CHLOE MEYER
Visite la tumba de el único que podía hacerme sentir completa en esta vida y talvez en la siguiente.
—Hola, Fonsi. —sonreí al ver su tumba. —Lo siento, no querías que te llamen así. Creo que ya sabes lo que ha pasado, después de todo siempre me cuidaras, no tomes esto como venganza, tú tienes los ojos en mí, tu debes saber lo que pasó esa noche.
Quería llorar, quería ser fuerte, quería sonreír, quería caer, quería gritar, pero preferí callar.
—Nos iremos por unos días, pero eso no significa que no vendré a verte, si cuando quiero sonreír solo me hace falta pensarte para hacerlo. Sé que estas disfrutando en el cielo con nuestro bebé.
Lo extraño, podría escucharse mal lo que iré, pero lo extraño más a el que a mi hermano.
El chofer vino por mí al cumplir los cinco minutos que tenía para estar acá. Unos cinco minutos solo para despedirme de él no era suficiente. Odio estar vigilada.
La última vez que estuve en mi casa antes de salir encontré a mi padre rompiendo el vino, me causó miedo ya que nunca rompió nada delante de mis ojos, su enojo fue causante por uno de sus hombres que le comunicó que no confían en que Richard lo haya hecho, el solo escucharlo me congeló. Pero sospechan de algún enemigo de mi padre en su red de mafia, eso hubiera sido mejor y no hubiéramos involucrado a nadie si lo hubiéramos pintado mejor.
Al llegar a la universidad me metí a mi habitación sin encontrar a Audrey, dijo que iba a estar todo el día con Nyle por ahí, me metí a bañar como por cuarenta minutos para relajarme y despejar toda la carga, el silencio y la paz se terminó al escuchar los ruidos en la puerta.
Me puse una bata con una toalla en el cabello.
—Hi, best friend. —lo salude con una sonrisa.
—Te lo dijo. —yo asentí. —¿No te dijo nada más?
Ay, Engelbert...
—Solo cuando dijo muchas cosas de ti que ni tu mejor amiga sabe, pero ella sí, Audrey le gritó con que ella estaba mal. —me saque la toalla tratando de secar mi cabello.
—¿Le grito? Talvez por eso no me habla. —se metió al baño.
—¿De verdad me consideras tu mejor amiga? —le pregunte con emoción.
El único amigo que tenía era Alonso, era mi novio, amigo, enemigo, amor de mi vida. Él lo es todo, escuchar eso de Engelbert hacia que me emocione, alguien por fin tenía confianza en mí y no pensaba que era una mimada.
El salió del baño con mi crema para peinar echándomelo en el cabello con suaves masajes en mi cuero cabelludo.
—Sí, eres con la que más me siento cómodo, aun te agradezco que hayas ido a mi habitación a las dos de la mañana solo por un momento triste. —me dio un beso en mi cabeza.
No olvidaría ese día nunca, el extrañaba su familia se sentía mal, me llamó y me dijo si podía ayudarlo a escuchar mientras el expone algo, pero se le quebró la voz en plena explicación y me di cuenta que no estaba bien. Personas como él hay muy pocas hoy en día, agradezco que la sociedad no lo haya hecho perderse y le haya inculcado otras cosas.
—Otra pregunta: ¿De verdad no has tenido novia? —le pregunte separándome para agarrar mi peine.
—Diecinueve años y aún no lo he tenido. —lo miré confundida. —Nunca he pasado tanto tiempo con una chica, mucho menos amigas apenas se me acercaban para pedir algo, en la escuela eran muy xenofóbicos, venían y decían que les cante algo, o porque no usaba mi velo, un hiyab o un shayla. Pero mi madre nos hizo acoplarnos a estas nuevas culturas.

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Hechos para ser uno solo
De Todo¿Cómo te imaginaste tu primer día en la universidad? Clases, fiestas, amigos, romances... Hay mucho más que averiguar en esta universidad, y las personas que entrarán lo descubrirán. La Universidad de los Andes, la más prestigiada, no solo por su ed...