CHLOE MEYER
Las casas de acampar ya estaban listas, en total había cuatro casas a pesar de la tontería que hice para ocultar una para que cierta pareja que no son pareja duerman juntos, no funcionó ojo de águila Harí la encontró
Estábamos sentados frente a la fogata improvisada que hicimos, sentados en unos troncos duros que hace que me duelan las nalgas.
—¿Cuándo volveremos? —preguntó Engelbert sirviéndome más chocolate.
—Cuando construyamos una casa en medio del bosque.
—¿Qué te hace pensar que quiero vivir en el bosque? —se sienta Lennox frente a nosotros comiendo unas barras de cereal.
—A ti te gusta la naturaleza. —Engelbert le ofrece un palo para que ponga sus malvaviscos al fuego.
—Sí, pero no quiere decir que voy a vivir como Tarzán y La Laguna Azul.
—Lo de Tarzán es una selva y lo otro es una isla. —le dice Nyle.
—No sé de qué hablan —digo quemándome la garganta con un buen trago de mi bebida.
—Esto parece mantequilla de maní derritiéndose en mi boca. —se queja Lennox.
—Esa es la magia de los dulces. —le dice Audrey.
—¿Desde cuándo los dulces son magos? A ver que se lancen un truco. —la mira.
—¿Y si jugamos a la botella? —nos alienta Audrey dando el último sorbo a su bebida de aloe vera.
—No jugare eso, crees que soy una niñata de trece años que va a jugar con el único objetivo de besar al chico que le gusta, todos sabemos el propósito del juego, el chico que te gusta es tu novio y si quieres verme besándome con Chloe solo dilo y lo hago. —Lennox me mira y me guiña.
—¿Vamos a jugar o no? —pregunto.
—Yo le entro a todo sin miedo. —se levanta Nyle.
—Yo no juego, una botella no me dice con quién besarme, si quisiera besar a alguno de ustedes ya lo hubiera hecho.
—Somos cuatro. —la ignora Audrey.
El juego arranca y nos ponemos uno frente al otro mientras que Len mensajea en su celular. La botella cae en ellos y pasan por encima de nosotros besándose, Lennox alza la mirada y les toma foto.
—¿Qué? Se veían tiernos comiéndose la boca, se los pasaré para que lo pinten en una pared.
Seguimos jugando y la botella gira cayendo en mi con Engelbert, miro una vez a su dirección y a la de mi amiga, que mira con una sonrisa y los codos en sus rodillas.
—No lo hare. —se cierra Engelbert y me siento aliviada de que no acepte.
—Tú te metes al juego y luego no quieres cumplir. —le dice Lennox aún con su sonrisa.
¿Qué tanto le da gracia?
—Aceptaré un castigo.
—Besa a Lennox, ese será tu castigo. —le responde Audrey sin pensarlo dos veces.
La sonrisa de Lennox se apagó y volvió a su cara de culo. ¡Ja!
—¿Besarme es un castigo? —le pregunta Lennox fingiendo el drama.
—Para mí lo seria. —le responde divertida.
—Ya quisieras también que te bese.
Audrey suelta a reírse y apenas noto una pequeña sonrisa en los labios de la pelinegra. Engelbert mira a Lennox por mucho tiempo pensándolo, pero ella solo tiene su cara de póker esperando que me bese porque sabe que no la besara a ella.
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Hechos para ser uno solo
Random¿Cómo te imaginaste tu primer día en la universidad? Clases, fiestas, amigos, romances... Hay mucho más que averiguar en esta universidad, y las personas que entrarán lo descubrirán. La Universidad de los Andes, la más prestigiada, no solo por su ed...