Capítulo- 31

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Aún no paraba de perseguir a Asher. El cansancio empezaba a presentarse en mi y me costaba respirar de manera contínua. Lo que consigo por permanecer todo el día en mi habitación sin hacer nada más que atragantarse como una foca. Él por su parte parece tener más resistencia, ya que sigue corriendo como al principio.

—¿ya te cansaste?—baja su velocidad, trotando en su lugar.

Ligeras gotas de sudor ruedan por su rostro haciéndolo ver más brillante al recibir pequeños rayos de sol, su respiración es un poco agitada. No sé cuánto tiempo hemos estado corriendo, pero mi cuerpo ya no tiene más resistencia. Apoyo mis manos de mis rodillas y trato de regular mi respiración, la cual cabe destacar es aún más agitada que la de Asher.

—N-no pu-puedo seguir—digo de manera entrecortada, haciendo pausas notables para respirar.

Mis cabellos se cuelan hasta delante, pegándose a mi cara.

Ha sido un tiempo desde la ultima vez que había corrido de ésta manera, tanto que no recuerdo cuando fue. Desde la muerte de mamá no he sentido ganas de hacer nada, pero ahora empiezo a sentirme libre. Aparto los mechones de cabello y me incorporo quedando completamente erguida.

—Está bien, no te sobre esfuerces.

Asher se acerca mientras remueve su cabellera luego de soltar la banda elástica que lo sujetaba y éste empieza a pegarse sobre su cara. Sus hebras negras se ven brillantes y cedozas por la luz. 

—¿estás seguro?

Pregunto con sorna.

—¿eh?

Aprovecho su distracción y tiro un poco de su cabello. Ésto se está volviendo costumbre, primero August y ahora él.

—¡Duele!—se queja tratando de liberarse de mi agarre.

Aferro mis dedos más en su cabellos para no soltarlo.

—¡Oigan! ¿¡qué hacen!—una tercera voz interrumpe captando mi atención.

Una chica de cabello violeta se acerca a la escena con diversión, sus piernas largas como un poste, brazos delgados, pero no tanto. Viste unos shors color blanco y una blusa de tirantes con una caricatura en ella. Sus piernas se mueven con torpeza y casi se cae de bruces al suelo al tropezarse con una roca.

—¿jugar?—formula con interrogación—¡Dejame unirme!

Exclama feliz.

—¡Aila, Aila!—Asher empieza a mover sus extremidades de forma dramática al tratar de llamar la atención de la chica.

Ella se posiciona a mi lado y me permito mirarla detenidamente.

Entonces mi curiosidad sale a flote y clavo mis ojos en los suyos. Son hignotizantes, uno es de color azul marino, de tan sólo verlo te sumergen en un mundo distinto y no puedo dejar de odservarlo, mientras el izquierdo al contrario es de un color avellana claro. Pestañas largas la adornan dándole el toque culminante.

Sus colores no coincidentes, como la lluvia y el sol, brillantes y opacos, oscuros y claros, me hacen recordar la noche y el día. Tan distintos y lejanos, pero tan complementales entre ellos.

La chica que lleva por nombre Aila se percata que la odservo de manera atenta y de forma inmediata trata de cubrir su ojos izquierdo color avellana con su cabello, realizando movimientos torpes con sus dedos al tratar de hacerlo, al mimo tiempo que muerde sus labios. Tal vez sintiendo timidez al sentirse demasiado odservada y el leve sonrojo que ahora cubre su pálida piel, no hace más que confirmarlo.

—Aila, has que me libere—pide refiriéndose al agarre de mis dedos en su cabello.

Aila se quedó pensativa por un momento, hasta que añadió:

𝑺𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒊𝒎𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂, ¿𝑨𝒖̀𝒏 𝒎𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒓𝒊̀𝒂𝒔?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora