cada vez empieza a desvanecer de mi mente y de no ser por sus retratos no lograría recordarla, con la pésima memoria que tengo apenas sé cómo me llamo, y ni siquiera eso es seguro.
La casa es inundada por un silencio sepulcral, de muerte. No he salido de mi habitación, es más ni siquiera me he movido de la posición en la cual desperté. Todos han de estar tirados en un rincón de la casa llorando, o sólo pensando en ella, y lo peor de todo es que no vamos a visitar ni siquiera su tumba. Matias se ha negado hacer mención de ella, y es como si el tema respecto a ella en esta casa está rotundamente prohibido, así que lo único que queda es desmoronarse una vez más en compañía del silencio y la incesante soledad. Sin embargo esta vez no me apetece que la habitación sea el lugar para hacerlo. Así que como puedo me levanto, tomo un suéter para el frío y abandono la casa. Empiezo a mover mis pies sin un rumbo definitivo, tan sólo caminar, pensar y tratar de liberar la impotencia que se acumula en mi pecho.
Siento ganas de llorar, quiero llorar, debería de llorar, pero ¿porqué me parece tan difícil hacerlo? ¿Porque las lágrimas se niegan a salir y sólo se queda el sentimiento de querer hacerlo?
Introduzco mis manos en la abertura del suéter sin delicadeza. El frío es tanto que mi respiración se hace visible al abandonar mi cuerpo, formando una especie de humo blanco. El día Está igual de muerto que mi ánimo, es como si incluso el día se entristece y lo mostrara con sus grises nubes de dolor. Incluso el cielo se baña de tristeza, más yo estoy aquí como la mala hija que soy.
Entonces unas grandes manos me sujetan por mi antebrazo, haciendo detener mi andar. Al girarme y saber de quien se trata hago que me libere de su agarre con lentitud, dispuesta a seguir con mi nadar, pero esta vez me sorprende al abrazarme desde atrás, cruzando sus brazos por mi pecho y sosteniendo mis hombros, debido a que por lo largos que son logra alcanzarlos sin problemas. Sus brazos descubiertos muestran restos de sudor y cabello está pegado a su frente por los mismo, por lo que asumo ha estado corriendo.
—Te estuve buscando por todos lados, al fin te encuentro—su aliento choca con mi oído, sintiendo su calidez. Permanezco en silencio sin hacer ningún movimiento, mientras Asher me sujeta con cuidado, como si fuese una muñeca de porcelana a la cual podría romper. Siento como su barbilla es apoyada sobre mi cabeza sin problemas, siendo la diferencia de altura una gran ventaja para él—si tienes ganas de llorar, hazlo. No lo reprimas, siéntete libre incluso de gritar a todo pulmón, porque yo estaré aquí para acompañarte y sobretodo para protejerte.
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𝑺𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒊𝒎𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂, ¿𝑨𝒖̀𝒏 𝒎𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒓𝒊̀𝒂𝒔?
Nonfiksi𝑬𝒍 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒐́ 𝒂 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒇𝒐𝒓𝒎𝒂 𝒎𝒂́𝒔 𝒊𝒏𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒂𝒅𝒂, 𝒋𝒖𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒏 𝒎𝒊 𝒑𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒎𝒂́𝒔 𝒃𝒂𝒋𝒐. 𝒀 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒂 𝒇𝒐𝒓𝒎𝒂 𝒕𝒂𝒎𝒃𝒊𝒆̀𝒏 𝒔𝒆 𝒇𝒖𝒆. 𝑬𝒔 𝒂𝒒𝒖𝒊́ 𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒆𝒏𝒛𝒐 𝒚𝒐...