Capítulo- 38

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Con mi cabeza reposando sobre mis manos, las cuales se encuentran sobre la mesa, relamo mis labios y odservo de manera fija a Asher. Sus manos se mueven con rapidez de un lado a otro, al igual que todo su cuerpo, mientras prepara lo que a mi parecer es una batida. Descarto el hecho al no reconocer ninguno de los tantos ingredientes que usa, lanzándolos uno detrás del otro a la licuadora sin mucho esfuerzo. Se mueve con tanta libertad y confianza, de ser yo hace tiempo que estuviera en el suelo sin idea de qué hacer. Sus ojos oscuros se centran en su tarea, haciendole ver su concentración.

Viste un pantalón de cuero negro que se aferra de manera perfecta a su cuerpo, haciendo notar su voluptuoso trasero. Y joder, juro que tiene más trasero que cualquier mujer. Con sus movimientos lo hace más notorio. El sonido de la licuadora encendida me devuelve a la realidad y me encuentro con la mirada de Asher.

—¿con que mirando mi trasero?—suelta a modo de reproche. Sus manos cruzadas sobre su pecho, como una mamá enojada y sus cejas alzadas de forma que resulta amenazante. Un delantal color verde magenta cubre su pecho, lo que lo hace más semejante a una mamá peliona. De pronto su gesto de reproche pasa a ser un gesto de picardía y sé con anticipación que lo siguiente que dirá será algo desvergonzado—si quieres puedes tocarlo, no tengo ningún problema con ello.

Siento la temperatura subir ligeramente por sus palabras.

—¿Encerio puedo?—suelto sin pensar. Recojo mis manos y las dejo en mi regazo, debajo de el desayunador. La silla cruje ante mi leve movimiento y yo sólo me encojo de hombros de manera que resulte poco notoria, como la inconsciente acción de un niño cuando está a punto de ser descubierto.

—Sí—afirma de manera automatica—Sólo que si tocas el mío, por ley también tengo que tocar el tuyo. Ya sabes tiene que ser mutuo, de lo contrario sería injusto, ¿no lo crees?—dice de la manera más desinteresada que conosco. Una sonrisa ladina recorre su rostro.

Alcanzo un trapo de cocina con mis manos y se lo lanzo con fuerza. Sabía que algo bueno no se podría traer entre manos, después de todo es de Asher Miller de quien hablamos y él es todo menos una persona normal.

Parece que lo viera todo en cámara lenta, ya que al justo momento de que el trapo casi se estampara con su cara,  inclina su cabeza hacia un lado esquivando sin ningún esfuerzo el golpe.

Gruño entre mis dientes al no tener éxito en ello.

—¿Porqué eres tan sinvergüenza?—vuelvo a dejar mis manos en mi regazo. La tela de mi pantalón se siente rugosa ante el contacto con la piel de mis manos, pero la sensación me parece tranquilizante.

Él se queda unos minutos odservandome, como si pensara su respuesta. Ahora un guante para horno en sus manos. La verdad es que su destrezas en la cocina me han sorprendido bastante, y es que yo apenas y se calentar agua. Sin embargo el sabe incluso hornear pastel o eso me había comentado. Y empiezo a creerlo con lo sobresaliente que se ve en la cocina.

—No soy un sinvergüenza gorila—introduce en su boca un dulce—soy un desvergonzado—menciona con la boca llena como si fuese lo mas odvio. Se agacha hasta el horno y deposita dentro de él lo que sea que reposa entre sus manos.

—¡es lo mismo!—exclamo sin paciencia.

—No, no lo es—tararea como si se tratara de una canción energético—pero aún si hubieses tocado mi trasero, no habría tocado el tuyo. A menos que me lo permitieras, porque de lo contrario me envías a un hospital de volada con tus manos de titanio—eleva su puño haciéndolo más dramático.

—Si lo haría.

Asher se acerca hasta quedar frente a mí, su cabello moviéndose de forma brusca al compás de su avance, coloca una mano en su cintura reposando, mientras que la otra la extiende hasta mí con lo que parece ser chocolate en forma de bola, instando a que habra mi boca y la coma. Sin dudarlo me inclino sobre el desayunador que nos separa alcanzando su mano y con una leve abertura de mi boca tomo el chocolate. El sabor exquisito empieza a inundar mi sentido gustativo y disfruto su sabor de manera lenta. Entonces lentamente, procurando no mormerme la lengua en el intento, con lo desafortunada que soy, mastico. Siento como algo líquido se empieza a dispersar dentro de mi boca con sabor a lo que parece ser ¿melocotón?, no lo sé, pero definitivamente era delicioso.

𝑺𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒊𝒎𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂, ¿𝑨𝒖̀𝒏 𝒎𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒓𝒊̀𝒂𝒔?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora