ENGELBERT BARROW
Un resumen de lo que había pasado, el día para mi acompañante siempre empieza a las 4:00 am que siempre se levanta a correr hasta las 6:00, siempre he sido alguien atlético, ya que cuando vivía en Turquía, hacíamos unas cortas olimpiadas con toda la familia. Ahora Lennox despertó esta adrenalina en mi nuevamente.
—¿Por qué siempre corres a estas horas? Ni siquiera sale el sol. —le pregunté mientras me ponía el pantalón, acababa de darme una ducha, ahora esperaba que ella acabara la suya.
—No lose, siempre me ha parecido mejor. —alzó la voz para que pueda oír sobre el sonido del agua cayendo. —Debo admitir que ésta es la mejor ducha de mi vida, en mi casa llevábamos una tina y con una jarra nos mojábamos el cuerpo.
Algo en mi quería ayudarla, algo en mi quería estar con ella y no hablando del tema sentimental si no de ¿caridad? Pero ella tiene un orgullo tan grande como mi habitación.
Mientras esperaba que ella saliera de la ducha, me dediqué a realizar una llamada a mi hermana.
—¡Engel! —un grito eufórico desde el teléfono, temí que podría escucharme así que salí al balcón. —Hermano, Feliz cumpleaños, éste es el primer cumpleaños que pasas sin la familia.
Ella tenía razón, siempre me gustó pasar tiempo con mi familia, olvidaba el hecho de tener amigos.
—Hermana, podrías hacerme un favor de cumpleaños.
—En el anterior te conseguí un yate ¿Ahora qué necesitas? ¿Un avión para escapar?
—No es para mí, es para un amig... una compañera. —me corregí rápidamente.
Miraba hacia afuera el verde de las plantas mientras le decía lo que quería.
—¿Bert? —una voz a mis espaldas me llamo la atención.
—Saldré para dejar que te vistas. —avancé cerrando los ojos sin mirarla, posiblemente este en toalla yo ni la miré y salí tapando mi rostro.
Cuando salí me dejé caer en la pared, pensando en todo. La pregunta aquí es ¿Durmieron juntos? No.
No podía dormir con ella sin su permiso, respeto mucho a Lennox no puedo meterme a una cama con una chica si ella no me ha dado el permiso. Estuvimos hasta tarde hablando mientras sonaba en la bocina la música que ella había colocado, me quedé dormido en el sillón, había amanecido con una manta que cubría mi cuerpo y medias. Espera ¿medias? Eso quería decir que ella me cambio las medias, y al buscar medias talvez vio mi ropa interior. Un mal momento para tener guardado bóxer de ositos.
Nunca me he quedado hasta muy tarde hablando con alguien, las amigas que tenía en Turquía siempre alardeaban de su casa/familia/ropa. No me gustaba que la gente presuma. No tenía muchas amigas en Estados Unidos, ni siquiera sabía acercarme a una chica.
A veces no entendía a Lennox, lo bien que se portaba frente a mí, no sé si era para que ya me quede claro que le caigo bien o es así de introspectiva.
Al rato escucho la puerta a mi lado cerrarse, dejándome ver a Lennox con un enterizo en short negro con algunos puntitos. Una casaca jeans desteñida y vieja con una gorra negra y unas zapatillas blancas, con una mochilita negra pequeña en donde alcanzaría muy pocas cosas. Vaya, ese color le asienta muy bien. Además de que olía a loción de cuerpo.
—Para ir a desayunar, aún hace un poco de frio. Puedo sacarte mi casaca para que te pongas.
—No hace falta, la pasaremos gran parte del día afuera.
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Hechos para ser uno solo
De Todo¿Cómo te imaginaste tu primer día en la universidad? Clases, fiestas, amigos, romances... Hay mucho más que averiguar en esta universidad, y las personas que entrarán lo descubrirán. La Universidad de los Andes, la más prestigiada, no solo por su ed...